Las losas de hielo son
capas de al menos un metro de espesor que se forman durante varios años cuando
el agua del deshielo se vuelve a congelar entre las capas ya existentes.
Estas gruesas e impenetrables placas
se están expandiendo rápidamente en el interior de Groenlandia, donde el hielo
normalmente es poroso y puede reabsorber el agua del deshielo.
Hasta el momento, estos bloques
helados han añadido menos de un milímetro a los niveles globales del mar.
Sin embargo, debido a que están en
continua expansión, el agua de deshielo acaba en el océano y
amenaza con aumentar la contribución del país de 7 a 74 mm en 2100, según
diferentes escenarios de emisiones moderadas y altas.
“El hielo se forma justo debajo de la
superficie, por lo que no era visible en imágenes de satélite ni desde el
suelo, hasta que perforamos y lo vimos con el radar de penetración
terrestre".
Como consecuencia, ese caudal
procedente del deshielo acaba en el océano, aumentando su nivel aún más de lo
esperado.
"Estudios previos recientes
planteaban la hipótesis de que el agua se filtraría muy profundamente antes de
llenar la superficie cercana a la parte superior del glaciar".
"Fue una sorpresa descubrir que sucedía
todo lo contrario”, declara a Sinc Mike MacFerrin, investigador de la
Universidad de Colorado en Boulder (EE UU) y autor principal del trabajo.
El equipo de científicos descubrió
accidentalmente las losas en 2012, cuando estaban recogiendo muestras en el núcleo
de hielo y se toparon con grandes secciones heladas y sólidas. Nunca habían
visto algo así.
“Cuando la losa de hielo debajo de la
superficie se vuelve más gruesa, el hielo se hace impermeable y el agua tiene
problemas para atravesar o rodear las capas, lo que puede hacer que se extienda
continuamente a lo largo de muchos kilómetros".
"Esto no sucede con las capas
más delgadas de hielo, que tienen muchos espacios por los que el agua aún puede
moverse a medida que se filtra en la nieve”, continúa MacFerrin.
Desde el descubrimiento inicial, el
equipo ha estudiado las placas conduciendo motos de nieve por el suroeste
de Groenlandia y arrastrando radares que penetran en el suelo para
mapear su extensión.
Además, aprovecharon los datos de
la Operación IceBridge de la NASA y los modelos climáticos para
comprender cómo se han expandido en las últimas décadas y predecir cómo pueden
seguir creciendo.
Una compleja ‘colcha’ de hielo y
nieve
Groenlandia tiene complejas
formaciones de hielo: lagos derretidos que salpican la
superficie, nieve que cae cada invierno y otra compactada que se
comprime lentamente en hielo glacial.
En la mayor parte del país, la nieve
solo se derrite parcialmente cada verano y luego se vuelve a congelar en
delgadas láminas de solo entre 2,5 cm y 5 cm de espesor, ubicadas dentro de la
nieve.
A medida que los eventos extremos de
fusión del Ártico se vuelven más frecuentes, las capas de hielo se expanden y
se solidifican creando esas en gigantescas losas de 1 a 16 metros de
espesor.
Entre 2001 y 2013, las losas
expandieron la zona de escorrentía en aproximadamente 65.000
km2.
Para 2100, a medida que las
temperaturas de la Tierra continúen subiendo y las losas de hielo sigan
creciendo, la zona de escorrentía podría expandirse hasta alcanzar un tamaño
como el Estado de Colorado (en un escenario de emisiones moderadas).
En un escenario de emisiones más
altas podría llegar a alcanzar el tamaño de Texas (EE UU).
Las estimaciones se suman a otras
fuentes de aumento del nivel del mar de Groenlandia, como los desprendimientos
de icebergs.
Las medidas de mitigación que se
tomen ante la crisis climática determinarán la gravedad que
puedan alcanzar estas losas de hielo respecto al incremento del nivel del mar
en las próximas décadas.
"Los humanos tienen la opción de
decidir en qué dirección van", concluye MacFerrin.
Fuente: SINC / Tomado de
Econoticias.com