La
MUD es ahora un zombi que no puede morder a nadie. Esclava de errores, reglas
ineficientes de funcionamiento y ausencia de pluralismo. Tuvo en vida su apogeo
y construyó una victoria electoral que se le escapó cuando no supo cómo seguir
avanzando. A la MUD no la dividió ni María Corina, ni Falcón ni Henry Ramos, la
reventaron sus contradicciones y el equívoco de que la unidad puede
sobreponerse a los contenidos políticos.
La
MUD cumplió su función. La dificultad es que su disolución puede llegar a
formar parte de un proceso de debilitamiento y fragmentación de la oposición,
del incremento de las separaciones: entre política y ciudadanos; entre partidos
y el sentir de la gente. En el fondo late la misma pregunta: ¿puede la actual
dirección opositora, dentro y fuera de la MUD, conformar concertadamente una
opción alternativa creíble?
Henry
Ramos ha expuesto los motivos oficiales de la separación de la MUD, pero como
desviar el centro de interés y velar algunos propósitos forman parte del trajín
político, es válido ir más allá del esquema que nos comunica. Los análisis
críticos suponen desmarcarse de la quincallería de las descalificaciones y del
afán de destruir liderazgos con acusaciones virtuales, anónimas y enfiladas a
golpear no a una persona sino a la oposición. Esa es harina del G2.
La
situación concreta muestra una oposición dividida, al menos en cuatro polos,
que debe encontrar la unidad por otros medios. Se trata de salir de la
encrucijada y explorar qué caminos se pueden recorrer juntos. Podría resultar
provechoso considerar las indicaciones iniciales que Henry Ramos propone para
AD: 1.Dedicarse al fortalecimiento de cada partido, 2. Sacar a la dirección de
Caracas, 3. Oír a la gente.
El
motor del fortalecimiento de los partidos reside en la política antes que en el
engorde de inscritos. Sin el acierto de
la primera no hay posibilidad de militancia socialmente útil. Así mismo, ayudar
a la reconstrucción del movimiento social organizado y a la relación apropiada
entre él y los proyectos políticos es la plataforma para sacar a las fuerza de
cambio del desierto. La unidad no debe
ser identificada ni reducida a una única forma organizativa.
Es
evidente que hay que descentralizar las luchas opositoras, en términos del mapa
geográfico, del repertorio temático, de la atención a los problemas que afectan
gravemente a la gente, de mejores centros locales de decisión coordinada y
ampliación de la dirección colectiva. Así leo el salir de Caracas.
Pero
la reina de las claves es ciudadanizar la política y devolverle a su práctica
el imperio de una ética de servicio. Los partidos han colocado su carreta
delante de la gente y no están observando el para qué de su existencia. Hay que
volver a alentar una reflexión que nos permita identificar las limitaciones,
carencias y errores que se han cometido, durante la época de la MUD, en la comunicación
y relación con el país que se nos está distanciando.
Si
esto no ocurre, puede abrirse puerta franca a fantasías que ofrezcan un cambio
sin la participación de los políticos y los partidos. Una ilusión tras la cual
puede correr mucha gente.
@garciasim