Como es sabido, en el contexto de un Gobierno
que sobresale por su capacidad para mentir y ocultar información, la
Gmvv alcanza niveles excepcionales de falta de transparencia; sin
embargo, ocurre que no contaban con las universidades y su Encuesta
Nacional sobre Condiciones de Vida (Encovi)
Por
muy curados de espantos que estemos, no deja de sorprender el insólito
berrinche armado por el gobierno Maduro frente a la propuesta presentada
a la Asamblea Nacional para otorgar la propiedad plena de los
respectivos inmuebles a los adjudicatarios de la Gran Misión Vivienda.
El rumor más vergonzante que corre es el de que están exigiéndoles
firmar cartas rechazando esa iniciativa so pena de desalojarlos
inmediatamente, lo cual no es sino otra demostración de la importancia
de estar amparados por la propiedad plena.(...)
El episodio recuerda un video que
circuló por las redes en vísperas de las elecciones del 6D, en el cual
el Mayor General Rector de la Unefa ordenaba a sus profesores activar
los comandos electorales denominados 1 x 10 y, de paso, identificar a
los “guarimberos” que pudiera haber entre ellos para proceder a su
inmediata expulsión. Para sus adentros, los emplazados tienen que haber
llegado a la conclusión inevitable: la única manera de sacudirse esos
abusadores es votando contra ellos. En el caso de la Gmvv lo deseable es
que el Ejecutivo redoble sus amenazas para terminar de convencer a los
dubitativos de las virtudes de aquel proyecto de ley.
Pero la irritación y la angustia del
Gobierno son comprensibles: la aprobación de esa ley no sólo le
arrancará de las manos uno de los más potentes mecanismos de chantaje de
que dispone sino que además, mediante el inventario previsto en el
artículo 11, pondrá en evidencia la escandalosa mentira oculta tras las
cifras que exhibe, obligándolo además a dar explicaciones sobre los
cuantiosos recursos asignados.
Como es sabido, en el contexto de un
Gobierno que sobresale por su capacidad para mentir y ocultar
información, la Gmvv alcanza niveles excepcionales de falta de
transparencia; sin embargo, ocurre que no contaban con las universidades
y su Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (Encovi) que, al
permitir constatar la cifra real de viviendas construidas, la deja
desnuda en medio de la calle.
Ella muestra que, hasta 2014, se había
beneficiado de la misma un total de 296.406 familias. Esto es apenas el
30% de lo ofrecido en el programa original y resulta en un promedio de
74.000 viviendas por año, algo menos de lo logrado por la denostada
república civil entre 1979 y 1988, cuando la población del país era 2/3
de la actual. Pero también revela que sólo poco menos de 19.000 fueron
asignadas a la población-objetivo establecida en el programa, mientras
que el resto fue a familias de mayores recursos.
Al cerrar el año 2015, y sin pestañear,
Nicolás Maduro anunció que habían terminado la vivienda un millón, por
lo que, en un solo año, habrían construido más del doble de lo logrado
en los 4 anteriores: milagro de milagros, pues ese año la economía
venezolana tuvo una caída del 9% del PIB, mientras que el sector
construcción se sumergía hasta el 20,6% en el tercer trimestre (22,4%
para la construcción pública). Ni el más diestro charlatán sería capaz
de explicar semejante paradoja.
Para rematar, el portal Runrunes del 2
de febrero recuerda que el año pasado, al momento de entregar la
supuesta vivienda número 800.000, el mismo Maduro señaló que hasta
entonces habían invertido 73.000 millones de dólares. Considerando que
el tamaño de esas viviendas es de 70 m2, el costo por metro
cuadrado superaría ligeramente los 1.300 dólares, el estimado por el
mercado inmobiliario para apartamentos de estándar medio-alto en las
mejores urbanizaciones caraqueñas. Pero eso sería sobre la base de
800.000 viviendas. Si a la cifra arrojada por Encovi para 2014 se le
suman otras 74.000 (el promedio anual construido hasta ese año) esa base
se reduce a menos de la mitad ¡y el precio por metro cuadrado se
duplica! Por supuesto que deben estar aterrorizados.