Tomado de Pagina 12 / Argentina.
Durante tres horas, más de 40 delincuentes
aterrorizaron la ciudad de la Triple Frontera. Quemaron autos, coparon rutas,
apostaron francotiradores y dispararon a mansalva. Al llegar a la empresa
Prosegur, mataron a un policía y la dinamitaron para alcanzar la bóveda.
Sospechan de un grupo narco brasileño. Hay tres ladrones muertos.
La explosión hizo volar el edificio de
la empresa. A la derecha, un blindado entre escombros, uno de los autos
quemados y uno de los sofisticados fusiles utilizados.
Con un robo que incluyó bombas, francotiradores y fusiles antiaéreos, un
grupo compuesto por al menos 40 personas explotó la sede de la empresa de
transporte de caudales Prosegur en la localidad paraguaya de Ciudad del Este,
asesinó al guardia de seguridad y se llevó de la bóveda del lugar una cifra
cercana a los 40 millones de dólares. Además, los delincuentes detonaron
explosivos en catorce autos distribuidos a lo largo de la ciudad –ubicada en la
zona de la Triple Frontera junto con Argentina y Brasil– para distraer a los
policías locales y facilitar la fuga. Horas más tarde, fuerzas de seguridad
brasileñas mataron a tres de los ladrones y detuvieron a otros cuatros, quienes
cruzaron la frontera en botes y lanchas.
Bajo escombros, autos incendiados, clavos “miguelito” en las calles y miles
de balas, Ciudad del Este amaneció, ayer, en estado de shock. A la madrugada,
más de cuarenta delincuentes arrasaron la ciudad paraguaya –limítrofe con
Puerto Iguazú, en Misiones– durante más de tres horas en un orquestado
operativo para robar el dinero guardado en la sede de Prosegur.
El primer paso del plan consistió en un ataque de distracción: a las 0.18,
varios vehículos incendiados bloquearon la salida de la Jefatura de
Policía y de comisarías locales. A su vez, los delincuentes lanzaron bombas
molotov en distintos puntos de la ciudad para generar confusión entre las
fuerzas de seguridad locales y así, acercarse a la puerta del local de la
empresa de transporte de caudales.
Limpiar el tránsito de la Ruta Internacional 7, que conecta Ciudad del Este
con Foz de Iguazú, era la segunda parte del operativo. Para ello, se volvieron
a detonar explosivos en varios autos que bloquearon el paso de la autopista,
mientras que francotiradores disparaban a cualquier vehículo que conseguía
esquivar los autos incendiados, según relataron fuentes policiales.
Ya con el camino liberado, el grueso del grupo comando llegó con camionetas
blindadas hasta la calle Cadete Pando, a 150 metros de la Ruta Internacional 7.
La sede de Prosegur era custodiada por tres guardias en su interior, que
controlaban su perímetro, además de la vigilancia policial que se hallaba en la
calle. Esta vez, el turno le correspondía a Sabino Benítez, un agente del Grupo
Especial de Operaciones de la Policía. Los asaltantes balearon a Benítez, quien
falleció en el acto, y redujeron a los tres guardias de la empresa. Pero
todavía faltaba el paso principal del golpe: llegar a la bóveda. Con una
potente dinamita (se sospecha que se utilizó el explosivo C-4, una bomba de
alto costo que ni siquiera tiene en su stock la Dirección de Material Bélico de
Paraguay) derrumbaron las paredes de concreto del establecimiento, ingresaron a
la sede y comenzaron a retirar centenares de bolsas con dólares. Para retirar
el botín y encarar la fuga, arribaron a la sede de Prosegur otros tres
vehículos –al parecer camiones blindados– también pertenecientes al grupo
comando. Con el robo de aproximadamente 40 millones de dólares, la gran parte
de la estrategia ya estaba cumplida. Y todo en menos de una hora.
“Hay que administrar las balas. No nos quedan más municiones.” Así se
refería, en guaraní, uno de los policías que trató de detener la fuga, a toda
velocidad, de la banda de asaltantes tras el saqueo de la bóveda. El contraste
armamentístico entre ladrones y policías era llamativo: mientras que los
delincuentes disparaban con ametralladoras de guerra y contaba con equipos de
visión nocturna, los agentes sólo respondían con las armas reglamentarias. Es
que el bloqueo con autos incendiados a la Jefatura de Policía había impedido
que los efectivos se nutrieran de otras armas. El tiroteo entre ambos y el
posterior escape de los asaltantes quedó registrado en decenas de filmaciones
caseras que fueron subidas a Internet por distintos medios paraguayos, en las
que se observan el sonido de los disparos y el estruendo de explosiones. Por
otra parte, entre las imágenes que circularon por la web se observa cómo en los
caminos que utilizaron los ladrones, se encontraban miles de clavos “miguelito”
arrojados desde los autos del grupo comando para pinchar las ruedas de sus
perseguidores.
En diálogo con el diario paraguayo ABC, la fiscal que investiga este
asalto, Denise Duarte, anunció que el comando eran “más de treinta personas” y
agregó que, de acuerdo con testigos, “todos hablaban en portugués e iban
encapuchados”. La declaración de Duarte refuerza la hipótesis de que la banda
correspondía a una ramificación de la organización delictiva brasileña Primer
Comando de la Capital (PCC), aunque fuentes de la investigación tampoco
descartan conexiones con asaltantes paraguayos, además de la sospecha de una
complicidad policial. “Nunca vimos nada igual. Estamos como en Siria”, cerró la
fiscal.
La fuga se dividió, de acuerdo a los investigadores, en tres vías de
escape: un grupo huyó con dirección a la capital de Paraguay, Asunción,
mientras que parte de la banda se sospecha que siguió camino al sur, para
traspasar la frontera argentina, ya sea por Formosa, Corrientes o Misiones. El
último, en cambio, escapó en dirección a la ciudad de Hernandarias, ubicada a
orillas del río Paraná, en el límite con Brasil. La ramificación, alrededor de
las tres de la mañana, daba por terminado el plan de este ataque que arrasó
Ciudad del Este.
El grupo que huyó con destino a Hernandarias fue interceptado, en el
mediodía de ayer, por la Policía de Brasil en la localidad de Lago Itapú, a
unos 70 kilómetros de Foz de Iguazú. Según informó el Ministerio del Interior
de Paraguay, en el enfrentamiento fueron muertos tres ladrones, y al menos
cuatro detenidos que habían llegado a territorio brasileño a través de lanchas
que cruzaron el río limítrofe. “En la detenciones se hallaron chalecos
antibalas, salvavidas, armamentos pesados y munición gruesa”, indicó Lorenzo
Lezcano, ministro del Interior.
Tras este asalto –que varios medios locales ya lo califican como el Robo
del Siglo– el comandante de la Policía Nacional, Luis Carlos Rojas, removió a
toda la cúpula de esta fuerza de seguridad en Ciudad del Este. Rojas dispuso el
cambio del director de zona, el jefe de policía, el jefe de Orden y el jefe y
subjefe de Investigaciones, con el argumento de que existió “complicidad o, al
menos, negligencia con el hecho”, tal cual relató a diarios de Paraguay.
En la misma línea siguió Lezcano, quien aseguró, de acuerdo a algunos
indicios, que los policías no cumplieron “su labor a rajatabla”. El ministro
del Interior anunció que “Asuntos Internos de la Policía Nacional investigará
la labor de los anteriores jefes policiales”.