Por Erick Daniel Camargo*
La actual división y polarización extremas en la sociedad, en medio de una
fuerte crisis económica y política, amenazan la soberanía venezolana en los
territorios reclamados del Esequibo en medio de una nueva coyuntura
internacional, en la que Venezuela ha perdido peso y su diplomacia avergüenza a
la nación con sus acciones aislacionistas y su torpeza extrema.
Actualmente el aislamiento que a derivado producto del comportamiento
autoritario del gobierno, la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente,
y la ruptura de relaciones amistosas con el resto de los países del continente,
han puesto en tela de juicio la diplomacia nacional, pero más grave aún, ha
incidido en la perdida de efectividad en la defensa de nuestra soberanía contra
los intereses adversos, los cuales seguramente estrechan lazos y afirman
alianzas para garantizar la aprobación de estos.
El despojos de territorios se ha cristalizado en momentos de fuerte
división social y en medio de grandes crisis políticas. Tanto La Guajira, como
El Esequibo y la Costa Oriental del Orinoco fueron perdidas en medio de la
decadencia guzmnancista y en los albores de la invasión andina, en momentos de
mucha tensión social, crisis política y debilidad económica.
Muchas de las delimitaciones ocurrieron durante gobiernos que solo buscaban
consolidar su permanencia y aceptaron cualquier trato con tal de concentrarse
en sus problemas internos. Entre estos podemos señalar en 1941 el firmado por
Eleazar López Contreras, el cual por cerrar apresuradamente los asuntos
internacionales antes de entregarle el poder a Isaías Medina Angarita, buscando
resolver la convulsa situación interna, selló definitivamente el despojos en
nuestras fronteras occidentales.
Los extractivismos por su lado amenazan con devorar la Amazonía y dentro de
este marco de acciones los grandes capitales buscan lograr contratos de
explotación a los recursos localizados en el Esequibo y la Guayana Venezolana.
La cuenca petrolera del atlántico es vista cada día más con fuertes
ambiciones de iniciar operaciones en esta, y con el paso del tiempo y los
escases creciente de los hidrocarburos las empresas petroleras buscan
asegurar todas las reservas posibles de los valiosos recursos que puedan
encontrar en los yacimientos.
La megaminería y la agroindustria que avanzan rampante por el continente y
reduciendo la frontera de la selva amazónica, observan al Esequibo como un
territorio estratégico para expandir sus operaciones con enorme potencial
productivo.
En este sentido para los capitales internacionales es necesario que se
logre una regularización de la situación del Esequibo, que por ahora se
vislumbra a través del reconocimiento de la soberanía Guyanesa de facto sobre
dichos territorios, ya que poco a poco esta ha ido ejecutando obras y firmado diversos
contratos sobre estas regiones.
El gobierno Guyanés adelanta con China diversos proyectos mineros y de
obras importantes como represas hidroeléctricas, en territorio Esequibo,
ejerciendo de esta manera soberanía sobre estas tierras y disponiendo de ellas
como parte integral de su territorio.
Desde Venezuela nunca existió una política de Estado sobre estos asuntos,
por lo general se trató de forma aislada, o bajo la premura del momento, sin
establecer líneas de acción a mediano o largo plazo, evitando de esta forma
concretar una acción sistemática que permita abordar el problema, al contrario
ha quedado tan en el olvido que ha parecido un abandono total, no solo por
parte del Estado vale decir, si no de la sociedad en general que tampoco ha
presionado al respecto del tema y no ha se ha interesado por dicho territorio
en lo absoluto.
Hoy el gobierno nacional se encuentra en una profunda crisis que ha
intensificado su carácter extractivista, ejemplo claro lo tenemos en el Arco
Minero del Orinoco. La crisis además hace notar con mayor evidencia como el
gobierno y el estado está dominado por mafias criminales vinculadas al
narcotráfico y la minería ilegal, quienes aprovechan las operaciones
extractivistas para enriquecerse más. Por esto el gobierno ha perdido la
capacidad de diseñar políticas públicas y de estado con miras de resolver la situación
de nuestra Guayana y del Esequibo.
Además de esta situación crítica que lleva varios años, se debe añadir los
efectos internacionales de la crisis política y la torpeza monumental de la
diplomacia venezolana para llevar las relaciones internacionales, cosa que
viene dándose desde la llegada del chavismo al poder pero sobredimensionada en
los últimos años. Ahora en proceso de salida de la OEA y en camino a un
aislamiento y enfriamiento de las relaciones diplomáticas con el resto del
continente, aliados casi exclusivamente con los tradicionales objetores de la
recuperación del Esequibo, quedamos vulnerables ante la política internacional
en la cual Guyana mueve sus piezas para fortalecer su posición, en la cual
evidentemente seremos desfavorecidos.
Las Fuerzas Armadas por su lado poco han hecho para proteger nuestras
fronteras, en donde realizan actividades criminales de diversos tipos, siendo
la principal el contrabando y el apoyo al narcotráfico. La corrupción es la
insignia principal de la institución encargada de defender la integridad de
nuestro territorio, que al contrario mancilla la soberanía nacional y poco a
poco han entregado nuestra soberanía a grupos irregulares nacionales como
extranjeros, además de permitir las operaciones criminales de organizaciones
internacionales como nacionales vinculadas al narco y la minería ilegal que han
degradado nuestra Amazonía y amenazan la integridad física y cultural de los
pobladores de estas regiones.
Es urgente de esta forma iniciar un movimiento de rescate de nuestra
soberanía nacional, tanto en la Guayana como en el Esequibo, el cual estamos a
solo un parpadeo de perder para siempre.
Esto debe ser llevado a través de un plan político democratizador, de inclusión de desarrollo sustentable de las zonas fronterizas, amigable al ambiente y respetuoso a las etnias y culturas milenarias que habitan allí. Debemos establecer planes a largo plazo para consolidar una venezolanidad multiétnica que confluya en la recuperación de dichos territorios.
El frente está abierto, contra los extractivismos internacionales, contra las mafias nacionales, la minería ilegal y el irrespeto a las particularidades culturales nacionales y al medio ambiente.
Esto debe ser llevado a través de un plan político democratizador, de inclusión de desarrollo sustentable de las zonas fronterizas, amigable al ambiente y respetuoso a las etnias y culturas milenarias que habitan allí. Debemos establecer planes a largo plazo para consolidar una venezolanidad multiétnica que confluya en la recuperación de dichos territorios.
El frente está abierto, contra los extractivismos internacionales, contra las mafias nacionales, la minería ilegal y el irrespeto a las particularidades culturales nacionales y al medio ambiente.
Si perdemos el Esequibo no solo perdemos un pedazo de tierra, perderemos
parte de nuestro patrimonio cultural y étnico, con los pueblos indígenas que
allí viven y forman parte de nuestra multiétnica Venezuela.
*Dirigente de Alternativa 1