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28 agosto, 2019

La traición de la Burguesía… y otras traiciones


Opinión / Por Rómulo Caldeira

Para analizar las transiciones del feudalismo al capitalismo, algunos historiadores de la Escuela de los Anales y el historiador Inglés Perry Anderson acuñaron la frase “la traición de la Burguesía” para referirse al papel que un sector de la potencialmente revolucionaria clase social había jugado en los primeros tiempos de su aparición en los países de feudalismo clásico (Francia e Inglaterra). Enriquecidos con la pujante actividad mercantil y financiera, los historiadores de esas escuelas de pensamiento hubieran esperado que la burguesía hiciera peso para destruir el sistema feudal, la monarquía y las relaciones sociales basadas en el vínculo de vasallaje. En su lugar los primeros burgueses enriquecidos, compraron títulos nobiliarios, llenaron las arcas del Rey con sus impuestos, engrosaron las filas de asesores de la corte y traicionaron, a decir de las corrientes historiográficas mencionadas, el rol que les correspondía jugar.  

Siempre hay expectativas, uno espera determinadas actuaciones de los hijos, de los amigos, de la familia, pero sobre todo de determinados actores. Actores que por su significación histórica, su importancia actual, su experiencia e incluso su narrativa, deberían jugar un rol y no lo hacen, se engatillan, se mimetizan en alianzas anti natura, como la burguesía de la Edad Media, traicionan su rol histórico, al menos traicionan la expectativa de quienes esperamos otra actitud.
 

En la Venezuela “cuarto republicana” solo los excesos imaginativos de la izquierda radical y la ultra veían a la derecha en los partidos del bipartidismo. Rememoraban los devaneos de juventud de Caldera con el Franco de la Guerra civil y la falange, recordaban los golpes que le dio a Leo (Leoncio Martínez) y relataban historias terribles sobre la represión adeca.  Pero, *ni AD ni Copei representaban a la derecha clásica de otras latitudes*. Caldera en 1936 defendió una Ley del Trabajo bastante avanzada, para los tiempos que corrían y terminó sus días en un gobierno rodeado del Chiripero de la vieja izquierda, incluido el Partido Comunista de Venezuela.  Betancourt, ese keynesiano tropical, socialdemócrata en Venezuela, comunista en Costa Rica, parece libre de sospechas. 

En algún momento, vimos aparecer minúsculas expresiones políticas de la derecha fascistoide y ridículas expresiones de la defensa de cierta nobleza trasnochada, como unos muchachos del Country Club disfrazados de cruzados que se llamaban *Tradición, Familia y Propiedad*; otros grupos andaban por allí de tan limitada importancia política, que ni siquiera recuerdo sus nombres. La vaina se enreda cuando los famosos notables, Familias con Tradición y muchas Propiedades, deciden que ya no basta con cazar la renta petrolera desde la posición de contratistas y “empresarios” sino que aspiran ponerle las manos al erario desde su administración. Se creían aspirantes lógicos al trono, perdón, a la silla de Miraflores.  

Organizan, en primer lugar el antipartidismo, como expresión primitiva de la anti política. AD y CAP, son sus principales víctimas. Y cuando creían que el mandado estaba hecho, se les atravesó una expresión todavía más primitiva de la anti política: Chávez y el militarismo, a la postre, el gran beneficiario de los esfuerzos de la derecha notable.  Por cierto, muchos de ellos financiaron y propiciaron desde sus medios la victoria del Teniente Coronel.

Curiosamente, en estos 20 de lucha por construir democracia y derrotar el autoritarismo, nuevos partidos llenos del espíritu y los apellidos de los notables y con la excusa de evitar que la derrota del autoritarismo parezca restauración, le echan periódicamente plomo a AD y Henry Ramos y/o a Copei y Eduardo Fernández. Otros dirigentes del viejo bipartidismo también han recibido estiércol a ráfagas. Otros políticos sin sangre azul también reciben fuego a discreción. Extrañamente *la nobleza caraqueña, sus apellidos, medios y palangristas siempre están emparentados con los ataques a los plebeyos que se acerquen a un poder que quieren controlar sin interpuestas personas*. 

Hoy, los hijos de los de los notables, las niñas de la anti-política, los residentes del Country, esperan órdenes del Departamento de Estado y convierten en malas palabras: Negociación, Diálogo y Elección. A la cola de esa política, no a la cabeza como creen, aparecen los muchachos nacidos a la política de la mano del adalid de la anti política Alberto Federico Ravell, el mismo que una vez le dijo al “negro Ferrer” que cuando sus ancestros eran esclavos, los Ravell eran “Libertadores”

*Lo verdaderamente incomprensible es que los adecos y otras derivaciones socialdemócratas estén a la cola de esa política*. Los creadores del voto universal, directo y secreto, el partido más importante del siglo XX venezolano, el que tiene más experiencia organizativa y la maquinaria electoral mejor aceitada, las víctimas predilectas de la infamia de los estirados desde antes de 1945, los hijos de Juan Bimba a la cola de los señoritos entalcados de apellidos notables… ¡Que vaina!

Los socialdemócratas “por su significación histórica, su importancia actual, su experiencia e incluso su narrativa, deberían jugar un rol y no lo hacen, se engatillan, se mimetizan en alianzas anti natura, como la burguesía de la Edad Media, traicionan su rol histórico, al menos traicionan la expectativa de quienes esperamos otra actitud.”.