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04 mayo, 2017

El lago de Maracaibo convertido en el más grande vertedero contaminado del planeta


Podría tratarse del más grande ecocidio cometido en el país en los últimos 10 años. PDVSA vierte irresponsablemente al lago de Maracaibo cerca de 250 barriles de crudo al día por la gran cantidad de tuberías averiadas, sin mantenimiento y correctivos, lo que genera la más grande fuga de petróleo en una década con pérdidas inauditables e irresponsables para la nación, pero también destruyendo la vida del principal recurso de agua dulce del futuro para este lado del mundo.

Irónicamente este territorio de agua que ocupa casi las tres cuartas partes de la región zuliana no parece tener dolientes, como si no perteneciera a ninguna entidad política territorial. Aunque limita con todos los municipios, ningún alcalde levanta la voz en su defensa. El gobernador del Zulia, Francisco Arias Cárdenas, no se ha pronunciado sobre el grave problema de los derrames de crudo de PDVSA, aun cuando en reiteradas oportunidades ha dicho ser defensor del Lago y se ha comprometido a “salvarlo”, aunque solo sea en actos públicos que nunca llegaron a nada.
Los organismos dependientes del gobierno nacional que podrían tener alguna injerencia en su cuido y preservación, como el Ministerio del Ambiente, Energía y Minas, PDVSA, Agricultura y Cría, Ministerio de Transporte, Interior y Justicia y Defensa, están centralizados en la capital de la República y carecen de programas estables y constantes para su tratamiento desde la región. Sin autoridad en el Zulia, por lo general las decisiones sobre el lago se toman en Caracas cuando ya el daño está hecho.
Una visita a la página web del Instituto para la Conservación del lago de Maracaibo (Iclam) deja constancia de la jerarquización de sus funciones, donde parecen prestar mayor atención al trámite del Carnet de la Patria y talleres impartidos como Unión Cívico Militar Zamora, que a los daños causados a tan importante reservorio, su verdadera razón de existencia. La línea es hacer caso omiso al daño causado por la industria petrolera al utilizarlo como vertedero natural.
Jorge Pedroza, presidente del organismo, señaló recientemente que las filtraciones de crudo que se presentan en 12 mil pozos petroleros aún no han acabado con la biodiversidad del lago. Nos preguntamos cuál es la hazaña, ¿seguir esperando que acaben con la biodiversidad o tomar medidas por las filtraciones?
Dentro de los 13 mil 210 kilómetros cuadrados de superficie parecen subsistir 45 especies lacustres como crustáceos, tortugas marinas, algas y peces, sin embargo en la ponencia “280 mil millones de razones para salvar el lago” organizada por el gobierno nacional el pasado 24 de marzo, no se tomó en cuenta los daños irreversibles a las poblaciones de las costas del            Sur del Lago, cuyos habitantes dedicados a la pesca han denunciado en diferentes oportunidades la pérdida de motores, redes y parte de las embarcaciones por el espeso y pegajoso flujo negro que flota en las aguas, adhiriendo su inflamable contaminación en las costas de los pueblos lacustres.
Gustavo Baüer, comunicador, investigador y fotógrafo, nos muestra imágenes de su última expedición a Ologás en febrero del 2017, donde puede observarse parte del “embarre” de crudo que desborda este eje costero del sur del lago. “Salimos con los pescadores y pudimos constatar el impedimento que tienen para trabajar con las redes. El derrame es impresionante y hasta ahora nadie quiere responsabilizarse de los daños”.
Fuente: Quinto Día