Mario Vargas
Llosa y Carmen Balcells, en un dibujo de Fernando Vicente de 2010
El País
El País
El escritor hispano peruano, premio Nobel, Mario Vargas Llosa, recuerda la figura de la agente literaria Carmen Balcells
La noticia me ha caído como un rayo; hace tres días estuve despachando, comiendo, cenando con ella y todo el tiempo tuve el siniestro presentimiento de que sería la última vez que la vería. Estaba siempre muy lúcida, llena de proyectos, realistas y delirantes. Como si fuera a vivir siempre. Pero su físico estaba realmente en ruinas y era imposible no preguntarse cuánto tiempo más esa ruina física seguiría sosteniendo a esa maravillosa cabeza y esa energía indómita
Carmen
Balcells revolucionó la vida cultural española al cambiar drásticamente las
relaciones entre los editores y los autores de nuestra lengua. Gracias a ella
los escritores de lengua española comenzamos a firmar contratos dignos y a ver
nuestros derechos respetados. De otra parte, ella indujo y hasta obligó a los
editores de España y de América Latina a volverse modernos y ambiciosos, a
operar en el amplio marco de toda la lengua y a sacudirse la visión pequeña y
provinciana que tenían.
Además, fue mucho más
que una agente o representante de los autores que tuvimos el privilegio de
estar con ella. Nos cuidó, nos mimó, nos riñó, nos jaló las orejas y nos llenó
de comprensión y de cariño en todo lo que hacíamos, no sólo en aquello que
escribíamos. Era inteligente, era audaz, era generosa hasta la locura, era
buena y su partida deja en todos los que la conocimos y la quisimos un vacío
que nunca nadie podrá llenar. Carmen queridísima, hasta pronto.