Emir Sader / Tomado de Público
De repente los especialistas en encuestas
han encontrado en Brasil una nueva categoría, un nuevo factor que
interfiere en las opiniones de las personas. Normalmente acostumbrados a
categorías como el “rechazo”, “simpatía”, “apoyo”, etc., etc, se han encontrado
que de repente las personas han pasado a
definir sus opiniones en función de una nueva categoría para los especialistas:
“saudade do Lula”, echar de menos a Lula.
Este
factor hace que los otros posibles candidatos a la presidencia del país bajen
sus índices de apoyo o, sobretodo, queden en un nivel inexpresivo, mientras que
Lula sea el único que crece y que llega a niveles que lo convierten en el
favorito para volver a ser presidente de Brasil, en todos los escenarios,
incluidos la primera y la segunda vuelta.
¿Pero
qué significa “saudade do Lula” en Brasil hoy? Un primer elemento proviene de
una publicación que apareció paralelamente a esas encuestas, una evaluación
realizada por un centro económico tradicional, la Fundación Getulio Vargas,
publicado en el periódico económico Valor. Este estudio afirma que en términos
económicos el período de Lula en la presidencia del país fue el mas importante
de los últimos treinta años.
Pero
el tema no es solo económico. Aunque lo fuera, podría ser comparado con el
período de la dictadura militar. Sin embargo, en el caso de Lula, se trata de
un período que ha logrado combinar el desarrollo económico con la distribución
de la renta, haciendo que el país que fue el más desigual del continente y más
desigual del mundo, saliera, por primera vez en su historia, del Mapa del
Hambre.
Los
especialistas comenzaron a hacer encuestas cualitativas, donde
entrevistaron directamente a varios grupos seleccionados de personas para
aclarar qué sienten por “saudade”, y cuánto lo manifiestan respecto a Lula.
Asimismo les preguntaron de qué sentían falta, en qué resienten la
ausencia de Lula y en qué medida prefieren volver a los tiempos del gobierno de
Lula.
Estos
temas tienen su origen en la situación económica, pero sobretodo se proyectan
hacia lo social, que es lo que alimenta la memoria del legado de Lula. No se
preocupan en garantizar el empleo, o saber si los salarios seguirían
subiendo por encima de la inflación, saber que nadie quedará abandonado, o si
siempre habrá una política social que los contemple. El sueño de la propia casa
pasaba a ser una realidad en la que los gobiernos conversaban con todas las
organizaciones populares, que hacían políticas que beneficiaban a todos. Los
brasileños pasaban a estar orgullosos de su país, el prestigio del país en el
mundo nunca había sido tan grande.
La
gente siente las mismas saudades por Lula que las que se sentían durante en el
gobierno de Fernando Henrique Cardoso, en los años 1990. Ahora, cuando la
derecha renueva su imagen frente a toda la población, con el peor gobierno que
el país había conocido y con el presidente de menor prestigio de la historia
brasileña, que destruye todo lo que se había construido en los años anteriores,
la comparación es todavía más viva y más actual.
Entre
los escenarios de la segunda vuelta, las encuestas ponen a Lula frente a Marina
da Silva, a Geraldo Alckmin, a Aecio Neves, pero también a Michel Temer. Lula
derrotaría a todos, pero en contra de este último lo que es todavía un más
avasallador.
De ahí que, tras la oleada de nuevas
encuestas, la derecha volvió a la carga, no con argumentos, ni con
comparaciones con sus gobiernos y sus políticas, sino con algunas acusaciones
viejas y otras nuevas, pero ninguna con fundamento alguno, que confirmaban que ese era el único instrumento de la derecha para
enfrentar a Lula. La gente siente saudade y quiere de vuelta como presidente de
Brasil.