La activista ha elaborado una investigación para Alianza para la Solidaridad con testimonios de cien mujeres subsaharianas que hablan de violaciones, pobreza y exclusión. "Cuando hice el informe estaba en medio de mi proceso judicial y sentíamos que teníamos una lucha en común, la defensa de los derechos humanos", cuenta.
La violencia sexual es el
peaje que deben normalizar las mujeres migrantes para poder sobrevivir,
explica la activista Helena Maleno. Es una de las conclusiones de la
investigación que ha elaborado para Alianza para la Solidaridad sobre
mujeres migrantes subsaharianas. La otra opción que tendrían es morir,
señala. Son algunas de las terribles afirmaciones que se extraen del
documento que se presenta hoy en Madrid. Está basado en los testimonios
de cien mujeres que hablan de violaciones, pobreza y exclusión, multiplicadas por el “fatal” hecho de haber nacido mujeres.
¿Qué cuentan esto testimonios?
En sus discursos se encuentran y repiten unas situaciones de violencia brutal por el hecho de ser mujeres.
Ellas cuentan que siguen sufriendo las mismas violencias estructurales
que en sus países, pero que su viaje es más costoso, que “moverse” las
expone a violencias vinculadas al género. Y además son negras, pobres y
tienen otra religión. Con este trabajo buscábamos recoger la realidad de
estas subsaharianas, invisibilizadas durante muchos años y reiterar que
son personas, sujetas de derechos, que no deben ser miradas solo como
víctimas.
¿De qué violencias hablan?
De violencia sexual, algo que les pasa a todas
y que han normalizado. Y son violentadas por sus compañeros de viaje,
por las fuerzas de seguridad, por los hombres de los países de acogida,
por población civil... Son presa fácil: no pueden ir a una comisaría a
denunciar, no tienen instrumentos de defensa, nadie las protege.
Otra cosa típica que les ocurre es que cuando están en el bosque y hay una redada, huyen de los militares, tras ellos entran los bandidos marroquíes. A ellos, a los hombres, les roban; a ellas las violan.
Otra cosa típica que les ocurre es que cuando están en el bosque y hay una redada, huyen de los militares, tras ellos entran los bandidos marroquíes. A ellos, a los hombres, les roban; a ellas las violan.
¿Les cuesta hablar y contarlo?
"A ellos, a los hombres, les roban; a ellas las violan"
No.
Bueno, conmigo no, pero también es cierto que yo tengo una relación
especial con ellas. Cuando hice el informe estaba en medio de mi proceso
judicial y sentíamos que teníamos una lucha en común, la defensa de los derechos humanos. Ellas hablaban conmigo en clave de estrategia, de empoderamiento,
como para tomar fuerzas. Me explicaban que se lo contaban entre ellas
porque ellas sabían lo que era aquello, porque habían sentido y sufrido
lo mismo. De alguna forma, se hermanan y organizan redes de apoyo mutuo
entre ellas. Y para defenderse, intentan ir en grupo, no salir a
determinadas horas…
“A nosotras nos violan, eso es así. Pocas escapamos. También morimos más, de forma más fácil. En el desierto o en el agua. En cada cruce de frontera, si te quedas al borde del agua estás expuesta a más violencia por ser mujer. Cada hombre que ves, ya sea negro o blanco, bandido o militar, puede convertirse en un agresor. No puedes vivir con miedo porque te mueres, tienes que vivir sabiendo que tarde o temprano te va a pasar”, dicen las mujeres en el informe. Con esa realidad, ¿cuáles son sus estrategias de empoderamiento?
La primera es normalizar que te va a pasar. ¡Claro
que te va a pasar: pagas con un dinero y tu cuerpo tu proyecto
migratorio! Normalizarlo es apostar por tu proyecto y saber que te va a
ocurrir para no enloquecer cuando te pase.
"Normalizar la violencia es una gran estrategia para no morirte"¿Perdón?
Eso es supervivencia, porque si no mueres. El viaje
es terrorífico. Cada vez, por ejemplo, por el hecho de que haya más
controles, lo hace más duro, especialmente para las mujeres. Ellas se
exponen a las violencias ligadas a la trata de personas y a ser
explotadas durante el tránsito para poder llevar a cabo el viaje, por no
hablar de los abusos y violaciones sistemáticos. Normalizar la violencia es una gran estrategia para no morirte.
¿Y una vez aquí? Porque el informe habla de ellas en territorio español y de sus condiciones en el servicio doméstico.
Sí. Hablan de esclavitud en el servicio doméstico y
esclavitud sexual. Saben que están abocadas a un nicho laboral muy
vinculado a su condición de mujeres. Y ahí otra estrategia es pensar:
‘vale, voy a ser explotada un tiempo, pero después podré tener un
negocio y ser independiente’. Algo muy curioso es cuando hablábamos con
ellas de la necesidad de cuidarse a sí mismas. Para ellas, cuidarse es
ser independientes.
La ruta del Estrecho parece haberse vuelto a abrir por la cantidad de muertos. ¿Qué hacemos? Porque no es una cuestión de condiciones meteorológicas.
Hay algo que ellas dicen que es la clave. Ellas
repiten: ‘No tenemos derecho a migrar pero no tenemos derecho a no
migrar’. No tienen derecho a no quedarse. Por eso no hay que hablar de
efecto llamada, sino de efecto salida. No tienen opciones.
¿Qué le pediría al nuevo presidente en materia migratoria?
A Pedro Sánchez
Lo primero que debe hacer, y a eso ya se comprometió, conmigo, directamente, por Twitter, es terminar con las devoluciones en caliente, en la valla y en el agua (donde hay muchas muertes calladas). Él dijo que iba a derogarlas. También es básico que anule la Ley mordaza, con la que se persigue a defensores.
Son muchos los debes. Debe escolarizar a los niños y niñas menores de Melilla, que son más de 120. Al igual que a los de Ceuta. Debe mejorar los centros de menores y tener otro tipo de prácticas con ellos: son nuestros niños, ¡están en el Estado español! Debe fomentar políticas no racistas y hacer que funcionen los filtros democráticos cuando ocurran cosas como la tragedia de Tarajal.
Con respecto a las políticas de acogida, debe poner recursos. Porque hoy quienes llegan se bajan de las pateras, duermen en las calles. El sistema de acogida debe ser verdadero.
Son muchos los debes. Debe escolarizar a los niños y niñas menores de Melilla, que son más de 120. Al igual que a los de Ceuta. Debe mejorar los centros de menores y tener otro tipo de prácticas con ellos: son nuestros niños, ¡están en el Estado español! Debe fomentar políticas no racistas y hacer que funcionen los filtros democráticos cuando ocurran cosas como la tragedia de Tarajal.
Con respecto a las políticas de acogida, debe poner recursos. Porque hoy quienes llegan se bajan de las pateras, duermen en las calles. El sistema de acogida debe ser verdadero.
Debe también reforzar el trabajo de
salvamento marítimo, por encima del control de fronteras. Es básico: el
derecho a la vida es sagrado y está por encima de todo, sobre todo en el
mar. Hay que acabar con los años de propaganda racista que dice que las políticas migratorias nos defienden: en una democracia eso es un engaño para poder matarles y levantar muros.