Ante un auditorio que combinó dirigentes políticos y sindicales, argentinos
y brasileños, el ex presidente presentó el nuevo centro de producción de
conocimientos creado por la UMET en acuerdo con Clacso. Las definiciones de un
patrono.
Por Martin Granovsky / PAGINA 12 – ARGENTINA
Este señor de traje oscuro y remera azul
eléctrico de mangas largas y cuello redondo explica que, hoy, para los
directores técnicos el fútbol es intensidad. “Hay que tener la pelota, y si el
contrario la tiene sacársela y conservarla, para avanzar”. Y explica: “La
política, como el fútbol, también es intensidad”. Este señor que profesa la
intensidad se llama Luiz Inácio Lula da Silva, fue presidente de Brasil entre
el 1° de enero de 2003 y el 31 de diciembre de 2010 y ahora es el patrono de un
nuevo centro: el Instituto Futuro Marco Aurélio García que acaba de crear la
Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo.
Le divierte lo de patrono. “Todos los
patronos que conozco están muertos”, dice. “Es lindo ser un patrono vivo.”
Hace tres meses el secretario del
Sindicato de Encargados y presidente del peronismo porteño Víctor Santamaría,
el rector de la UMET Nicolás Trotta y el secretario ejecutivo de Clacso Pablo
Gentili se reunieron con el ex presidente brasileño en el Instituto Lula y
decidieron lanzar un centro con base en la UMET y con alcance hacia Sudamérica
y América Latina entera que a su vez se conectara con experiencias mundiales.
El ex secretario general de la Presidencia con Lula, Luiz Dulci, actualmente
uno de los responsables del Instituto Lula junto con Clara Ant, sería el
director del nuevo centro. Un periodista llamado Martín Granovsky, como el
autor de esta nota, sería el coordinador ejecutivo.
Desde entonces el acoso judicial a Lula
fue implacable. Recibió citaciones para declarar en juicios contra otros y él
mismo terminó condenado, sin pruebas, por el juez Sergio Moro. Murió su mujer,
Marisa, y uno de sus colaboradores históricos, Marco Aurélio García, consejero
internacional y compañero de luchas y viajes en el Partido de los Trabajadores
y en la Presidencia. Ahora Lula espera la sentencia en segunda instancia de la
cámara de Porto Alegre. El misterio reside en ver si confirma la condena y si
después la Corte Suprema brasileña insiste en la noción, inconstitucional según
juristas de todo el mundo, de que ésa es una sentencia firme. Si lo fuera, Lula
quedaría inhabilitado para presentarse en las elecciones presidenciales de
2018. Hoy las encuestas lo dan ganando en primera y en segunda vuelta. Una
virtual proscripción.
Por el acoso las fechas de lanzamiento
fueron cambiando una y otra vez hasta que fue posible combinar un encuentro en
un sitio histórico: el Sindicato Metalúrgico del ABC, a una hora del centro de
San Pablo. El ABC es el cinturón industrial del monstruo paulista de 30
millones de habitantes. La A es de Santo André. La C de Sao Caetano. La B de
Sao Bernardo. En Brasil los obreros de la automotrices y de las terminales,
como el tornero Lula, también pertenecen a los metalúrgicos. El mismo Lula fue
secretario del sindicato. Es como su casa. En la campaña del 2002, la que lo
llevó a la primera presidencia, la encargada del bar le contó a PáginaI12 cómo
lo mimaba con comidas especiales.
“Yo también mantengo el principio de
intensidad para mi vida”, dirá Lula después de la presentación del instituto,
en un salón del sindicato. “Si no...”, añadirá señalando a su cabeza con los
dedos imitando el hocico de un animal como si un bicho se la fuera a comer. Es
su forma de anunciar una gira de 20 días por el Nordeste, que con las presidencias
del PT pasó de la miseria a la dignidad.
“Para sacudir a estos tipos millones de
brasileños tienen que salir a las calles”, decía Marco Aurélio unos días antes
de su muerte, el 21 de julio. “Si no los conservadores buscarán quedarse 20 ó
30 años en el poder.” Otro cultor de la intensidad.
“Este salón del sindicato es parte de la
historia de la democracia en Brasil”, dice Lula cuando le toca hablar. “En 1968
era un barracón de madera muy precario. En 1973 montamos una escuela que llegó
a tener 900 alumnos y yo era director de la escuela. Pónganlo en mi biografía.
Aquí decidimos huelgas, cantamos, lloramos, hicimos bailes de carnaval.”
Relación
La mención de la intensidad vuelve cuando
Lula narra las presidencias que arrancaron, años más o menos, en el siglo XXI.
“Los cuatro años se terminan, como se terminaron muchos cuatro años en América
del Sur y no creamos instituciones multilaterales, no consolidamos el Banco del
Sur, no comerciamos sin el dólar de por medio. Que los jóvenes no olviden que
hubo un pasado y sobre todo que hay un futuro. Que entiendan a quién le
interesa debilitar a los sindicatos y despolitizar a la sociedad.”
“Getúlio Vargas y Juan Perón cayeron casi
juntos”, recuerda, hablando del jaque al brasileño que terminó en su suicidio
de 1954 y en la Libertadora contra el líder argentino. “Con Néstor Kirchner
teníamos nuestras diferencias porque yo era mucho más bonito que él, pero un
día de 2004 lo fui a ver, le dije que cualquier crítica o duda me la dijera
directamente a mí y que desplegáramos juntos políticas de inclusión y de
industrialización como habían hecho Getúlio y Perón. Y nació una relación
extraordinaria.”
“Me acuerdo de Cristina, de Tabaré, de
Mujica... Cuando asumió Tabaré pregunté quién era ese maestro de ceremonias tan
mal vestido. Y era Pepe, senador, que terminó siendo presidente. Nicanor Duarte
Frutos no era progresista. Pero era solidario. Evo me llamaba hermano mayor.
Hugo Chávez tuvo más virtudes que defectos. Nicolás Maduro no es Chávez, pero
no podemos permitir que, cualquiera sea el error que haya cometido, un
presidente norteamericano diga que va a derribarlo por la fuerza. Queremos que
Maduro acierte, pero creemos sobre todo en la autodeterminación de los
pueblos.”
Wagner Firmino, el presidente del
sindicato anfitrión, dice que “es posible un mundo mirado desde el punto de
vista de los trabajadores”.
Trotta rescata los “más de mil estudiantes
de la UMET”, recuerda que la universidad “no es un espacio neutral” y constata
que “estamos en Brasil, un país que vive un estado de excepción después del
golpe parlamentario y donde todos los días avanza la restricción de derechos”.
Gentili toma las dos partes del nombre del
nuevo instituto. “Futuro significa que no nos quedamos en la nostalgia sino que
pensamos en próximas conquistas. Y MAG no solo nos acompañó en los últimos 30 o
40 años a los latinoamericanos sino que nos ayudó a pensar.”
Celso Amorim, canciller de Lula y ministro
de Defensa de Dilma, afirma que “el interés nacional es compatible con la
solidaridad” y que por eso “América del Sur, América Latina y el Caribe o se
desarrollan juntas y obtienen juntas su autonomía o nunca obtendrán esa
autonomía”. Sobre la amenaza de Donald Trump contra Venezuela advierte: “En
nuestros tiempos la Unasur se habría reunido contra esa violación del derecho
internacional”.
Su ex colega argentino Jorge Taiana
coincide. “Países como los nuestros pueden defender su soberanía si estamos
integrados y si logramos pensar cómo acumulamos poder juntos frente a un poder
financiero y mediático con un proyecto regresivo que ya está en plena
aplicación”.
Héctor Daer, uno de los tres secretarios
de la Confederación General del Trabajo, confiesa estar “emocionado porque nos
hayan invitado a su casa”. Dice que “en la Argentina no tuvimos un golpe,
fueron los votos, pero igual hay que revisar las políticas”.
Hugo Yasky, secretario general de la
Central de Trabajadores Argentinos, se refiere a “gobiernos con odio y sed de
revancha hacia las organizaciones populares que nos culpabilizan a nosotros o
de haber sido parte o de haber apoyado políticas populares”.
“¿Un mundo mejor es posible?”, se pregunta
Santa María. “Sí, pero veamos sobre qué valores construirlo. Lula me dijo que
solo planear la vuelta es muy conservador, que hay que pensar más.”
En la delegación argentina que viajó a Sao
Bernardo para el lanzamiento del Instituto Futuro “Marco Aurélio García”
estaban, también, el ex ministro de Educación Daniel Filmus, la encargada de
relaciones internacionales de la Federación Nacional de Educadores
Universitarios Yamile Socolovsky y el ex embajador en el Vaticano Eduardo
Valdés. También participó el ex gobernador Daniel Scioli, quien estaba de gira
por Brasil y quiso acercarse.
Por Uruguay participó Álvaro Padrón, de
contacto fluido tanto con Tabaré como con Mujica y a quien Dulci definió “como
una las personas más integradoras y unitarias del continente”.
La asistencia brasileña contó entre otros
y otras con la secretaria de organización del PT Gleide Andrade, con el
investigador Renat Vieira Martins de la Universidad de la Integración
Latinoamericana, con el con el presidente de la Central Única de Trabajadores
Vagner Freitas y con su par de la Unión General de Trabajadores Ricardo
Patah.
“Cuidado con la posibilidad de nuevos
estados de excepción”, alerta Freitas, campera de cuero negra a lo Saúl
Ubaldini. “Nos juzgan por lo que estamos haciendo bien, que es el
enfrentamiento de clase. El instrumento del golpe es demonizar a la lucha
política, y la reforma laboral aprobada es para debilitar a los sindicatos en
beneficio de lo individual y poner el aislamiento como valor superior a la
construcción colectiva.”
El nuevo instituto realizará seminarios de
reflexión y cursos a distancia con participación de dirigentes políticos,
sindicales y sociales e investigadores. Formará una red para la producción de
conocimientos que se extenderá más allá de la Argentina, Uruguay y Brasil y
abarcará tanto el análisis de las experiencias de poder ya realizadas como los
nuevos desafíos.
“Hay una inversión de valores, porque la
política está judicializada y el Poder Judicial está politizado”, dice Lula,
que está entusiasmado por la creación del instituto en tiempos adversos y por
el baño popular que le espera con la caravana por el Nordeste. “Si los
políticos no vuelven a hacer política, si no formamos nuevos políticos, no
tenemos solución. Porque la solución no es técnica ni judicial.”
Palabra de patrono.