Pompeyo
Márquez está en contra, ve en Chávez un peligro con el regreso del militarismo
que tanto daño ha hecho en la historia del país. Teodoro Petkoff está en
contra, en Chávez ve el resurgir de la izquierda ultra que ha fracasado en el
mundo a lo largo del siglo XX
Después
de la caída de Pérez Jiménez son importantes dos partidos ideológicamente
definidos de izquierda: el Partido Comunista, que venía de una valiente
resistencia a la dictadura y el recién fundado Movimiento de Izquierda
Revolucionaria. Los dirigentes de ambos partidos tenían bien ganado prestigio
por sus luchas en bien de la democracia, pero abandonaron la lucha social y el
fortalecimiento como opciones electorales ante los otros tres grandes partidos
existentes: Acción Democrática, Copei y URD para dedicarse activamente a la
lucha armada, inspirada en las propuestas del Che Guevara y bajo orientaciones
de Fidel Castro.
Varios
años duró la agotadora guerra de guerrillas. Una juventud perdiendo los mejores
años, sin prepararse para acometer grandes retos de una sociedad en
transformación, mártires, presos, en una lucha heroica aunque inútil. Abandono
del trabajo social con la consiguiente pérdida de posiciones de liderazgo
importantes. Frustración y divisiones en estos partidos, dando origen a la
aparición de grupos irregulares y micropartidos. En efecto una debacle para la
izquierda venezolana. Viene el proceso de rectificación que comienza el PCV en
1968 con la participación en las elecciones presidenciales bajo el nombre de
UPA, Unión Para Avanzar, apoyando al candidato Luis Beltrán Prieto Figueroa.
El
MIR rectifica unos años después en otra elección presidencial. Estos dos
partidos, mayorías de la izquierda nacional sufren desprendimientos de
activistas inconformes con la rectificación y se mantienen en una lucha
agotadora e inútil. Estos son: el PRD de Douglas Bravo, Bandera Roja de ex
guerrilleros del MIR y la Liga Socialista, pequeñas agrupaciones que se
mantienen fieles a la consigna cubana de mantener la guerrilla como forma de
lucha fundamental en América Latina. En sus delirios, Guevara llegó a decir:
“Hacer de Los Andes una gigantesca “Sierra Maestra”.
Aparecen
las dos izquierdas de las cuales habló Teodoro Petkof: la democrática que se
dedica a la lucha social y organizada del pueblo y busca ganar posiciones en
contiendas electorales y la ultraizquierda que se empeña en hacer una lucha
armada que puede llegar hasta el terrorismo. En Venezuela esa izquierda radical
va desapareciendo gradualmente, sus últimas apariciones son acciones irresponsables
como el secuestro del industrial norteamericano Niehous, más por la búsqueda
del dinero del rescate que por motivaciones políticas. Mientras tanto dos
propuestas de izquierda se van haciendo fuertes.
El
Movimiento al Socialismo, aprovechando la descentralización política y el
desprestigio que venía arrastrando el bipartidismo dominante representado en AD
y Copei, se va convirtiendo en una opción alternativa para muchos venezolanos.
Empieza a ganar gobernaciones en distintos estados. Zulia, Aragua, Sucre, Delta
Amacuro, Portuguesa, Anzoátegui, Amazonas. También numerosas alcaldías son
dirigidas por militantes de este partido. Liderazgos regionales, además de
Caracas, aparecen también en Táchira, Mérida, Falcón, Yaracuy, Carabobo y Nueva
Esparta. La Fracción Parlamentaria multiplica su representación en diputados y
en el Senado. La mayoría de intelectuales del país se identifican con el MAS,
su fama como organización de pensamiento avanzado transciende las fronteras y
algunos dirigentes con sus obras tienen transcendencia internacional.
El
MIR reconstruido, dirigido por Moisés Moleiro, Héctor Pérez Marcano, Tomás
Armas Mata y otros se fusionan al MAS integrando una fuerza muy importante en
el futuro político. La otra organización de izquierda democratizada y de lucha
legal exitosa es La Causa R, dirigida por Alfredo Maneiro. Gana las elecciones
del Estado Bolívar en donde además de fuerza política importante es una
referencia sindical de primera línea. Obtiene la victoria en la Alcaldía de
Caracas, la principal del país y logra con candidatura presidencial propia,
Andrés Velásquez, multiplicar su representación parlamentaria, llegando a
obtener ocho senadores y 40 diputados.
Mientras
en el país estas fuerzas de izquierda demuestran progreso, las ultra izquierda
va desapareciendo, no tiene nada que ofrecer a los venezolanos. La Liga
Socialista dirigida por Carmelo Laborit, Jorge Rodríguez y Julio Escalona
sobreviven ya sin fuerza, ni siquiera en las universidades. No se conoce un
libro, ni un artículo de los dirigentes de estos partidos, donde milita un
joven llamado Nicolás Maduro.
Así
iba el país hasta finales del siglo XX, cuando un grupo de militares sediciosos
participa en un frustrado alzamiento militar. Solo produjo muertos en los
intentos de asalto a Miraflores y a la residencia presidencial La Casona. El
complaciente trato de los gobernantes, el sorpresivo discurso de Rafael Caldera
en el Congreso de la República, su posterior medida de gracia con los alzados
de 1992, el apoyo oportunista de medios de comunicación como El Nacional y el
Grupo Cisneros, hicieron de uno de los jefes de la rebelión una figura
nacional. Hugo Chávez, orientado por Luis Miquilena y José Vicente Rangel,
reconcomiados de siempre contra los éxitos políticos de adecos y copeyanos, se
va convirtiendo en una opción nacional para la Presidencia de la República.
La
disminuida ultra izquierda ve en el militar rebelde una posibilidad y se suman
a su movimiento. La candidatura presidencial de Hugo Chávez divide a los dos
partidos importantes de la izquierda. En el MAS, una coalición de grupos
minoritarios se impone para apoyar a Chávez. Pompeyo Márquez está en contra, ve
en Chávez un peligro con el regreso del militarismo que tanto daño ha hecho en
la historia del país. Teodoro Petkoff está en contra, en Chávez ve el resurgir
de la izquierda ultra que ha fracasado en el mundo a lo largo del siglo XX. 136
dirigentes del Consejo Nacional del MAS nos abrimos cuando esa mayoría
circunstancial decide apoyar a Hugo Chávez. La Causa R también se divide por el
efecto Chávez, Pablo Medina, Ali Rodríguez y el siempre oportunista Aristóbulo
Istúriz se van y fundan el PPT al servicio de Chávez. El socialismo democrático
queda herido de muerte, la ultra izquierda resurgió a posiciones dirigentes. Solo
será por un tiempo.