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21 diciembre, 2015

¿Y ... llegó la Navidad?


Manuel Barreto Hernaiz


Serios intentos, y  salieron las hallacas. Creo que el empujón definitivo fue el logro del 6/D. Unas cuantas, pero allí están, pues el simbólico condumio que engloba la transculturación en un laborioso tamal, o pastel, viene tan cargado de atavismos que en todos los hogares se escucha la melancólica expresión: La hallaca más sabrosa es la de mi mamá. Autóctona su masa, en tanto que sus adornos nos vienen hoy, como desde los tiempos de Bartolomé de las Casas, de la madre patria, su envoltorio podemos verlo tanto en África como en Asia, en fin  la conjunción de razas se vuelca en un manjar antropológico que nos dice que… llegó la Navidad.   Pues sí, aún sin comprar los “estrenos” y sin visitar los Centros Comerciales, aún sin escuchar ni gaitas y habiendo olvidado los extraordinarios mensajes de todos los canales que nos invitaban a ponderarlos…Si, la Navidad llegó, hizo su entrada no con una estrella en el firmamento, sino con la indeleble tinta que marcó la determinación de la gran mayoría de los venezolanos que anhelan y merecen un país mejor.
Luego de una extenuante campaña electoral, cuando, siguiendo una cristiana tradición, nos disponíamos a disfrutar de una apacible Navidad, pensando que era el momento de la obligada tregua, de reflexionar acerca de lo logrado, y cómo se ha logrado, henos acá, de nuevo conllevados a mantenernos atentos y comprometidos ante las recurrentes impertinencias del sempiterno "Grinch" versión tropical.
Pero es que la impertinencia es histórica…
La Revolución francesa intentó en 1792 abolir el calendario vigente considerando que ella era el centro para toda la historia anterior y posterior. (Siempre es así la pretensión revolucionaria de cambiar la historia). Tan es así que en Cuba se suprimió la Navidad durante veintisiete años consecutivos; en tanto que durante las siete décadas del comunismo de la URSS, el robusto San Nicolás fue transformado en el Abuelo del Hielo. En virtud de que ya la fastidiosa necedad de molestar el espíritu navideño es algo que busca, de manera grosera, terca y reiterada imponerse, pues NO, no les demos ni el gusto ni la oportunidad.
Si bien desde hace más de tres decenios la inseguridad acabó con las patinatas de madrugada y resulta casi milagroso encontrar una misa de aguinaldo acompañada del rocío, si los aguinaldos y villancicos fueron arrollados por las gaitas... y éstas apenas se escuchan, si las logramos captar entre cadena y cadena, cada día más latosas, por largas, repetitivas e intrascendentes. Es tiempo de cambiar los Khalasnikof por Winchesters…me refiero a aquellas maravillas metálicas que con una tapita roja resquebrajaban la bucólica madrugada valenciana…A ponernos los patines, pues la reconstrucción debe ser TOTAL. De lo económico a lo político y de allí a lo social, dando mayor importancia a la golpeada moral.
La Navidad, más allá del significado religioso, es la fiesta de la inocencia, de la bondad, de la profunda amistad, de todos aquellos sentimientos en los que debemos perseverar día a día. No permitas que la enturbien. Digamos  NO con ritmo de “Verde Clarita”, o si prefieres con la suavidad de un villancico o la contundencia de una gaita, un NO  rotundo y al unísono a esa perversa y dañina anticultura del hostigamiento, del insulto y de la humillación del adversario que está tratando de imponerse en nuestra sociedad. De no aceptar que la voz del pueblo, pues es la voz de Dios.  La Navidad, de acuerdo a nuestra tradición, es época de nacimiento... Que tal el nacimiento de la conciencia con verdadera responsabilidad social, de la tolerancia y la comprensión sin distingos de raza, credo o clase social. Y qué tal si nos damos cuenta de que no somos el epicentro de las desgracias, que resulta conveniente que nos percatemos de nuestras limitaciones y que reconozcamos nuestras múltiples equivocaciones, que nos convierten en falibles y, en ocasiones, en temerarios... Por los momentos, se requiere más que una tregua, un espacio que nos permita dejar de pensar tan sólo en política, dejar de quejarnos de las tropelías del régimen y de preocuparnos por las carencias de la salud de una Nación que anhela un espacio para la paz y la reconciliación.
Tengamos presente que en la liturgia cristiana, el tiempo de Adviento es el período especial que se toma para prepararse a recibir la Navidad. ¿Por qué en los factores democráticos no tenemos un Adviento digamos que… hasta Semana Santa? Que en esta Navidad renazca todo lo bueno; que renazca lo mejor de cada uno de nosotros y la luz de la esperanza se transforme en una maravillosa realidad. Sólo nos queda pedir a Dios que en este nuevo año ilumine el camino que nos habrá de llevar a la solución de la crisis más profunda jamás vivida en nuestro país. De corazón les deseo una Feliz Navidad en unión de sus seres más queridos.