Hijo de puta, te
lo dije, estás muerto —gritó. Su compañero no dejaba de darme puñetazos por
todas partes, sobre todo en la cara y en las costillas. Iba cubierto de la
cabeza a los pies
Mohamedou Ould Slahi no ha escrito un diario cualquiera. En Diario de Guantánamo, ahora publicado por Capitán Swing y Ágora en castellano, ha relatado en primera persona cómo se subsiste en el limbo de los Derechos Humanos, donde todavía hoy sigue recluido.
Su historia está forjada a base de golpes, aislamiento, abusos
sexuales y psicológicos e incluso simulacros de su propia ejecución en mitad
del mar.
'Para de rezar,
estás matando a gente', dijo y me metió un fuerte puñetazo en la boca. Me
empezaron a sangrar la boca y la nariz, y se me hincharon tanto los labios que
me era imposible volver a hablar (...) Uno de ellos me pegó tan fuerte que me
cortó la respiración y me dio un espasmo
Slahi fue detenido poco después del 11-S-2001 por la
policía de su país natal, Mauritania, en colaboración con la CIA. Fue enviado a
prisiones de Jordania y Afganistán, desde donde llegó a Guantánamo en agosto de
2002 como el preso 760.
Fue miembro de los muyahidines que combatieron contra el gobierno comunista
de Afganistán entre 1991 y 1992. En esa época juró efímera lealtad a
Al-Qaeda. Slahi recuerda que aquella era una causa apoyada por la
mayoría de gobiernos europeos y por supuesto por la administración estadounidense de
George Bush padre.
En aquella época, como él mismo se defiende, "Al-Qaeda no le
había declarado la guerra santa a Norteamérica". A pesar de que las
autoridades de Guantánamo consideran que Slahi está de alguna manera
relacionado con un intento de atentado en Toronto y con el de las Torres
Gemelas, no se le ha formulado acusación concreta alguna.
'Vas a pasar el
resto de tu vida en la cárcel. Vamos a borrarte de la base de datos y ponerte
en un agujero donde nadie sepa nada de tí. No volverás a ver a tu familia'
(...) Deseaba morirme para no sufrir y, en realidad, esa era la principal razón
de realizar una huelga de hambre; yo sabía que personas como estas no se dejan
impresionar por huelgas de hambre. Desde luego, no querían que muriese y
comprendían que había muchas fases previas a mi muerte. 'No vas a morir, te
vamos a alimentar por el culo'
Según los protocolos de Guantánamo, cada palabra del diario de
Slahi, escrito en su celda de aislamiento durante el verano de 2005, fue
considerada como clasificada desde el momento en que fue escrita.
Solo en 2012 sus 466 páginas fueron finalmente desclasificadas, aunque el
gobierno censuró hasta con 2.500 barras negras el texto. Hace ahora
un año, vio la luz la primera edición original, en lengua inglesa.
Llenaron el
espacio entre mi cuerpo y la ropa con cubitos de hielo desde el cuello hasta
los tobillos; cada vez que se derretía el hielo, añadían más cubitos; además de
vez en cuando, uno de los guardias me atizaba, la mayoría de las veces en la
cara. El hielo ejercía una doble función: causar dolor y aliviar los moretones
de aquella tarde. Todo parecía estar perfectamente planeado
Puso una canción
muy alta. Pero que muy alta. Era 'Let the bodies hit the floor'. No olvidaré nunca esa canción. (...) Si se te ocurre dormirte, te voy a
joder vivo —dijo. Tuve que escuchar la canción una y otra vez hasta la mañana
siguiente. (...) No estaba permitido dormir. Por eso, me daban botellas de agua
de litro y medio a intervalos de una a dos horas. (...) No podía ni siquiera
cerrar los ojos ni por diez minutos porque estaba casi todo el tiempo sentado
en el retrete. (...) Le pregunté a uno de los guardias '¿Por qué me tenéis a
dieta de agua? ¿Por qué no me mantenéis despierto estando de pie, sin más?'.
'Psicológicamente es mucho más destructivo mantener a alguien despierto por sí
mismo, sin tener que ordenárselo', dijo
Slahi narra cómo relacionaban sus rezos con el asesinato de
personas, cómo le obligaban a beber agua de mar o le ahogaban con una bolsa de
plástico alrededor de la cabeza. Los interrogadores en ocasiones ofrecían
comida de McDonald's (el único que hay en Cuba) como recompensa ante un
interrogatorio saldado con alguna confesión, real o inventada.
De hecho, el preso mauritano se inventó su propia confesión,
llegando a asumir su participación en la trama para atentar en la ciudad
canadiense de Toronto.
Una vez dijo,
"¿Por qué no rezas? Venga, reza". En cuanto empecé se puso a burlarse
de mi religión. (...) "Deja de una puta vez de rezar". (...) Recitar
el Corán estaba prohibido. Poseer el libro sagrado estaba prohibido. El ayuno
estaba prohibido. Prácticamente cualquier ritual islámico estaba estrictamente
prohibido
Slahi solicitó un recurso de habeas corpus que fue
concedido por un juez federal en 2010. Sin embargo, la administración Obama
apeló y el caso de Slahi permanece paralizado. Su Diario de
Guantánamo sí es, ya, libre, un best-seller y sobre todo una obra
clave para conocer a fondo la cara B de la historia.
Guantánamo significa multitud de preguntas sin respuesta, pero el caso de Mohamedou
Ould Slahi acaba con nuestra coartada del desconocimiento colocando la degradación
humana a la altura de nuestros ojos.
Con Slahi ocupando hoy la misma celda en la que transcurre parte de su
diario, nos preguntamos si puede la palabra de un hombre demostrar queel
poder es paranoico pero no invencible.
Si la gente del
mundo árabe supiese lo que está pasando en este lugar, el odio contra Estados Unidos
se vería alimentado