Luis Fuenmayor Toro
Nos hemos mostrado partidarios de un acuerdo nacional, que
incluya al Gobierno, a la MUD y a los sectores políticos y sociales no
polarizados, incluyendo las disidencias chavecistas, mediante el cual pueda rescatarse
la vigencia de la Constitución nacional, recomponer la institucionalidad
perdida, enfrentar exitosamente la grave crisis social y económica vigente y
yugular la violencia de todo tipo, que nos enluta diariamente y nos hace vivir
en constante zozobra.
Este acuerdo pasa por una clara y decidida acción
gubernamental, en el sentido de abandonar su proyecto hegemónico-autoritario,
con el cual pretende eternizarse en el poder, sin importarle la ausencia de
respaldo popular al mismo, abandono que en absoluto significaría la
desaparición política de quienes hoy gobiernan. Este acuerdo implica también, la
renuncia por parte de la MUD de la exigencia de la salida del Presidente antes
de terminar su período constitucional en 2019.
Si no se logra un convenio sobre estas bases mínimas,
lamentablemente el país se enfrentará a una escalada de violencia, que dejarán
pálidas las más de 60 muertes habidas, los cientos de heridos y los miles de
detenidos por las protestas. Situación que no sólo sería lamentable por el
enorme sufrimiento de la población y la resultante destrucción del país, sino
que colocaría a Venezuela en una situación mucho más disminuida que la actual y
muy susceptible de las apetencias internacionales de siempre. Quienes desean
perpetuarse como sea y quienes quieren desplazarlos a cualquier precio no
disfrutarán su victoria si es que vencen. Otros serán los favorecidos, mayormente
fuera de nuestro territorio y muy alejados de los intereses del pueblo y de la
nación. Se habrán perdido en forma muy rápida más de dos siglos de esfuerzos intensos
en construir una república.
El gobierno no parece interesado en dar marcha atrás. No le
importa la grave situación en que se encuentra la población ni las profundas e
innumerables carencias. No quiere entender que es imposible construir un país
con el 80 por ciento de la población en contra. No lo pudo hacer Cuba con menos
resistencia interna; luego de 60 años de “revolución” termina en el estado
lamentable de miseria en que se encuentra, situación que llevó a su líder
fundamental a aceptar que el socialismo no le había servido ni a los cubanos.
Hoy, sin desarrollo industrial, sin desarrollo científico y tecnológico, sin
poder satisfacer las necesidades de sus pocos pobladores, con una buena parte
de su gente en el exterior, se aferran a un acuerdo concertado con EEUU, su mayor
enemigo y supuesta causa de todos sus males, para poder sobrevivir regresando
al turismo, como en la época de Batista cuando Cuba era el “burdel de los
americanos”. Y todo ello luego de muertes, represión y sufrimientos de la
población. Ese es nuestro espejo.
Si el movimiento de masas permanece en su situación actual,
tanto en su magnitud como composición social; si la FANB continúa apoyando sin
grietas este desastre y si la presión vía Cuba fracasa, el escenario
dictatorial se habrá abierto clara y completamente. Será una situación
desconocida para la inmensa mayoría de los venezolanos.