Por Simón García
Quiero comenzar señalando un primer y poderoso motivo,
votaría por Kico porque es mi amigo. Lo conozco y sé de su inteligencia, de su
ánimo emprendedor y de su honestidad. Son tres atributos indispensables para
salir bien en el desafío que se propone asumir. Son condiciones para
mantener un equilibrio útil en dos aspectos de una misma lucha: contribuir
institucionalmente a reconquistar la democracia y generar para Baruta opciones
alternativas de ciudad, al margen de la asfixia presupuestaria y otras
venganzas que acostumbra imponer el peor centralismo, por totalitario y por
ineficiente, de este escarnio de poder.
Kico ha sido un demócrata que ha estado en la calle, en los
medios y en la anónima actividad de organizar a los ciudadanos. Inicialmente,
como a muchos, lo atrajo el discurso de Chávez. Pero la luna de miel duró poco.
No necesitó esperar a que la destrucción país, la pobreza y el manejo
instrumental de los derechos reflejaran la miseria política de un proyecto,
envasado en Cuba y destinado a perpetuarse mediante el control de todos los
órganos del poder y la sumisión de todos los individuos a fuerza de ideología,
rentismo y represión. El G2 o quien la aliente, puede ahorrarse esa
maniobrilla.
No voy a idealizarlo, pero asocio a Kico con Vaclac Havel, el
disidente que desde el teatro llegó a ser el primer presidente democrático de
Checoeslovaquia, después de la caída del comunismo. El paralelismo me lo
insinúa el énfasis que le proporciona Kico al empeño de ejercer la política
desde la verdad y desde su autenticidad, aunque no guste a todos algún
desplante comunicacional o que no use medias.
La verdad cuesta. Kico ha expresado con valentía y franqueza
su opinión sobre la juramentación ilegal ante la moribunda ANC en un municipio
que la rechaza con recias emociones y buenas razones. Pero su idea también es
digna de consideración: afirma que entregarle un bastión de libertad al régimen
es fortalecerlo y seguirle el plan a Maduro. Opta por defender la voluntad de
los electores de Baruta, aún en las peores circunstancias.
Votaría por Kico porque es un independiente y no tiene que
someterse a imperativos externos a su conciencia. A su vez posee una formación
militante adquirida desde sus tiempos de estudiante y en su actividad
gremial.
Me ha sorprendido el tanque de especialistas que ha convocado
Kico. Gente madura y con notable saber profesional, que puede convertir la
gestión pública de Baruta en una referencia nacional con proyectos de bajo
costo sostenidos por todos sus habitantes con sensibilidad social y
suficientemente responsables para involucrarse en la labor de mejorar la casa
común en la que viven.
Si acaso las encuestas que indican que Kico tiene el primer
lugar en las preferencias se voltean, no dudaría en respaldar a cualquiera de
los otros candidatos de la oposición que tenga, comprobadamente, las mayores
posibilidades de ganarle al gobierno. Kico actuaría igual porque la Alcaldía no
es para él una oportunidad burocrática sino una opción de lucha para hacer
mejor país.
El valor concreto del voto, aquí y ahora, para los baruteños
es mantener a Baruta fuera de las instituciones que servirán para consolidar
una dictadura. Ninguna trampa ni falsos argumentos sobre legitimidades y
reconocimientos montados por el régimen, debería impedir el imperativo ético de
hacer todo lo que esté en nuestras manos para derrotarlo. Lo que lo legitima y
lo empodera para perpetuarse, es dejar de votar.
Existen otras razones menos personales para votar por Kico
que son también válidas para apoyar a un dirigente vecinal de la excelente
trayectoria de Elias Santana en Sucre, a ese símbolo de la generación
universitaria del 2007 que es John Goicochea en El Hatillo, a Gustavo Duque en
Chacao, Josy Fernández en Los Salias, José Luis Rodríguez en Carrizal, Pablo Da
Silva en Vargas y la dirigente vecinal Maribel Castillo en Libertador.