Conocidos
los resultados electorales queda claro que los venezolanos hemos
perdido una oportunidad histórica y única de haber podido derrotar al
iletrado Maduro
el pasado 20/5, poniéndole así fin a la tragedia que agobia a la
mayoría de los venezolanos. Al margen de los discursos triunfalistas de
los abstencionistas, la no participación electoral (56-80%) le garantizó
la "reelección" al ignorante Maduro.
Los precarios votos logrados por el vocinglero de Miraflores
demuestran lo equivoco que fue para la oposición abstenerse siendo
mayoría, publicitar la invencibilidad del candidato gobiernero, y
entregar el futuro político del país a los designios de la comunidad
internacional. Ello es asumiendo como verdadera la cifra suministrada
por el CNE la cual luce a todas luces inflada a favor del régimen por lo
escaso de la participación ciudadana. Resultados que reflejan un amplio
rechazo al régimen, pero también el colapso de la maquinaria social
fascista a pesar de todo el ventajismo, coacción y chantaje utilizados
durante toda la campaña.
Que Maduro haya ganado con sólo el 20-30% de los votantes indica que
ni las “cacareadas condiciones”, ni el robo de votos, los puntos rojos,
la compra de conciencias y la parcialidad del plan república son
determinantes a la hora de votar. Ha sido una escuálida votación a pesar
del control social ejercida por el régimen en especial entre los
votantes más necesitados (carnet de la patria, caja del CLAP, misiones
sociales). Lo que sí evidencia es la tozudez de una oposición que optó
por el derrotismo y desestimó la fuerza del voto popular. Una oposición
que paradójicamente se ha encargado en desvalorizar al voto como arma de
lucha haciendo causa común con los voceros de la dictadura, enemigos
históricos del voto popular.
Como era de esperarse los abstencionistas, ante la carencia de un
plan estratégico para después del 5/20, hoy recurren a vagos slogans
como resistir y seguir luchando por la libertad, y continúan apostando
por un golpe militar redentor, o en su defecto por una invasión militar
extranjera patrocinada por Mr. Trump y sus adláteres Pence y Pompeo.
Postura que alimenta la tesis oficialista de la hostilidad permanente, y
le permite insistir en la bandera de la nación amenazada para
justificar el caos existente en el país. Otros abstencionistas, más
ilusos claman por la dimisión del dictador Maduro. Vale preguntarles
¿Cómo apelar a un recurso democrático frente un dictador? Suspiran por
nuevas sanciones económicas, al margen de que las mismas afectarán
colectivamente a los venezolanos y no exclusivamente a los que han
delinquido. De ser impuestas se profundizará la hiperinflación y la
carestía de alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad. Para
quienes defienden iracundamente las sanciones como vía para salir de
Maduro, sería interesante que nos dijeran ¿Cómo explican el fracaso de
las políticas sancionatorias en el caso de Cuba (57 años), sin el
resultado esperado, es decir, el derrocamiento del gobierno de la isla?
Sanciones que solo han traído más sufrimiento y dolor para el pueblo
cubano, más no así para los jerarcas del gobierno.
Con el triunfo de Maduro se acentuará la destrucción de la economía,
se profundizará el hambre y la represión y se consolidará una sociedad
tutelada por la pestilente bota militar. Obviamente con la permanencia
de Maduro y su pranato es imposible abrigar la esperanza de que pueda
revertirse la crisis venezolana, al contrario, las dimensiones de la
misma se agudizará. El régimen seguirá con su viejo libreto estatista en
lo económico y schmittiano en lo político a fin de afianzarse aún más
en el poder.
La conducta derrotista de la oposición y su resignación en favor de
una solución mediada por la comunidad internacional nos retrotrae a la
experiencia cubana. Es decir, una salida no gestada por los nacionales
sino en función de los intereses geopolíticos de la región, que en
muchos casos no son los mejores para nosotros. Valdría la pena
invitarlos a que se vean en el espejo de Cuba que lleva 57 años
esperando por esa solución “cocinada” desde el extranjero.
Hoy es evidente que el llamado a la abstención dejó atrás una
oportunidad extraordinaria para finiquitar la tragedia que vive
Venezuela. Bloquear toda ruta electoral es abrir los senderos a la
violencia, escenario que le conviene al régimen y a sus matones
asalariados.
Con una oposición timorata e incapaz como la que tenemos el
facho-chavismo-madurismo tendrá una larga vida para desgracia de la
mayoría de los venezolanos. |