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19 agosto, 2015

Eduardo Fernández respondió a su ex compañero de partido, Marcos Villasmil

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Opinión
Eduardo Fernández

Con una carta pública, el exsecretario general del partido Copei, Eduardo Fernández, salió en defensa de la trayectoria y el aporte de esa organización política a la democracia venezolana. También reconoció algunos errores cometidos a lo largo de los años, que tuvieron como resultado la disminución de votos, en los procesos electorales del país.

Así respondió el dirigente socialcristiano, a su antiguo compañero de partido y colaborador durante su período como líder de esa organización, Marcos Villasmil:

Caracas, 13 de agosto de 2015
Mi querido Marcos
Leí tu artículo “Social Cristiano sigue buscando partido” con el afecto que siempre he sentido por ti y también con el respeto que me merecen tus opiniones. Además con el recuerdo agradecido por haberte tenido como uno de mis más apreciados colaboradores en el tiempo en que me correspondió ejercer la Secretaria General Nacional de Copei.
Con casualidad, hoy 13 de agosto aparece en el diario El Nacional una pequeña declaración mía, que no fue tan pequeña pero que la dictadura del espacio obligó a reducirla, en la que, sin haber leído tu ensayo, coincido contigo en que el pragmatismo, o sea, el olvido del proyecto ideológico-doctrinario-cultural y su sustitución por una mentalidad de lograr votos a cualquier precio, condujeron a la dramática disminución de Copei.
Mientras fuimos una gran idea, crecimos constantemente. Desde 1947 hasta 1988 los resultados electorales de Copei fueron “in crescendo”.
La prueba al canto: en 1947 sacamos 260.000 votos.
En 1958, 400.000
En 1963, 590.000
En 1968, 1.000.000
En 1973, 1.500.000
En 1978, 2.500.000
En 1983 bajamos por primera vez, sacamos 2.200.000
En 1988 llegamos muy cerca de los 3.000.000. La más alta votación en cifras absolutas en la historia de Copei.
Puedo agregar que todavía el aliento nos alcanzó para que en 1992 ganáramos en las elecciones regionales doce gobernaciones de estado.
Hasta allí nos llegó el crecimiento.
En 1993 sufrimos una aparatosa caída que yo se la atribuyo a la división del partido.
Dejo a tu propia reflexión las responsabilidades que condujeron a esa división. Siento que como Secretario General hice todo lo posible por evitarla, hasta una reforma estatutaria para abrir la elección de nuestro candidato a todos los ciudadanos venezolanos inscritos en el registro electoral.
Lo cierto es que en 1993 bajamos de 3 millones, a un millón doscientos mil votos. De más de 40% de la votación nacional a algo más de 20%.
En 1998 ensayamos una estrategia muy audaz y en mi opinión muy pragmática y muy equivocada, postular a una reina de belleza para la presidencia de la República. Bajamos a 140.000 votos. Es decir menos de lo que obtuvimos en el año de nuestro nacimiento. En 1947 habíamos sacado 262.000.
En el 47 sacamos el 22% de la votación nacional y en el 98 el 2% de la votación nacional.
Si las cifras tienen algún significado, quiere decir que ese gran proyecto que represento Copei creció desde 1947 hasta 1992. A mí me tocó el honor y la responsabilidad de ejercer la secretaria General Nacional entre 1979 y 1992. En diciembre de 1992 renuncié a la secretaria general después de que el mapa de Venezuela se pintó de verde con el triunfo en doce estados: Anzoátegui, Barinas, Carabobo, Cojedes, Delta Amacuro, Falcón, Guárico, Miranda, Mérida, Táchira, Yaracuy y Zulia.
¿Qué pasó en 1993? Nos dividimos.
Por primera vez en nuestra historia, nos dividimos. Eso es un pecado en cualquier partido.
¡En un partido social cristiano, mucho más grave!
¿Qué pasó en 1998?
El pragmatismo condujo a una estrategia equivocada.
Dos pecados inexcusables: la división y el pragmatismo.
Solamente dos veces en la historia Copei logró superar la barrera del 40% de los votos: en 1978 con la candidatura de Luis Herrera y en 1988.
En 1988 nos tocó enfrentar al gobierno de Jaime Lusinchi que era enormemente popular, a la candidatura de Carlos Andrés Pérez que era un formidable candidato y a líderes muy significativos de nuestro propio partido que decidieron trabajar por la derrota de Copei.
De mi gestión como Secretario General Nacional del partido quiero reivindicar tres cosas: En primer lugar, haber rescatado la moral del partido que había quedado muy golpeada después de la derrota de 1983.
Mucho se discutió en Copei si esa derrota se la debíamos atribuir al juicio muy negativo que la opinión pública se hizo de la gestión de gobierno entre 1979 y 1984 o a la reiteración de la candidatura presidencial de Rafael Caldera que concurría por sexta vez a la competencia electoral y que ya había ejercido la presidencia en el periodo 69-74 o a una combinación de los dos factores.
Lo cierto es que durante mi gestión y gracias al esfuerzo de muchísimos compañeros, incluyéndote a ti, logramos detener la caída y subir nuestra votación hasta alcanzar la más alta votación en cifras absolutas en la historia del partido.
La segunda cosa que quisiera rescatar es la celebración del primer y único Congreso Ideológico de la Democracia Cristiana Venezolana que se celebró en 1986 y que sirvió de fundamento a la elaboración del programa que le presentó Copei a la nación bajo el título de “Hacia una Democracia Nueva”.
El Congreso Ideológico estuvo precedido por Congresos Regionales a los que los dirigentes fueron convocados para discutir ideas y propuestas de beneficio colectivo.
Por cierto, todo lo que propusimos allí sigue absolutamente vigente.
Ese Congreso fue bautizado con el nombre de Arístides Calvani que había fallecido trágicamente en Guatemala en enero de ese mismo año. Y no puede hablarse de ese Congreso sin reconocer el excelente trabajo cumplido por Guillermo Yépez Boscán y su equipo.
Algo que recuerdo con inmensa satisfacción es que durante mi desempeño como Secretario General conté con la ayuda de tres adjuntos de lujo: Arístides Calvani, Enrique Pérez Olivares y José Curiel. Esos colaboradores seguramente me ayudaron a disminuir mis muchas falencias y a lograr los objetivos  que alcanzamos.
La tercera cosa que quisiera reivindicar es la defensa sin vacilaciones de la democracia venezolana cuando los bárbaros quisieron asaltar el poder, el 4 de febrero de 1992.
Si todos hubiéramos actuado con la misma firmeza, tal vez nos habríamos ahorrado la tragedia que estamos padeciendo desde entonces.
Desde hace más de quince años no me canso de repetirle a todo el que quiera oírme que la democracia Cristiana en Venezuela y en el mundo entero tiene un formidable potencial. Tres condiciones deben darse: la primera y más importante, promover el mensaje Humanista Cristiano con todas sus consecuencias. Para ese propósito tenemos una ayuda providencial en el liderazgo formidable del Papa Francisco felizmente reinante.
La segunda condición, volver a las bases populares con una organización eficiente como la que tuvimos en el pasado pero moderna y actualizada.
La tercera condición es diseñar una estrategia inteligente que nos permita ser un factor de unidad nacional en un país tan traumáticamente dividido como está Venezuela.
Querido Marcos: Quiero para terminar reiterarte mi afecto y mi gratitud por toda la colaboración que me brindaste en mi trabajo como Secretario General de Copei, como candidato presidencial y, sobre todo, como Presidente de la Internacional Demócrata Cristiana entre 1989 y 1992, cargo al cual accedí por el prestigio que tenía Copei en el ámbito internacional antes de 1993.
Concluyo expresándote que me llamó la atención no ver a los años 88 y 92 en tu lista de fechas estelares de la historia de la Democracia Cristiana Venezolana y que me cuentes entre los social cristianos que andan buscando un partido.
Tengo la confianza y la esperanza de que ese partido, aparecerá.
Con un fraternal abrazo.

Eduardo Fernández