Por RODNEY MUHUMUZA / Tomado de AP
KAMPALA, Uganda (AP) — Tras la sorprendente caída en
desgracia de Robert Mugabe en Zimbabue, la atención se enfoca ahora en otros
caudillos africanos que llevan mucho tiempo en el poder y no quieren dejarlo
ir.
La inesperada decisión del presidente ugandés Yoweri Museveni
de condecorar a unos 300 oficiales del ejército en una inusitada promoción
masiva de militares la semana pasada pareció insinuar la preocupación de muchos
que piensan que si Mugabe, que estuvo 37 años en el poder, puede ser derrocado
por los militares, nadie está a salvo.
Después de la partida de Mugabe, Museveni queda como uno de
cuatro líderes africanos que gobiernan desde hace más de tres décadas. Los
otros son el camerunés Paul Biya, quien es presidente desde hace 42 años;
Teodoro Obiang Nguema, quien gobieran la Guinea Ecuatorial desde 1979, y Denis
Sassou Nguesso, quien ha gobernado la República del Congo por un total de 33
años, divididos en dos gestiones.
Museveni, un importante aliado de Estados Unidos, es el más
visible de los cuatro. Quiere mantenerse en el poder eliminando una cláusula de
la constitución que fija un límite de edad para el presidente. La oposición se
niega a considerar semejante cambio.
Su promoción masiva de militares parece un indicio de la
preocupación que causó el derrocamiento de Mugabe, quien tenía 93 años,
conducía los destinos del país desde que se independizó y había dicho que
quería perpetuarse en el gobierno hasta su muerte.
Las promociones buscaban aplacar los ánimos de los oficiales
tras la caída de Mugabe, según Gerald Bareebe, académico ugandés de la
Universidad de Toronto que investiga el papel de los ejércitos en la
consolidación de los gobiernos. “Museveni sabe que sin el apoyo del ejército no
puede mantenerse en el poder”, manifestó.
“Hay grandes similitudes entre Uganda y Zimbabue. Tanto
Mugabe como Museveni han estado forzando su suerte”, opinó Ladislaus
Rwakafuuzi, abogado ugandés que representó a opositores a Museveni. “¿Qué
encenderá la mecha en Uganda? Eso nadie lo sabe?”.
Igual que en Zimbabue, los militares son vistos como la
institución más fuerte de Uganda y a mucha gente le asusta la idea de que
Museveni pueda estar afianzando su control de las fuerzas armadas.
A lo largo de los años, Museveni se ha vanagloriado de su
habilidad para apaciguar a los militares después de violentos golpes en los que
fueron depuestos varios líderes ugandeses. El propio Museveni llegó al poder
por la vía de un golpe en 1986, tras derribar una junta militar que había
derrocado a su vez a un presidente surgido de las urnas. Desde entonces hizo
una limpieza, eliminando a varios oficiales antes de ser nombrados generales y
reemplazándolos con oficiales jóvenes, leales a su gobierno.
Hay quienes dudan que Museveni, ya entrado en años, pueda
mantener el férreo control de antaño y lo alientan a que implemente reformas
democráticas.
“La lección que deja Zimbabue a toda África es que las
presidencias imperiales apoyadas por una ideología militarista no son
sustentables”, opinó el historiador Mwambutsya Ndebesa, de la Universidad
Makerere University de Uganda. “Todas llegan a su fin”.
Museveni ganó cuatro elecciones que estuvieron marcadas por
denuncias de fraude. Los legisladores promueven ahora una reforma que elimine
la cláusula de la constitución que dice que nadie mayor de 75 años se puede
postular a la presidencia. Museveni tiene 73 años y, de mantenerse esa
cláusula, no podría volver a postularse.
La propuesta seguramente será aprobada porque el partido de
gobierno tiene una abrumadora mayoría en la asamblea nacional.
La organización International Crisis Group dijo en una
evaluación difundida el 21 de noviembre que en Uganda “aumenta el descontento,
sobre todo en los jóvenes” y que “el presidente no puede seguir apoyándose en
el clientelismo y el chantaje para gozar de la lealtad de las fuerzas armadas,
sino que debe poner en marcha reformas para revertir la declinación de la
economía”.
Multitudinarias manifestaciones ocurridas después de que los
militares tomasen el poder forzaron la renuncia de Mugabe y se cree que otros
líderes africanos podrían ser derribados también mediante movilizaciones
populares, sobre todo en los sitios donde las economías están declinando.
Este mismo año, Yahya Jammeh, que gobernó Guinea Ecuatorial
más de 20 años, tuvo que exiliarse luego de negarse a aceptar su derrota en las
elecciones, generando un impasse que casi da lugar a una intervención militar
regional. En Burkina Faso, Blaise Compaore fue obligado a renunciar en el 2014
después de 27 años en el poder cuando su propuesta de una enmienda
constitucional que le permitiese buscar otro período motivó grandes protestas.
Ahora toda la atención se centra en Uganda, según Makau
Mutua, prominente abogado keniano que vive en Estados Unidos y quien dijo en
Twitter que “los ugandeses deben darle a Yoweri Museveni el mismo trato que se
le dio a Mugabe. Hay que aprovechar este momento”.