Por Pablo A. de la Vega M. (*)
Fue el tercer inquisidor general de Castilla, Fray Francisco
Jiménez de Cisneros, quien inspiró a los colonizadores españoles para denominar
a una de sus avanzadas en las costas saharauis como Villa Cisneros en 1884.
Allí, en este histórico lugar, conocido como Dajla por el
pueblo saharaui se levantó el primer fuerte español en el Sáhara Occidental en
1885. Y en esa plaza se arrió en 1976 la última bandera española, cuando España
decidió abandonar a su suerte a los saharauis, incumpliendo sus obligaciones
internacionales de poner fin a la colonización.
Dajla fue ocupada por Mauritania, entre 1975 y 1979, a raíz de
los ilícitos “Acuerdos Tripartitos de Madrid”, en los que también participaron
España y Marruecos. No obstante la firma del Acuerdo de Paz, suscrito en Argel
en agosto de 1979, entre Mauritania y el Frente POLISARIO, Marruecos terminaría
invadiéndola.
Esta histórica y, a la vez, heroica ciudad saharaui también
ha sido escenario de intensas protestas y movilizaciones en contra de la
ocupación marroquí. De hecho, múltiples organizaciones de derechos humanos,
entre ellas Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Comité para la
Defensa del Derecho a la Autodeterminación del Pueblo del Sáhara Occidental
(CODAPSO) y la Asociación Profesional de Abogados Saharauis en España (APRASE),
han denunciado periódica y documentadamente las sistemáticas violaciones a los
derechos humanos del pueblo saharaui en los territorios ocupados por Marruecos,
incluida Dajla.
Para ocultar esta realidad cotidiana, la monarquía feudal
marroquí ha implementado una estrategia mediática que tiene como propósito
maquillar sus violaciones a los derechos civiles y políticos, así como las
privaciones y obstáculos para que el pueblo saharaui pueda disfrutar de
derechos económicos, sociales y culturales.
Sus vanos intentos han pasado desde el llamado ‘Dakhla
Festival Morocco’, patrocinado por el propio Mohamed VI y la Asociación Mar y
Desierto, hasta el ‘Festival de Cine de Dajla’, en un ilusorio contrapeso a la
prestigiosa iniciativa que los saharauis promueven en los campamentos de
refugiados en Tindouf, el ‘FiSahara’.
Incluye, además, una audaz e ilegítima iniciativa de
propaganda llamada ‘Foro Crans Montana’, que convoca a ‘ingenuos’ y no menos
‘ingenuos’, como el propio ex presidente del gobierno español, José Luis
Rodríguez Zapatero -lobista de las monarquías árabes conservadoras y asiduo
visitante en varios países latinoamericanos-, a promover la ‘marroquinidad’ del
Sáhara, a cambio de atractivos honorarios y reconocimientos públicos.
Por ahora, tan sólo sugerir la lectura de ‘La historia
prohibida del Sáhara Español’, de Tomás Bárbulo, para entender el episodio más
triste del pueblo saharaui: la traición de España. Y a pesar de ello, la
indoblegable dignidad de las y los saharauis que invita y, a la vez, desafía a
redoblar la solidaridad y apoyo a su legítima causa.- (SPS)
(*) Coordinador de la Asociación Ecuatoriana de Amistad con
el Pueblo Saharaui (AEAPS).