En agosto de 1943 ocurrió en las inmediaciones de la isla
venezolana de La Blanquilla uno de los combates más violentos y épicos de la
segunda guerra mundial: la caza del submarino U-615.
Desde mediados de 1943 este sumergible se encontraba
realizando ataques en contra de los buques aliados en aguas del Caribe.
Incursionó en el Golfo de Paria y bordeó toda la costa venezolana sin encontrar
ninguna presa. El 28 de julio, a pocas millas al norte del estado Falcón hundió
al buque tanque “Rosalía” que venía del Lago de Maracaibo con su contenido de
hidrocarburos.
El 29 de julio empezó la batalla cuando un bombardero
norteamericano B-18 localizó al sumergible y atacó sin resultado.
El 31 de julio lo vuelven a localizar y nuevamente fallan en
el blanco y el submarino se sumerge y se le pierde la pista.
El 1ero de Agosto un bombardero B-24 basado en Curazao lo
localiza y le lanza varias bombas, con el mismo resultado: el submarino escapa.
Finalmente el 6 de agosto el submarino alemán U-615 es
definitivamente localizado por aeronaves norteamericanas y se traban en una
lucha que durará varios días. Es el combate más largo contra un solo buque
registrado en la segunda guerra mundial.
La madrugada de ese día un avión PBM-3S Mariner P-6 localizó
al submarino en la superficie y luego de lanzar unas bengalas para iluminar la
escena atacó con dos bombas a la nave alemana que explotaron fallando el
blanco, luego el avión atacante volvió sobre el buque, fallando nuevamente. El
submarino se sumergió y el avión lo perdió de vista. Al rato llegó un buque de
la marina norteamericana y al divisar el periscopio del submarino atacó con
cargas de profundidad.
Era la primera vez que un submarino enemigo estaba perfectamente
ubicado en aguas del Caribe y todas las fuerzas aliadas de la zona se empeñaron
en darle caza. En Chaguaramas, Trinidad, estaba la base de buques
antisubmarinos más grande de Estados Unidos y otras ubicadas en Panamá y las
islas del Caribe incorporaron sus aviones y barcos a la lucha.
Más tarde, en la mañana, el sumergible tuvo que emerger para
recargar las baterías y tomar aire fresco. Poco después del mediodía el
submarino, ya iniciando la inmersión fue localizado por un avión Mariner
norteamericano, que le lanzó cuatro cargas de profundidad que explotaron muy
cerca del submarino, que se sumergió rápidamente para evitar ser destruido,
pero las cargas de profundidad le causaron severos daños, habían averiado el
casco y los motores estaban fallando. En vista de que el submarino estaba
haciendo agua, al capitán no le quedó más remedio que emerger. Al salir a la
superficie fue inmediatamente visto por el avión Mariner, quien informó la
posición a la base de Chaguaramas e inmediatamente reinició el ataque.
A su vez, el capitán del sumergible, ordenó a los artilleros
de su buque tomar posiciones de combate en sus cañones antiaéreos y
ametralladoras.
Cuando el avión entró en picada para lanzar sus bombas y
ultimar al submarino recibió una andanada de metralla mortal, cayendo al mar y
explotando.
Unas cuatro horas más tarde llegó al lugar otro avión Mariner
y empezó a ametrallarlo. Los artilleros del sumergible esperaron a que el avión
atacante estuviera a tan solo unos trescientos metros para responder el fuego
que impactó de lleno en el Mariner, arrancando pequeñas partes de un ala y
produciendo un incendio, pero el avión lanzó cuatro cargas de profundidad que
causaron más daños en el sumergible. El timón se dañó y puso al buque a dar
vueltas en círculo, mientras los marineros desesperadamente utilizaban las
bombas de achique para evitar que el buque terminara de hundirse.
Una hora más tarde llegó otro avión norteamericano, esta vez
un Ventura VP2 Harpoon, que lanzó cuatro poderosas bombas, que explotaron muy
cerca del submarino y lo hicieron hundirse momentáneamente y lanzaron a los
artilleros al agua, pero rápidamente regresaron al barco que increíblemente
emergió.
A las seis de la tarde, llega un tercer avión, otro Mariner,
a incorporarse al combate. El submarino está completamente dañado, las bombas
de achique no funcionan, los motores tampoco. Lo único que queda es la férrea
voluntad de sus marineros y las ametralladoras y los cañones antiaéreos.
El recién llegado Mariner entra en picada en contra del
submarino para dar el toque definitivo, pero recibe una andanada de plomo y
fuego, matando al piloto, destruyendo el radar del avión y dañando el piloto
automático.
Casi a las siete de la noche, llega otro avión Mariner a
sumarse a la pelea. Al atacar, recibe una ráfaga de balas, que lo avería y lo
obliga a retirarse inmediatamente a su base.
Ya de noche, se incorpora a la lucha un bombardero B-18, mas
tarde llega también un dirigible de observación K68. Pero entre la lluvia y la
oscuridad de la noche, se perdió de vista el submarino. Había pasado tanto
tiempo en la persecución que el dirigible K68 se quedó sin combustible
suficiente para regresar a su base y tuvo que aterrizar de emergencia en La
Blanquilla, pero los fuertes vientos de la tormenta desgarraron sus lonas e
hicieron pedazos el dirigible.
Al quedarse sin combustible los aviones que estaban en el
combate tuvieron que ser relevados por otro Mariner y regresaron a sus bases a
curar a los numerosos heridos de las tripulaciones y reparar a sus naves de los
tiros recibidos.
Mientras tanto, el submarino, que había sido atacado por
siete aviones distintos, se había quedado sin municiones, los motores estaban
paralizados, los timones se encontraban dañados, el casco estaba agujereado. Su
capitán Kapitzky, había sido gravemente herido por las balas de los
bombarderos. Ya no había cómo luchar. Era la madrugada del 7 de agosto. A lo
lejos se divisaba una columna de humo de un barco que se acercaba. El oficial
al mando ordenó permitir que entrara el agua al submarino. A las cinco de la
mañana las aguas de lo más profundo del Caribe venezolano se tragaron por
última vez al U-615. Cuarenta y tres tripulantes que sobrevivieron fueron
rescatados por el destructor norteamericano que llegaba desde lo lejos. El
capitán Kapitzky y otros tres tripulantes habían muerto en el combate.
En los archivos norteamericanos y de las declaraciones de los
sobrevivientes del U-615, quedaron pormenorizados detalles de este combate.
Incluso algunas fotografías que tomaron los tripulantes de los aviones
atacantes. Un hecho ocurrido en frente a nuestras costas que pocos conocen.