Por: Rafael Cúrvelo / Dirigente de
Alternativa 1
En la última semana se han
realizado diferentes movilizaciones por parte de un sector del país que exige
elecciones inmediatas, para la salida pacífica del poder del actual gobierno.
Lamentablemente, dichas movilizaciones han terminado en un saldo de detenidos,
heridos y un fallecido. En la ciudad de Caracas cada actividad convocada por la
Mesa de la Unidad Democrática, termina intentando dirigirse a la Defensoría del
Pueblo, sin poder pasar de la avenida Libertador y sus alrededores, terminando
en una represión evidente por parte de los cuerpos de seguridad, donde siempre
el resultado es el mismo: muchos ahogados, producto de las bombas lacrimógenas,
enfrentamientos entre manifestantes y policías, y lo peor de todo, sin mucho
avance, ya que parece inclusive una política de masoquismo por parte de la
dirigencia opositora.
Si los resultados son los mismos
¿Por qué insistir en una estrategia que a todas luces tiene fallas? Ha quedado
demostrado el carácter autocrático y represivo del gobierno, pero estar en
constante enfrentamiento con la policía o la Guardia Nacional, refuerza la
tendencia oficial hacía el radicalismo, y lo ayuda en un escenario que le es
cómodo: El confrontacioncita. La violencia por parte de los cuerpos de
seguridad y grupos irregulares queda en evidencia, pero la oposición no se
aleja de un camino, que en anteriores oportunidades lo llevó al fracaso y nos
aleja de una ruta de cambio democrática, con la tranca de calles y la quema de
instituciones públicas, que no son del chavismo, son de los venezolanos.
La violencia, venga de donde
venga, debemos condenarla, así como se repudia la quema de la sede del Comando
de Henrique Capriles, con la misma energía debemos repudiar la quema de la sede
de la Magistratura, sólo que los extremistas de la oposición aplauden esa
iniciativa, muchos de ellos desde el extranjero, otros en Venezuela desde sus
hogares, sin ninguna intención de exponer el pellejo ante los abusos cometidos
por el gobierno. Como demócratas tenemos el deber de rescatar la democracia, en
las calles, pero ya no focalizadas en la clase media, es necesario irnos a los
sectores más vulnerables ante la crisis, acéfalos de un discurso que les llene
de esperanza, así como hizo antes Hugo Chávez, estemos de acuerdo o no con el
proceder final.
Las próximas acciones de la MUD,
tienen las mejores intenciones, eso no lo voy a negar, el problema es que
seguimos hablándonos nosotros mismos, no buscamos convencer a un grueso de la
población, que según los últimos sondeos, se está alejando de los extremos,
deseando salidas pacíficas y democráticas por parte de los actores en disputa.
El llamado a abarrotar las iglesias, está demás, por usar la fe como medio de
manipulación política, a sabiendas que los venezolanos normalmente asistimos a
las celebraciones de Semana Santa pidiendo por la paz y la reconciliación
nacional, y también como un ejercicio de autoreflexión, que a fin de cuentas es
el eje central de cada cristiano durante las misas y procesiones, algo que
muchos dirigentes deberían aprovechar de hacer durante la Semana Mayor.
El esfuerzo de convocar
concentraciones para los próximos días es importante, pero se siguen cometiendo
las mismas fallas de anteriores ocasiones: Dirigir las manifestaciones hacia
organismos públicos, que se sabe de antemano estarán fuertemente resguardados
por la policía y la guardia nacional, exponiéndose dirigentes y simpatizantes a
tragar humo, recibir perdigonazos, quedar heridos o arrestados. Resultado:
Frustración y decepción ¿No es mejor buscar otras estrategias para lograr el
objetivo? Allí tenemos como ejemplo el cierre simbólico de la Defensoría,
por parte de un grupo de Diputados opositores de la Asamblea Nacional, que
madrugaron para tomar por sorpresa al gobierno con dicha manifestación. También
es conocido el caso de la señora que dejó en las puertas de la Defensoría los
casquillos de balas y bombas lacrimógenas agotadas que recogió mientras
marchaba. Las protestas creativas y con pocos daños se pueden multiplicar por
mil y tienen mayor impacto por su significado en el acontecer social.
Debemos diversificar la lucha,
darle un contenido social, llevarla a los barrios, caseríos y poblados de
nuestra patria. La política debe acercarse al ciudadano, y no al contrario, que
el ciudadano vaya a la política. Hoy tenemos una gran fortaleza que es la
ruptura interna en el chavismo, desaprovechar esa oportunidad puede llevarnos a
un gran retroceso.
El presidente Maduro ha asomado
una posible convocatoria a elecciones regionales; los extremistas exigen las
generales, la ambición presidencialista es lo que domina, pero es importante
aprovechar la oportunidad para ganar espacios, por muy pequeños que sean, para
lograr el cambio que anhela mayoritariamente la población. Es necesario pensar
muy bien cada paso, analizar cada estrategia, pero con la pasión por la
transformación de nuestra nación.