Heredero de
una dinastía que remonta sus orígenes a los sultanes del siglo XVIII, Mohamed VI cumplió este 23 de julio veinte años como rey de Marruecos y
como uno de los monarcas más ricos del mundo: los cálculos internacionales –los
asuntos de la casa real están estrictamente protegidos por la ley dentro del
país– estiman que el rey marroquí acumuló en las últimas dos décadas una
riqueza de 5.000 millones de dólares. La revista financiera Forbes ubicó al 18°
rey alaouita en el primer puesto de la lista de más ricos en Marruecos, y el
quinto más acaudalado del continente.
Según medios
europeos, Mohamed VI –de 56 años– posee doce palacios reales en funcionamiento
atendidos por 1.100 sirvientes, lo que constituye un presupuesto anual de 1
millón de euros por día. El más grande es el palacio real de Rabat, donde la
familia real tiene a su disposición de una clínica privada, una escuela, una
caballeriza, dos piscinas, dos campos de golf, pistas de tenis, un bosque, un
cementerio, un matadero, y hasta una cárcel. Mohamed VI también posee, a título
personal, de un castillo en Francia heredado de su padre y donde actualmente
reside su madre, la bereber Lalla Latifah Hanoum.
“La creación
de puestos de trabajo del rey marroquí en Betz, un pequeño pueblo de mil
habitantes a 60 kilómetros al noreste de París, le ha asegurado la
popularidad”, explica El Español. “Tiene a 20 empleados durante
todo el año; jardineros, amas de casa, personal que se ocupa de mantener el
cuidado del edificio, del parque y de los caballos reales. Cuando se hospeda
allí, al menos tres veces al año, el servicio, reclutado en la localidad y los
alrededores, aumenta. En esas ocasiones, la economía local se beneficia porque
solo al día el panadero entrega 300 baguettes, ya que Mohamed VI viaja con 200
personas en su séquito”.
Mohamed VI
también es dueño de un hotel: el Royal Mansour de Marrakech, inaugurado en
2011, con biblioteca y spa de mármol blanco de 1.500 metros cuadrados con
tratamientos corporales completos, una piscina cubierta y un gimnasio. Además,
tiene tres restaurantes bajo el asesoramiento del cocinero Yannick Alléno, con
una estrella Michelin. Para su divertimento personal, el rey marroquí
posee un yate de 88 millones de euros, 70 metros de largo y 13 metros
de ancho y que es calificado como uno de los 10 yates de vela más grandes del
mundo, con una suite principal, dos VIP y tres dobles, con capacidad para
12 personas, además de los 12 miembros de la tripulación.
Para
desplazarse de forma privada y en su agenda pública, el rey marroquí utiliza
dos aviones privados (un Boeing 737 y un Boeing 747 en los que el monarca vuela
con un séquito de hasta 300 personas) y un Hércules C-130 (reservado para los
muebles y el equipaje real). La flota real también incluye dos aviones
Gulfstream (modelo G550) valorados en casi 60 millones de euros y con sistema
antimisiles y que puede alcanzar los 1.000 kilómetros por hora y volar 13.000
kilómetros sin escalas. La afición del rey por los coches del lujo y antiguos
es conocida internacionalmente; y durante una visita de trabajo a Praga en
2016, el presidente checo regaló cinco autos de colección. Mohammed VI posee
alrededor de 600 autos de lujo de la marca Mercedes, Land Rover, Ferrari,
Bentley, Rolls-Royce, Cadillac o Aston Martin, y varios de colección.
Mohamed VI
también es reconocido por su pasión por la vestimenta y los accesorios de lujo,
ítems para los que la Corona designa una parte especial del presupuesto anual:
2 millones de euros al año, que le alcanzan para suplir caprichos como un
reloj suizo de 1.000 diamantes valorado en más de un millón de euros que lució
en 2018 durante una visita a Dubai.
¿En su
libro A qui appartient le Maroc? (¿Quién es el dueño de Marruecos?),
escrito en 1992, el opositor y empresario marroquí Abdelmoumen Diouri calculó la
fortuna del rey Hassan II en
torno a los 10.000 millones de francos (250.000 millones de pesetas), que fue
heredada por Mohamed VI en 1999. Según las crónicas de su tiempo Hassan tenía
cerca de una veintena de cuentas bancarias al final de su vida: era cliente del
Chase Manhattan Bank, la BNP, Paribas, la Union de Banques Suisses, el
Citibank, Barclays o del Bank of New York, entre otros. En algunos de esos
bancos poseía más de una cuenta (en Londres o en la central parisiense de
Paribas) y estaban abiertas a nombre de Hassan II, Aloui Hassan, Hassan Aloui o
remitían a una cuenta numerada anónima cuando los titulares no eran algunos de
sus hombres de confianza, como el consejero Abdelfettah Fredj, su secretario
particular. A principios de 1999, el saldo de una era de varios centenares de
millones de dólares.
La fortuna
del rey Hassan II se materializaba especialmente en los palacios reales, todos
heredados por sus hijos: poseía más de una veintena, y sus favoritos
eran los de Marrakech y Bouznika, cerca de Rabat. Otros de sus palacios, en
cambio, nunca los visitó, aunque todos estaban siempre preparados para
recibirle las 24 horas del día, y la leyenda urbana decía que el monarca no
sabía exactamente el número de mansiones, autos, castillos, departamentos y
cuentas bancarias que poseía. Bien aconsejado, Hassan II invirtió una parte de
su fortuna en el extranjero: en la agricultura, en la Bolsa y en el sector
inmobiliario.