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13 junio, 2018

Entrevista a Alexandra Cousteau, activista y embajadora de OCEANA



Cuando el comandante Jacques-Yves Cousteau empezó a explorar los mares en los años 50 no pensó en protegerlos, sino en conquistarlos. Sus películas mostraron por primera vez las profundidades marinas, un mundo hasta entonces totalmente desconocido. Fue más tarde, con la ayuda de su hijo Philippe (fallecido en un accidente de avioneta en 1979) cuando Cousteau vio la necesidad de cuidarlos y conservarlos.

Siguiendo los pasos de su abuelo y su padre, Alexandra Cousteau (EE UU, 1976) trabaja en la actualidad para recuperar la abundancia de los océanos en la campaña Save the Oceans, Feed the World de la organización OCEANA, donde es embajadora.
¿Qué lugar ocupan los océanos en sus recuerdos de infancia?
Siempre han sido parte de mi forma de ver el mundo. La exploración, el descubrimiento, la narración de historias y la protección de los océanos siempre formaban parte de la identidad propia de mi familia. Para mí no hubo otra opción. Nunca he pensado en hacer otra cosa, desde que su familia empezó a explorar los océanos, ¿qué avances se han hecho respecto a la conservación y la protección de estos ecosistemas?
¿Avances? Pienso en los océanos de mi abuelo, en la década de los 50, y me parece increíble saber que en 2050 habrá más plásticos que peces en los mares. ¡Y en solo 100 años! Esto se produce por la sobrepesca y la sobreexplotación de los océanos. Las especies del Mediterráneo se han reducido un tercio y solo hay límites internacionales de pesca para dos de ellas: el pez espada y el atún rojo. Esta podría haber sido la situación hace 30 años; pero ahora sabemos más, debemos actuar más.

El estado del mar sin duda ha empeorado estas últimas décadas. ¿En qué dirección hay que ir para mejorarlo?
Al reflexionar sobre mi familia, me doy cuenta de que mi abuelo lo tenía todo por descubrir: todo era abundancia, no había plásticos, y había vida en los océanos. Las películas que hizo sobre estos mares han maravillado al mundo entero. Pero fue la generación de mi padre la que empezó a observar los daños y a hablar de grandes soluciones para proteger lo que queda.
En el Mediterráneo, ¿qué están observando y qué actuaciones se están realizando?
En este mar se está llevando una de las mayores campañas porque hay sobrepesca. No hay un acuerdo entre todos los países para evitar la sobreexplotación. Es increíble. La pesca de arrastre destroza los fondos y el hábitat de la vida marina, y deja un desierto en las profundidades. A los peces les cuesta recuperarse porque les falta protección y alimento. Solo un 11,7% de las especies está protegido, pero hay un objetivo internacional para llegar al 30%.
¿El fin de la sobrepesca sería la salvación de las especies?
Si paramos la sobrepesca podemos reconstruir los océanos, pero se deben crear más áreas protegidas. También se necesita más implicación por parte de los consumidores, que sepan de dónde viene el pescado que van a comprar y comer.
Con problemas medioambientales como el cambio climático, los océanos son víctimas silenciosas. ¿Por dónde deberíamos empezar?
Hay que apostar por la resiliencia frente al cambio climático y restaurar la vida marina. Con abundancia se podrá resistir al estrés provocado por el aumento de temperaturas. Nos queda un tercio de la vida marina que teníamos, los peces son más pequeños y viven en la contaminación, y por tanto serán menos resistentes. Hay que dar una oportunidad a todas las especies para que se reproduzcan y encuentren un equilibrio.
Pero también se producirá un aumento del nivel del mar. Se necesitará una acción global…
Hay ciertas cosas que no seremos capaces de parar. Van a llegar. Volver a los océanos de mi abuelo va a ser imposible. Serán otra cosa, pero podremos reconstruir una abundancia marina diferente a la que hubo hace 50 años. No me gustaría que nuestros hijos se encuentren a nuestra edad con el resultado de nuestra falta de voluntad por cambiar las cosas. No quiero que cuando tengan 40 años ya no haya peces en el mar, sino solo plástico. Es increíble pensar que puede ocurrir.
Sin embargo, unos 8 millones de toneladas de plástico navegan en los mares. ¿Cómo se puede evitar que esta cifra aumente?
Hay que poner fin al plástico de un solo uso. Hemos vivido muy bien hasta hace 50 años sin él, así que podemos hacerlo. La mayoría de los plásticos que están en el océano proceden de Asia, pero es un problema global. Y sé que en el G7 en Canadá se va a hablar de ello. Hay que legislar, no se puede educar a todo el mundo. La Unión Europea quiere prohibir los plásticos de un solo uso como las pajitas. Taiwán ya lo ha anunciado para 2019. La idea no es recoger todo lo que hay en los océanos, sino pararlo desde su origen. El plástico debería ser empleado para usos muy importantes, como las jeringuillas.
¿Cree que en este sentido la Unión Europea está bien encaminada?
Eso espero. Pero es buena señal que la gente se implique. Hay tanto por hacer desde la política y la opinión pública, empezando por el fraude del mal etiquetado en los pescados... Ya veremos.(Tomado de econoticias.com )