Por CARLOS
RAÚL HERNÁNDEZ *
Reclaman fortalecer la Unidad, imperativo categórico que
ojalá contuviera propósitos hondos de rectificar. El problema es que pareciera
que unos van a las elecciones, otros no, y una separación podría producirse. No
hay que recontar los episodios de autodestrucción de los dos años anteriores,
sino precisar por qué se llegó a ellos, y nuestra intransmisible
responsabilidad en los avatares de 2018. Nos derrotamos nosotros mismos,
fuimos víctimas de nuestros bumeranes, de la ferocidad de la abstención. Los sicoanalistas
piensan que reconstruir la microhistoria personal ayuda a superar los
espectros que nos perturban.
El país entero se unió contra la autocracia en la abrumadora
mayoría política de 2015. Se cambió por espejismos, corta vista, juegos de
abalorios, actuar a la loca. La Unidad funcionó desde 2012 porque los partidos
derrotados aceptaron con humildad ponerse al servicio de quienes habían ganado
internamente en buena lid, e hicieron grandes esfuerzos por su triunfo; la
generosidad luego se convirtió en veneno. En vez de gratitud vinieron feroces
ofensivas de desprestigio contra los aliados, que se mantienen incluso hasta
hoy y se quiso discriminar entre puros e impuros. Lance la primera piedra,
tendrá una matanza paleolítica.
En 2014 arrancaron sangrientas razzias contra la MUD, R.G.
Aveledo y cualquiera que no comulgara con las alucinaciones de la salida. Desde
2015 gente incuestionable recibió y recibe aún “fuego amigo” desde dentro de la
Unidad, por el simple hecho de disentir o inquietar aspiraciones de
otros. Luego de su memorable trabajo se produjo el insólito “despido” de Chúo
Torrealba como a un ingeniero de Pdvsa. Durante los fatales 2016-2017, el
asalto del cielo en las calles significó la exclusión y marginación de los
partidos que no fumaron del mismo tabaco.
Fuego amigo
Ya sabemos qué vino después y por qué estamos en el peor de
los mundos. Atormentado por la deriva de la guerra española, César
Vallejo exclamó: “cuídate, España, de tu propia España”. Como entonces los
fusilamientos fueron adentro, porque a la antipolítica se le sale la babita y
mantiene la cruzada de descrédito desde Madrid, Miami y etc. Un señor famoso
por su torpeza, su lamentable y errático criterio político, todos los
días denigraba de quienes dialogaban. No se ocupaban de la muerte de Oscar
Pérez, “por andar entretenidos en elecciones”. Como si tal cosa, al día
siguiente lanza su candidatura desde el oso de la Puerta del Sol.
Lo hace sin sonrojo y con un enorme cucurucho de palomitas
acarameladas en la mano, bolsa de Galerías Preciado. Obviemos las pintorescas,
por cosas más operativas. La unidad ahora implica incorporar nuevos
factores y volver a hacer de la Mesa una instancia de debate sin hegemonías.
Mandar es mucho más fácil que ejercer liderazgo, arte que requiere convencer.
Son antitéticos conducción y caudillismo, dirigir y mandar, Betancourt y
Chávez. Aunque dice una importante encuesta que cualquiera de los candidatos
democráticos le ganaría al gobierno 70 a 30, el radicalismo logró el antimilagro
de transformar la mayoría social en minoría política.
No ir a las elecciones y a cambio aferrarse a fantasías como
supuestas invasiones extranjeras, haría desaparecer la oposición como en 2005 y
con ella la esperanza democrática. Esa es la obra de unos que andan dentro y
fuera del país con el único oficio de desacreditar cualquier acción práctica.
Su calumnia descerebrada va contra el diálogo, el voto, los partidos, la
oposición real. Con ese invalorable apoyo, el gobierno convoca elecciones para
arrancar las fuerzas democráticas de raíz.
Refugio de perdedores
Se pide unidad, pero cómo se conjuga con la gritería
abstencionista, sin sentido, vacía, grupos crónicos que no hacen absolutamente
nada salvo vivir para la intriga y la maledicencia en las redes. El perdedor o
cabillero digital es un prototipo que se presenta como tendencia en todas
partes y llama la atención de estudiosos del tema. Es el que compensa su
fracaso como ser humano denigrando de otros con su único recurso: una
madriguera en las redes donde se esconde el taxi driver de Scorsese de la era
digital. Pero se observa una auspiciosa reacción contra ellos.
Es una corriente racional y decente que se reveló contra los
que hacen de las redes una sentina ética a su imagen y semejanza. Esta
extraordinaria aparición contribuirá a higienizar los debates, reducir la
influencia de los cabilleros, cobradores de peaje y grupos de exterminio del
ciberespacio. Fueron esta semana un chorro de aire fresco y renovación del
lenguaje, mujeres y hombres que discuten sin ensuciarse la boca, con elegancia
e inteligencia, que no sucumben a la ira sino a la razón. No insultan sino
ironizan. Enjuagan la vulgaridad, la mentira, la ruindad de los
tuiterneitor que dejan su pestilencia en los teléfonos.
Nadie debería apostar a quimeras o creer que la miseria será
catalizador de un cambio. Los marxistas solían decir que “lo bueno de la
situación es lo malo que se está poniendo”, apuesta suicida a imponderables que
ahora consigue nuevos seguidores. La experiencia práctica y teórica indica que
quien pasa hambre dedica su tiempo a conseguir alimentos y no a la lucha
política. Samuel Huntington, uno de los más importantes estudiosos del tema,
escribió las 500 páginas de Política y sociedad en época de transición para sustentar
esa hipótesis.
*@CarlosRaulHer