Jean Wyllys, diputado por el Partido PSOL, de Río de Janeiro, en Brasil
Con apenas seis diputados, el PSOL es popular entre los jóvenes, los
movimientos sociales y culturales y el movimiento LGBT, del cual Wyllys es el
único representante en el Congreso. Es autor de los proyectos de ley de
matrimonio igualitario, identidad de género, legalización del aborto y legalización
de la marihuana, entre otros. “Los que dieron este golpe –dice– son los mismos
golpistas del 64.”
Por
Julia Goldenberg / Pagina 12-Argentina
–Usted
es el único representante del movimiento LGBT en el Congreso, ¿Cómo es ser
minoría en un Congreso que representa escasamente a su población?(...)
–Es importante
señalar que no es sólo el Congreso Nacional el que no representa la diversidad
de la población brasileña, tampoco lo hacen las Asambleas Legislativas de los
Estados y los órganos legislativos municipales. Para empezar, estos organismos
están compuestos mayoritariamente por hombres, mientras que la mayoría de la
población brasileña es femenina. Además, hay poquísimos negros representados en
el Poder Legislativo, sobre todo en el Congreso Nacional y en especial en el
Senado. El único homosexual asumido que hay en el Congreso, soy yo. En
contrapartida, hay mucha representación de empresarios, de representantes del
mercado financiero, de las corporaciones mediáticas, de los barones del
agronegocio, de las iglesias neopentecostales y representantes de las fuerzas
de seguridad, o sea, diputados y senadores ligados a la policía civil, a la
policía militar y a las fuerzas armadas. Dicho esto, tengo que decir que para
mí no es fácil el trabajo cotidiano. Ahora yo gozo de mucho prestigio, este es
mi segundo mandato y es muy respetado, pero no fue fácil conquistar este
respeto y no es fácil mi convivencia con los demás diputados porque hay una
enorme homofobia. Aunque en el día a día ellos buscan disfrazar esta homofobia,
en los últimos meses el hecho de haberme colocado contra el proceso de
impeachment de la presidenta Dilma hizo que salieran a agredirme con toda la
furia. No es fácil tener una agenda progresista en este parlamento tan
conservador, como tampoco tratar leyes para ampliar los derechos de la minorías
y en especial los derechos humanos de la minoría LGBT. Me frenan todos los
proyectos que presento, como por ejemplo, el de la promoción de la ciudadanía
LGBT, proyectos en defensa de los derechos humanos. Entonces, no me queda otra
alternativa que tener una actividad más política y menos legislativa. Mi
mandato tiene pocos éxitos legislativos, es decir, no conseguí que se aprobaran
proyectos de ley relevantes, entonces tuve que optar por la vía más política.
Cuando no consigo que se apruebe un proyecto de ley, interpelo al poder
judicial y así logramos adquirir ciertas conquistas. De esta forma, conseguimos
garantizar el derecho al matrimonio civil igualitario, logramos habilitar el
uso del nombre social (que es el nombre por el cual las personas trans y
travestis prefieren ser llamadas cotidianamente, en contraste con el nombre
registrado que no refleja su identidad de género) en la administración pública.
Antes de sufrir el golpe, la presidenta Dilma firmó un decreto que permitía que
las personas trans y travestis utilizaran su nombre social en la administración
pública.
–Todo
eso se vio reflejado el día que se definía el proceso de impeachment en la
Cámara de Diputados.
–Desde que asumí
mi primer mandato, soy víctima de una campaña difamatoria orquestada y
financiada por la derecha brasileña, sobre todo por la derecha cristiana
brasileña y por los grupos fascistas organizados en Brasil. Sufro un asedio
permanente por parte de Jair Bolsonaro y su hijo que me insultan públicamente
durante todas las sesiones de la Cámara. Durante la votación del impeachment,
estábamos todos muy tensos, el ambiente político estaba deteriorado por la
violencia de la derecha. La derecha se dedicó a presionar a los diputados de
izquierda y sobre todo a los diputados del PT en restaurantes, aeropuertos,
hospitales, etc. Fue una especie de macartismo. Entonces, ese día el ambiente
era muy tenso y los diputados en favor del impeachment eran mayoría. Por eso y
sabiendo que la sesión estaba siendo transmitida en vivo por la red Globo, se
creyeron habilitados para insultar, agredir y debilitar a los diputados
contrarios al impeachment. Cuando yo fui a proferir mi voto, lo hice con una
lluvia de insultos. Dije que el proceso de impeachment es inconstitucional e
ilegítimo y que estaba orquestado por un grupo de canallas tratando de
destituir a una presidenta honesta. Esas personas no se comportaban como
diputados, era un festival de ignorancia y de desprecio por la cosa pública.
Los intereses privados aparecían en esos discursos con dedicaciones a la nieta,
al hijo y al perro, pero nunca al pueblo brasileño.
–También
votaron en nombre de los militares.
–¡Sí! En nombre
de un torturador, del torturador de la presidenta Dilma. Antes que yo emitiese
mi voto, Jair Bolsonaro había dedicado su voto a uno de los peores torturadores
de la dictadura militar, que es el coronel Brilhante Ustra. Cuando yo terminé
de votar, él me insultó y cuando lo miré me dijo “Chau Querida”. Entonces, por
todo lo acumulado desde hace seis años, que culminó en ese momento, yo lo
escupí en la cara y no me arrepiento de haberlo hecho. Nunca escupí a nadie,
soy un hombre educado. Pero soy humano, tengo un límite. Por toda la difamación
que vengo sufriendo, creo que ese día llegué al límite. Escupirlo fue como un
acto redentor finalmente porque encontré gestos de solidaridad en casi todo el
país. Las personas estaban indignadas con el espectáculo surrealista, era
grotesco.
La coalición de
partidos en torno de la presidenta, son partidos conservadores que no
permitieron que la comisión de la verdad avanzara y sirviese de alerta para
nuestra democracia. Tanto es así, que actualmente un nuevo golpe fue dado en
Brasil. Este golpe lo dieron las mismas fuerzas políticas que dieron el golpe
de 1964. Son las mismas instituciones, las mismas oligarquías, la misma prensa
que dieron el golpe actual contra la democracia.
–Luego
hay otra característica muy particular que tiene el gobierno de Temer y es la
relación de esta élite con la Iglesia Evangelista. ¿Cómo funciona eso?
–Michel Temer es
el presidente interino, el impeachment sucedió y él fue nombrado presidente
interino de la República. En la práctica, de hecho, el presidente de Brasil es
Eduardo Cunha, el ex presidente de la cámara de Diputados que fue suspendido de
su cargo por el Supremo Tribunal Federal. Esto fue porque lo acusaban por el
crimen de corrupción, lavado de dinero a través de la Iglesia Evangelista y
evasión fiscal. Este hombre es un gangster, consiguió financiar la campaña de
más de cien diputados, tiene una excelente relación con el mercado financiero,
las grandes corporaciones, etc. Este hombre tiene un esquema de corrupción
montado no sólo en Petrobras, sino también en Furnas, que es una empresa
minera. Temer es una fachada y Eduardo Cunha es el hombre que detenta el poder
real que tiene una estrecha relación con las iglesias neopentecostales
brasileñas. Hay que tener en cuenta que en Brasil 20% de la población es
evangelista. Las iglesias evangelistas gozan de una inmunidad tributaria
conferida por la Constitución. Las iglesias en general no pagan impuestos en
Brasil, pero además, nadie controla los recursos de las mismas. Muchas
iglesias, no todas y esto es muy importante que se entienda, muchas de las
iglesias neopentecostales se volvieron fuerzas económicas y se volvieron una
lavandería del crimen organizado. La prueba de esto es que Eduardo Cunha,
lavaba parte del dinero de la corrupción de las coimas de Petrobras en la
iglesia evangelista Asamblea de Dios. El pastor de esa Iglesia también está
involucrado en la operación Lava Jato. Estas iglesias se involucraron así en la
política, invirtiendo en las campañas de los candidatos que hoy ocupan cargos
en el Parlamento, en los municipios y en los estados. Este es el armado
político de Cunha y Temer entonces se puede decir que hoy el poder ejecutivo
está ocupado por el crimen organizado.
–Usted
señala que el gobierno de Temer es un gobierno de hombres blancos, ricos y
agrega, viejos y homofóbicos.
–El gobierno de
Temer es un gobierno con poca melanina y mucha testosterona. No hay mujeres en
el primer escalón; en el segundo escalón colocaron dos mujeres, una en el Banco
Nacional de Desarrollo y la otra en Secretaría de Derechos Humanos, Flávia
Piovesan que es una mujer admirable y todos quedamos muy decepcionados cuando
aceptó este ofrecimiento porque ella es una referencia en derechos humanos pero
aceptó porque la hija de Temer es amiga de ella. Además, hay que señalar que
este es un gobierno sin negros. Con sólo siete días se dedicaron a desmontar
todas las políticas sociales del gobierno de Dilma. Ellos suspendieron el
proyecto “Mi casa, mi vida”, el mayor programa habitacional que tuvo Brasil,
que otorgó 1,7 millones de viviendas, y suspendieron a los beneficiarios de
Bolsa Familia, lo cual significa cortar con familias enteras que dependen de
Bolsa Familia para comer. Además, este gobierno revocó el decreto que Dilma
había firmado, concediendo la posibilidad a las personas de llevar su nombre
social en la administración pública. O sea, están desmontando políticas que
estaban llevando a Brasil hacia un liderazgo. Entonces, no sólo es un gobierno
conservador, sino que pretende responder con represión a los reclamos de los
movimientos sociales, limitar los derechos de la comunidad LGBT, borrar los
derechos que habían adquirido los pobres, etc. Quieren controlar a las policías
desde el Gobierno Nacional, algo que nunca ocurrió ya que las policías
militares están a cargo de la administración de cada Estado.
–Cuando
fueron destituidos Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay, los países de América
Latina manifestaron su repudio en bloque. Hoy desde Argentina se reivindica el
“proceso institucional” de Brasil ¿Qué lectura regional hace usted del golpe en
Brasil?
–Creo que toda
América Latina tiene que estar atenta a lo que ocurre en Brasil porque es la
séptima economía mundial, porque hemos creado lazos diplomáticos y una
cooperación regional muy importante. Pero no me sorprende que el nuevo gobierno
de Argentina haya dicho que respeta el proceso institucional de Brasil, porque
hay una sintonía entre la plutocracia brasileña y la plutocracia argentina. En
cambio el presidente uruguayo dijo que no reconoce al gobierno brasileño, así
como las potencias europeas no reconocen este gobierno como un gobierno
legítimo. Angela Merkel y Hollande, no llamaron a Temer cuando asumió. Incluso
Barak Obama no lo llamó. Aunque el embajador ante la OEA haya dicho que lo que
sucede en Brasil no es un golpe, es para destacar que Obama no se comunicó con
Temer. Entonces me parece importante deconstruir esta narrativa que dice que el
proceso contra la presidenta Dilma es algo constitucional. Hay que desarticular
este discurso. Esto ya pasó en Honduras, en Paraguay y ahora en Brasil y hay
que desnaturalizar estos procesos.
–¿Cómo
está reaccionando la sociedad brasileña ante el golpe, son los movimientos
sociales, estudiantiles y sindicales los que se manifiestan en contra o existe
una manifestación más generalizada?
–La resistencia
al golpe se está desparramando por todo Brasil. Por ejemplo, ayer estuve en el
acto realizado por los trabajadores de la cultura en la Funarte que es la
Fundación Nacional de Artes dependiente del Ministerio de Cultura, que fue
reducido a una Secretaría y después se echaron atrás. El otro días estuve en el
edificio de Funarte de Rio de Janeiro donde había, como mínimo, quince mil
personas reunidas. Ese día Caetano Veloso estaba haciendo un show y muchos
artistas están participando. Quienes estaban esa noche no eran solamente
personas ligadas a movimientos sociales, había estudiantes, trabajadores de la
cultura, población civil etc. Además, hay una fuerte resistencia que viene del
movimiento de los trabajadores sin techo, de los trabajadores sin tierra, del
movimiento negro sobre todo de las periferias de las grandes ciudades, una
resistencia de las mujeres que son protagonistas de todo esto, de los
trabajadores de la educación, etc. Lo que sucede es que la red Globo no está
mostrando esto. En Porto Alegre con treinta mil personas en las calles no
existió cobertura alguna. Tenemos medios antidemocráticos, algo que ustedes
también conocen. Por ejemplo, cuando Dilma era presidenta el alza del dólar y
la caída de la Bolsa eran atribuidas a su supuesta incompetencia. Para los
periodistas brasileños, esto no tenía nada que ver con la crisis económica
internacional, ni con la crisis de China, sino que la responsabilidad era de
Dilma. Ahora que Dilma está suspendida de su cargo, ellos dicen que estas
fluctuaciones son causadas por la economía internacional. Es una deshonestidad
intelectual horrorosa.
–Usted
fue nombrado coordinador de FrenteCom -Frente Parlamentario por la Libertad de
Expresión y el Derecho a la Comunicación- Desde ahí, ¿Cómo piensa encarar estos
probemas?
–El FrenteCom
tiene el desafío de continuar la agenda legislativa en torno a la
democratización de la comunicación. Hay una agenda que queremos llevar adelante
en la Cámara de Diputados, donde existe un enfrentamiento político muy
importante que es ofrecer una contra-narrativa a los medios de comunicación
hegemónicos. Además, estamos buscando denunciar en la prensa internacional lo
que está sucediendo en Brasil. Esto es fundamental, porque la prensa
internacional está denunciando el golpe en Brasil. Los actores y actrices que
fueron a representar el film Aquarius en Cannes, denunciaron en la alfombra
roja el golpe y esa imagen fue tapa en The Guardian en Reino Unido. El País y
The New York Times también denunciaron el golpe. Para nosotros la prensa
internacional es fundamental porque la nuestra no es democrática.
–¿Cómo
ve el futuro político de Brasil y en ese marco el papel del PT de Dilma y Lula?
–En estos 180
días los abogados de Dilma deberán presentar su defensa. Es por eso que el
actual gobierno tiene prisa por desmontar el Estado, reducir las políticas
sociales y acelerar las privatizaciones. Nunca vi un gobierno interino que
hiciera tanto daño en tan poco tiempo. Están desmontando el Estado con el apoyo
del Poder Judicial y de los medios de comunicación. Creo que la resistencia,
que está siendo muy masiva en las calles, en las universidades, en los
sindicatos, etc., junto con el apoyo de la prensa internacional puede llevar a
una derrota del golpe. El golpe puede ser derrotado. Sin embargo, si el golpe
es derrotado y Dilma vuelve, va a encontrar muchas dificultades para gobernar
porque la mayoría del Congreso continúa en contra de ella. La salida entonces
es llamar a elecciones generales y directas, porque necesitamos devolver la
soberanía al pueblo. Dilma cometió muchos errores durante su gobierno, pero los
errores no son crímenes y ningún gobernante puede ser depuesto por lo errores
que comete, en todo caso esto se corrige con nuevas elecciones. Ahora, la
próxima etapa de los golpistas es hacer que Lula sea inelegible, ellos saben
que él es la fuerza política más poderosa del país, sigue siendo el mejor
presidente que tuvo este país. Estos golpistas saben que en las urnas no van a
ganar, entonces buscan criminalizar a Lula. Si el objetivo de Lava Jato fuese
combatir la corrupción, no tendríamos un grupo de corruptos en el poder
ejecutivo. La operación Lava Jato no es una operación contra la corrupción
sistémica que gangrena a la instituciones de Brasil, sino que es una operación
para destruir al PT y meter preso a Lula .