El establecimiento, símbolo de la caída del presidente de EE UU Nixon, se reinaugura tras una década de abandono
El País
Escándalo es algo de lo que suele rehuir todo aquel que aspire a mantener una relación provechosa y duradera con las esferas del poder. Salvo si se trata del Watergate. El hotel cuyo nombre simboliza una de las mayores conspiraciones políticas de Estados Unidos, origen de la caída del presidente Nixon en 1974, ha reabierto sus puertas tras casi una década de abandono y no tiene intención alguna de eludir su pasado.
En la madrugada del 17 de junio de 1972, cinco hombres eran arrestados por allanamiento de la sede del Comité Nacional Demócrata, situada en la zona de oficinas del Watergate, un lujoso complejo de edificios de inusuales formas redondeadas erigido pocos años antes a las orillas del río Potomac que baña la capital estadounidense. Los ladrones se habían alojado la noche previa en el aledaño hotel Watergate, en habitaciones con vistas al objeto de su delictiva estancia en Washington.
Pero no eran unos ladrones cualquiera ni se trataba de un hurto más. La investigación que iniciaron dos periodistas del diario The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, empezó a destapar un entramado de espionaje político que llevaba directamente a la Casa Blanca. El inquilino de la época, el republicano Richard Nixon, negó enfáticamente cualquier relación. Hasta que las pruebas, en parte proporcionadas por un Garganta Profunda cuya identidad no se conoció hasta hace una década, acabaron provocando la dimisión de Nixon dos años más tarde. Hasta hoy, es el único presidente estadounidense que se ha visto obligado a dimitir. El sufijo “gate” remata aún hoy escándalos jugosos en todo el mundo.
El nuevo Watergate Hotel ha bierto sus puertas 44 años después de la noche de marras. Las referencias y guiños al pasado imborrable de uno de los edificios más emblemáticos de la capital estadounidense son constantes en esta nueva era del establecimiento.
380 euros la noche
“No need to break in” (no hace falta entrar por la fuerza), reza en las llaves electrónicas que abren la puerta de una de las 336 habitaciones. Los clientes pueden firmar la cuenta —onerosa, la habitación más barata cuesta 425 dólares (380 euros) la noche— con un bolígrafo que tiene grabada la frase “robé este bolígrafo en el Watergate Hotel”. Y el teléfono de atención al cliente acaba en los números 6-17-1972, en referencia a la fecha del robo en la sede demócrata que destapó la conspiración política. Aunque ya no son las mismas que las de la época, muchos clientes han solicitado reservar las habitaciones 214 y 314, donde se alojaron los famosos ladrones, apuntan desde el hotel.Los detalles van más allá del diseño interior. Los uniformes del personal fueron diseñados por Janie Bryant, encargada del vestuario de la serie de televisión Mad Men. No es el único guiño a los venerados sesenta. El Next Whisky bar en el vestíbulo rinde tributo al éxito de The Doors Alabama song (Whisky Bar), de 1966. Se entra rodeando una pared en espiral construida con más de 2.500 botellas de whisky cuyo valor supera el millón de dólares Las botellas están fijadas a una estructura de hierro.