Podría
tratarse del más grande ecocidio cometido en el país en los últimos 10
años. PDVSA vierte irresponsablemente al lago de Maracaibo cerca de 250
barriles de crudo al día por la gran cantidad de tuberías averiadas, sin
mantenimiento y correctivos, lo que genera la más grande fuga de
petróleo en una década con pérdidas inauditables e irresponsables para
la nación, pero también destruyendo la vida del principal recurso de
agua dulce del futuro para este lado del mundo.
Irónicamente
este territorio de agua que ocupa casi las tres cuartas partes de la
región zuliana no parece tener dolientes, como si no perteneciera a
ninguna entidad política territorial. Aunque limita con todos los
municipios, ningún alcalde levanta la voz en su defensa. El gobernador
del Zulia, Francisco Arias Cárdenas, no se ha pronunciado sobre el grave
problema de los derrames de crudo de PDVSA, aun cuando en reiteradas
oportunidades ha dicho ser defensor del Lago y se ha comprometido a
“salvarlo”, aunque solo sea en actos públicos que nunca llegaron a nada.
Los
organismos dependientes del gobierno nacional que podrían tener alguna
injerencia en su cuido y preservación, como el Ministerio del Ambiente,
Energía y Minas, PDVSA, Agricultura y Cría, Ministerio de Transporte,
Interior y Justicia y Defensa, están centralizados en la capital de la
República y carecen de programas estables y constantes para su
tratamiento desde la región. Sin autoridad en el Zulia, por lo general
las decisiones sobre el lago se toman en Caracas cuando ya el daño está
hecho.
Una
visita a la página web del Instituto para la Conservación del lago de
Maracaibo (Iclam) deja constancia de la jerarquización de sus funciones,
donde parecen prestar mayor atención al trámite del Carnet de la Patria
y talleres impartidos como Unión Cívico Militar Zamora, que a los daños
causados a tan importante reservorio, su verdadera razón de existencia.
La línea es hacer caso omiso al daño causado por la industria petrolera
al utilizarlo como vertedero natural.
Jorge
Pedroza, presidente del organismo, señaló recientemente que las
filtraciones de crudo que se presentan en 12 mil pozos petroleros aún no
han acabado con la biodiversidad del lago. Nos preguntamos cuál es la
hazaña, ¿seguir esperando que acaben con la biodiversidad o tomar
medidas por las filtraciones?
Dentro
de los 13 mil 210 kilómetros cuadrados de superficie parecen subsistir
45 especies lacustres como crustáceos, tortugas marinas, algas y peces,
sin embargo en la ponencia “280 mil millones de razones para salvar el
lago” organizada por el gobierno nacional el pasado 24 de marzo, no se
tomó en cuenta los daños irreversibles a las poblaciones de las costas
del Sur del Lago, cuyos habitantes dedicados a la pesca han
denunciado en diferentes oportunidades la pérdida de motores, redes y
parte de las embarcaciones por el espeso y pegajoso flujo negro que
flota en las aguas, adhiriendo su inflamable contaminación en las costas
de los pueblos lacustres.
Gustavo
Baüer, comunicador, investigador y fotógrafo, nos muestra imágenes de
su última expedición a Ologás en febrero del 2017, donde puede
observarse parte del “embarre” de crudo que desborda este eje costero
del sur del lago. “Salimos con los pescadores y pudimos constatar el
impedimento que tienen para trabajar con las redes. El derrame es
impresionante y hasta ahora nadie quiere responsabilizarse de los
daños”.
Fuente: Quinto Día