Tomado de Periodismo Alternativo
Por Sputnik
Dos jóvenes argentinas impulsaron el Club de Reparadores, una
instancia comunitaria para promover la reparación de objetos como una vía de
alcanzar la sustentabilidad y el aprovechamiento de recursos. Sputnik te cuenta
de qué se trata.
El cable de tus auriculares se dañó y solo escuchas de un
solo lado, por lo que los botas a la basura y te compras unos nuevos. ¿Se te
gastó la suela del zapato? No pasa nada, te deshaces de ellos y consigues un
nuevo par en un centro comercial. La aspiradora funciona de maravillas, pero no
encuentras más bolsas compatibles con el modelo que tienes, así que la tiras y
adquieres otra.
Es muy probable que te puedas identificar alguna de estas
acciones. Cada una de ellas, si te pones a pensar, tiene consecuencias en tu
comunidad. Los desechos generados se vuelven una amenaza al medioambiente,
mientras que tú pierdes dinero. En todos estos casos, la reparación es una
opción adecuada y más amigable con la naturaleza y la sociedad en general. En
Argentina, el Club de
Reparadores busca generar conciencia sobre esta alternativa, pues “es
mucho más eficiente a la hora de pensar la reducción de residuos”, explicó a
Sputnik Melina Scioli, una de sus cofundadoras. Este particular colectivo
realiza jornadas de reparación en sitios públicos, donde cientos de personas se
juntan para dar una nueva vida a aquello que de otra manera estaba destinado a
terminar en un vertedero.
Arreglar los objetos averiados o gastados resuelve “parte”
del problema de los desechos, dijo Scioli, pero también tiene otra dimensión
social importantísima, pues rescata un número de oficios y
saberes —zapateros, costureros, relojeros, electricistas, luthiers,
encuadernadores— que están desapareciendo de los barrios latinoamericanos.
“Nos dimos cuenta de que nos estábamos metiendo en un
tema que era muy rico. Además de la minimización de residuos, conlleva al
fortalecimiento y la generación de empleo. Por otro lado la reparación tiene un
valor tanto como para el que la hace como para quienes participamos de la
cultura y buscamos contagiar ese cuidado hacia las cosas”, aseguró Scioli,
artista visual y consultora en sustentabilidad.
Scioli y su colega Marina Plá comenzaron con la idea en 2015.
Inicialmente eran defensoras del reciclaje de materiales. Llegó un momento en
el que notaron que “no es una solución en sí, sino una respuesta a un modelo
que tiene fallas estructurales y sistémicas”. Este proceso para transformar
materia prima usada para convertirla en nueva es necesario, pero su existencia
“habla de que concebimos las cosas mal y generamos descarte”.
Esta reflexión llevó a que se preguntaran qué hacía que las
cosas dejen de funcionar. En parte, vieron que los objetos en desuso se
conciben bajo una lógica de obsolescencia programada, es decir, para que duren
un tiempo determinado.
A veces, la obsolescencia era indirecta, por ejemplo, cuando
las cosas dejan de funcionar “porque se descontinúan y cambian las cosas a un
ritmo acelerado” y conseguir una pieza de repuesto se vuelve una tarea
complicada.
“O incluso la obsolescencia psicológica, esta falsa
creencia de que tenés que reemplazar algo porque no está más a la moda o
simplemente tenés que tener el último modelo y descartás un objeto que puede
seguir funcionando”, agregó Scioli.
El Club de Reparadores no se plantea como una instancia
permanente. Son sesiones de unas cuatro horas, cuyos rubros varían de acuerdo
con los oficios disponibles en cada comunidad. Se crean mapas de reparadores en
la zona. En tan poco tiempo, no es posible reparar todo lo que se quiere, pero
es una muestra de que es algo posible. El objetivo no es ese, sino que la
“cultura de la reparación y el cuidado trascienda cada encuentro”.
“[Los encuentros] posicionan el hecho de que reparar
es algo fácil, creativo y divertido. Es la opción más responsable. Reparando
algo vos estás generando trabajo, valorando esos recursos que a la naturaleza
le costó muchos años desarrollar y que hoy por hoy componen tus cosas”, dijo
Scioli.
Entre noviembre de 2015 y agosto de 2017, se realizaron 27
ediciones oficiales, siete independientes, con 1.929 personas que asistieron
para reparar 1.453 objetos. Los más comunes han sido auriculares, lámparas,
camisas, pantalones y mochilas. El Club alienta la formación de eventos
independientes para expandir en cada ciudad la iniciativa.
Muchas veces, los objetos que necesitan un repuesto se
recomponen con piezas modeladas y creadas a través de un sistema de impresión
3D. Estas técnicas han ayudado a “volver la reparación un poco más atractiva”.
El cruce de tecnologías nuevas con oficios antiguos y tradicionales es otro de los
puntos que realzan el trabajo del Club. Es una manera de innovar y recuperar
una tradición muy latinoamericana: la de “darse maña”.
“Es algo que heredamos de nuestros padres y de
nuestros abuelos. En otra época había otra conciencia respecto a qué cosas se
descartaban o no, del cuidado que había que darle en la vida útil”, dijo la
artista.
La tradicional “maña”, ese acto de “buscarle una vuelta a
algo que pareciera no tener solución”, es muchas veces lo que permite ejecutar
el acto creativo de la reparación. A veces es necesario conocer cómo usar las
herramientas, pero otras veces requiere además de creatividad.
La Constitución de Argentina indica en su artículo 41 que
“todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto
para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen
el derecho de preservarlo”.
Scioli y Pla basan su trabajo en esta parte de la ley
fundamental, que indica derechos y deberes respecto a la sustentabilidad, algo
que consideraban que “se estaba tomando muy a la ligera”.
Respecto a la polémica generada por el reconocimiento de
Apple de enlentecer premeditadamente sus dispositivos más antiguos, Scioli
consideró “que es algo que no está bueno aceptar” y obliga a los consumidores a
reflexionar sobre su rol y poder en el sistema a través de sus decisiones.
“Nosotros estamos comprando esos productos. Lo que al fabricante
le llega es que su producto está bien porque genera ventas. Entonces sin duda
tenemos que saber pedir y exigir mejor, y apoyar a aquello que sentimos que es
el modelo que queremos ver en el futuro”, consideró la especialista.