ENTREVISTA A SAMUEL PINHEIRO GUIMARAES,
DIPLOMÁTICO E INTELECTUAL DE BRASIL
El embajador Pinheiro Guimaraes afirma que Brasil y
Argentina llaman “relanzamiento” del Mercosur, pero es en realidad el
relanzamiento del Consenso de Washington. Y agrega que Temer “ofrece todo a
EE.UU. a cambio de nada”.
Tomado de Pagina 12 / Argentina
“Estados Unidos no tiene
que ser analizado como un país, sino como imperio tal como lo fue el británico
o el romano.”
Por Dario Pignotti
Desde Brasilia
Son casi nueve de la noche del jueves
pasado, el embajador Samuel Pinheiro Guimaraes acaba de participar en la misa
del Séptimo Día en memoria de Marisa Letícia, la esposa del ex presidente Lula
fallecida a causa de un accidente cerebro vascular que en el PT atribuyen a la
angustia causada por el hostigamiento (para)judicial al que la sometió el juez
Sergio Moro, responsable de la causa Lava Jato. Pinheiro Guimaraes está
indignado, “lo que ha hecho Moro con doña Marisa es incalificable. Procesó a
una mujer intachable a partir de acusaciones carentes de indicios de
corrupción. Cuando nos referimos a Moro no podemos perder de vista que estamos
hablando de un miembro del Poder Judicial que fue adiestrado en el Departamento
de Estado, que viaja permanentemente a Estados Unidos, de donde tengo entendido
acaba de regresar. Moro sabe como ganarse la aprobación de Washington”.
Este diplomático formado en la reconocida
tradición brasileña, es uno de los arquitectos de la política externa “altiva y
activa” llevada adelante durante las dos administraciones de Lula a la que dio
continuidad, con menos enjundia pero igual sentido de la soberanía, la
derrocada Dilma Rousseff.
Ocupó la secretaría general de Itamaraty y
fue ministro de Asuntos Estratégicos antes de ser escogido como Alto
Representante del Mercosur, cuyo nuevo formato, ahora sin Venezuela y con la
apertura hacia el mercado global como dogma ideológico, fue presentado por
Michel Temer y Mauricio Macri en Brasilia.
¿La cumbre presidencial de la semana
pasada restauró el modelo de integración de Fernando Henrique Cardoso y Carlos
Menem?” preguntó PáginaI12 al promediar la entrevista de casi dos horas.
–Yo no sé realmente si este gobierno
surgido del golpe contra la presidenta Dilma tiene cabal dimensión de lo que es
una política externa, más bien pienso que son unos perfectos improvisados,
empezando por Temer y continuando por su canciller el señor (José) Serra. Una
vez dicho esto considero que eso que ellos llaman con bastante pompa como
“relanzamiento” del Mercosur tendría que ser llamado de otra forma más
apropiada, mejor sería decir que están intentando relanzar el “Consenso de
Washington” desde el sur del continente latinoamericano.
Que los países más importantes del
Mercosur están empeñados en la apertura económica hacia Estados Unidos y las
potencias, borrando las conquistas de estos años en que se logró contener el
intento de imponernos el ALCA, que fue rechazado en la Cumbre de las Américas
de 2005 en Mar del Plata.
Ahora parece que nos quieren llevar de
vuelta al pasado de la década neoliberal, a los `90.
Tengamos presente que el Mercosur nació al
calor del Consenso de Washington, en 1991 con la firma de los neoliberales
Fernando Collor de Mello y Carlos Menem, acompañados por Luis Lacalle (Uruguay)
y Andrés Rodríguez (Paraguay), que fueron los firmantes del Tratado de
Asunción.
Para Cardoso y Menem, el Mercosur era el
primer momento de un camino hacia la creación de un mercado completamente
abierto que es algo contradictorio: si se quiere integración tiene que haber
una Tarifa Externa Común que limite el ingreso de productos de terceros
mercados como Estados Unidos. Mucho me temo que ahora los gobiernos
conservadores de Brasil y Argentina intenten eliminar esa Tarifa Externa Común,
lo que no sé si será posible porque esto levantará la oposición de los
industriales.
–El riesgo Donald Trump sobrevoló la
reunión presidencial, evidentemente es un dato que preocupa tanto a
Brasilia como a Buenos Aires.
–Trump es una inmensa incógnita que
todavía no he logrado descifrar, pero que indudablemente repercutirá en dos
gobiernos que habían apostado a que él no sería el vencedor en las elecciones
norteamericanas. No podría decir que Trump es una amenaza a la paz mundial
mayor de lo que hubiera sido Hillary Clinton. Ahora que su candidata Hillary
perdió, el gobierno de Temer quiere sobreactuar su aproximación, quiere ofrecer
todas las ventajas posibles a las empresas, a los banqueros extranjeros. Esto
es peor que en la época del Consenso de Washington, porque ahora se ofrece todo
sin pedir nada a cambio. Nos quieren convertir en una Galia, en una provincia
del imperio romano.
Estados Unidos es un imperio, no tiene que
ser analizado como un país, sino como imperio tal como lo fue el británico o el
romano, y las relaciones imperiales nunca son democráticas. Debemos establecer
eso desde un principio para poder entender que está ocurriendo en nuestra
actual relación con Estados Unidos.
–¿Usted mencionó la relación de Moro con
Washington, puede dar más detalles?
–Está publicado en los diarios que el juez
Sergio Moro viaja con una frecuencia llamativa a Estados Unidos, incluso ya
habría decidido tomarse un año sabático en la causa Lava Jato para estudiar
allá. ¿Estudiar? (risas). El juez nos está diciendo que una vez que haya condenado
a Lula, y lo hará aunque no tenga pruebas, se iría del país por un tiempo
porque habrá terminado su misión de proscribir a Lula en un proceso viciado y
absolutamente político. Si no fuera político, ¿por qué sólo persigue a Lula y
dirigentes del PT y mira hacia otro lado cuando se trata de corruptos probados
que pertenecen a otro partido? ¿Por qué Moro hizo lo que hizo con doña Marisa?
Él sabe perfectamente que no hay nada que manche su reputación, pero le importó
un rábano porque su propósito es acabar con Lula. Hostilizarlo jurídicamente y
desgastarlo emocionalmente humillando a su esposa, violando su domicilio cuando
lo allanó sin motivo (4 marzo 2016). Son actitudes nítidamente ilegales, que
sin embargo son recibidas con beneplácito por las elites locales y vistas con
simpatía por la embajada norteamericana.
–¿La embajada da la cartas?
–Tiene un poder muy importante y tiene sus
interlocutores a los que recibe periódicamente. En la embajada estuvo Temer
como se ve en los documentos publicados por Wikileaks, y estuvo el canciller
Serra y varios más de los que ahora están en el gobierno. La embajada no dice
que es lo que hay que hacer, ellos dan a entender y nuestra clase dirigente
procede.
Es obvio que nadie llama por teléfono a
Moro y le ordena que condene a Lula en un proceso político que favorece el
retorno de la derecha al gobierno. Tiempo atrás ví un afiche de los
tiempos de Adolf Hitler, en donde se veía una svástica golpeando sobre la
corrupción: la derecha se ha valido históricamente de la corrupción como ariete
para justificar sus barbaridades. Estos golpes siguen algunas constantes, y
cuando hablamos de América latina siempre está por detrás la mano de Estados
Unidos.
–¿Sin aval de Washington no había golpe?
–Las cosas son más complejas que eso. Yo
no le podría decir a que hora, de que día de que año Estados Unidos dio la
orden. Y tal vez ni siquiera la dio. Lo que hizo fue dar a entender que lo
apoyaba. Este golpe viene de lejos, desde 2005, eso quiere decir dos años
después de que el primer operario que fue electo asumió la presidencia. Fue con
el proceso del “Mensalao”. Allí no fraguó el golpe porque Lula es un líder de
una estatura política singular y salió a enfrentar a la conspiración
recorriendo el país para hablar con la población y así fue como ganó las
elecciones de 2006. Esta derrota no fue digerida por la derecha que
esperó el momento para contraatacar a través de Lava Jato, que es una creación
del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), el de Fernando Henrique
Cardoso, que es la persona más confiable para las clases hegemónicas locales,
muy confiable para los banqueros, y para Estados Unidos.
–Pero Cardoso habla de elecciones
directas.
– Cardoso es la persona en quien más
confían los banqueros y la embajada norteamericana. ¿Por qué está pidiendo
elecciones directas? Porque Temer se volvió más pequeño de lo que era antes de
asumir, su falta de sustentación y su participación en casos sospechados de
corrupción son muy serias. Ahora que Cardoso hable de elecciones directas no
quiere decir que realmente las quiera, o que va a hacer lo posible para que se
realicen. Es una puesta en escena porque tiene que distanciarse del golpe que
apoyó.
–¿Washington admitirá que Lula sea
candidato?
–Creo que lo tolerará porque para 2018
estarán posiblemente aprobadas la mayoría de las reformas estructurales
impulsadas por las clases hegemónicas, y Lula llegará al gobierno con las manos
atadas. Hay que ver qué sucede. Cada vez más creo que Lula ganará y que Moro no
podrá mandarlo a prisión.