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02 julio, 2019

CARTA A MI COLEGA, EL DOCTOR JORGE RODRÍGUEZ (Esta misiva será un ritornello cada vez que muera un venezolano en manos del régimen)


Por Edgardo Malaspina
1
En tres momentos, de alguna u otra manera, las circunstancias de la vida nos han hecho coincidir con el doctor Jorge Rodríguez. La primera vez fue hace muchos años cuando mataron a su padre. Luego, cuando leí un relato de su autoría que fue galardonado en el concurso de cuentos de El Nacional, obra que fue ampliamente comentada y alabada; y, por último, cuando, siendo alcalde de Caracas, me hizo entrega de un premio literario de Fundarte.
2
Un grupo de muchachos idealistas nos reuníamos casi todas las noches bajo los árboles de la avenida Bolívar, allá en Las Mercedes del Llano. Un día el poeta José Barreto se presentó muy triste y nos dijo:
-Mataron a Jorge Rodríguez, por tal motivo he compuesto estos versos; y mientras los leía, callábamos apesadumbrados. Porque cuando se es joven todas las causas parecen nobles ante nuestros corazones y aunque no sabíamos, sentíamos que las campanas doblaban por todos. Además, nos creíamos socialistas sin imaginarnos nunca que nuestros sueños se convertirían con el tiempo en verdaderas pesadillas.
3
Barreto, me regaló el poema: ¡Publícalo algún día! 
En ocasión de la premiación de Fundarte busqué el poema para entregárselo al hijo del líder asesinado, pero todo fue en vano. Ahora, por esas casualidades del destino, lo encuentro entre un montón de papeles. El concejal Fernando Albán aparece sin vida en circunstancias más que sospechosas. El capitán Rafael Acosta es asesinado aplicándole torturas.
4
¿Déjà vu? ¿Extrañas coincidencias? ¿O el eterno retorno de Nietzsche? Porque el poema, estrofa tras estrofa bien pudiera estar dedicado a Albán o al capitán Aosta, pero en una coyuntura más agravante: aquella vez el gobierno, luego de un forcejeo, reconoció que fue un asesinato, el jefe de la policía fue destituido y los culpables fueron juzgados. Aquel gobierno duró cinco años, y éste quiere ser eterno. Aquella vez, según la leyenda urbana, se comía perrarina, ahora se come directamente de la basura. Aquella vez estaban “rompías las alpargatas” (Alí Primera dixit), ahora están “rompías” toda la ropa, las medias con sus zapatos, las amistades y las familias.
Aquella vez algunos políticos se exilaban, ahora la gente huye a pie despavoridamente de nuestro país configurando un éxodo que deja pálido al bíblico. Aquella vez “no bastaba rezar” (AP), ahora tampoco basta rezar, pero no hay velas para la oración.
5
Hace poco la hermana de Jorge Rodríguez dijo que lo de ellos era su venganza. Entendí que la presentación de Requesens, por parte de Rodríguez, cubierto de heces porque la tortura conlleva a esos extremos, es un episodio de esa revancha que el presidente avaló con sus burlas. 
“La república no se perderá porque el pueblo se ría de su gobernante. La república podrá perderse cuando el gobernante se ría de su pueblo” (General Carlos Soublette).
6
La Cuarta tiene su Jorge Rodríguez, su Fabricio Ojeda y su Alberto Lovera. La Quinta tiene su Franklin Brito, su Óscar Pérez, su Fernando Albán y ahora su Rafael Acosta.
“Y desde el mismo momento que a Jorge lo agarraron, comenzaron a torturarlo. A nadie en un cuerpo policial lo torturan sin una orden de un jefe. Un policía cualquiera, un agente, no puede accionar a motu proprio sobre un detenido, tienen que haberlo mandado a que lo haga. Además, los torturadores saben muy bien qué tipo de torturas van a hacer” (sic). (David Nieves hablando del asesinato de Jorge Rodríguez)
“Te pareces tanto a mí” (canción de Juan Gabriel).
"Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos" (Jorge Luis Borges).
“Si se aplica la ley del ojo por ojo todo el mundo acabará ciego”. (Gandhi).
7
Al reconocido escritor colombiano Héctor Abad Faciolince le mataron a su padre y pensó en vengar su muerte; pero luego llegó a la conclusión que “la única venganza, el único recuerdo, y también la única posibilidad de olvido y de perdón consistía en contar lo que pasó y nada más”. Citaba a Jorge Luis Borges quien dijo que el olvido es la única venganza y el único perdón. Y fue así que Abad escribió su maravilloso libro “El olvido que seremos”. Los psiquiatras, desde los tiempos de Freud, afirman que ese tipo de conducta es el triunfo de la sublimación sobre la perversión.
8
Cumplo con la promesa de publicar el poema de José Barreto en momentos cuando en nuestro país se está escribiendo un capitulo para anexarlo al libro de Borges “Historia universal de la infamia” (otra vez Borges; lo cito constantemente porque lo admiro mucho) y con el deseo de que no se convierta en réquiem por otros venezolanos que adversan al gobierno de turno.
I
Saciaronse las hienas en tu cuerpo
babeando su desprecio y su impotencia
y elevóse tu espíritu imponente
como digno pendón de la inocencia.
II
Tú, mártir de la paz y la igualdad
tu pecado: sentir lo que es el pueblo
tu defecto: el honor y dignidad.
III
Ha muerto el sembrador, mas, la semilla 
en fértil suelo reverdecerá
abonada con luchas de tu pueblo
que el llanto proletario regará.
IV
Jorge Rodríguez, muchachón de pueblo
dicen que has muerto pero estás viviendo
en las manos callosas del obrero
y en la agonía de un niño padeciendo.
V
Bebiste en la copa del martirio
la cicuta mortal del traicionero
ni un gesto de dolor ni una palabra
que pudiera vender al compañero.
VI
De criminal atroz fuiste tratado
en los falaces labios de un ministro
¿Acaso no fue igual cuando llevaron
al martirio supremo a Jesucristo?
VII
A romper las cadenas, proletarios
para honrar a los mártires caídos
a romper con el yugo de los ricos
y aliviarle la carga al oprimido.
VIII
No temais a la muerte que es más noble
inmolarse en sublime sacrificio
que vivir en la paz esclavizante
del modesto y sumiso manumiso.