Opinión
Por Juan Eliécer Ramírezelieceramirez@gmail.com
Existe una enorme diferencia entre los peores líderes de Venezuela y del mundo y el único líder perfecto que ha existido sobre la tierra, el Salvador del mundo.
Aquellos líderes que a lo largo de la
historia han tenido el impacto más nefasto en la humanidad, lo hicieron
precisamente porque carecían por completo de las cualidades exhibidas por el
hombre de Galilea.
Mientras Jesús fue abnegado, ellos
fueron egoístas y mentirosos; a Jesús le preocupaba la libertad del pueblo
oprimido, a ellos el dominio injusto y el control absoluto; Jesús estaba interesado en prestar
servicio sin discriminar a nadie, ellos en obtener estatus social y lucro
económico; Jesús se preocupaba por atender las necesidades de los demás,
especialmente de los más pobres y desvalidos, ellos se ocuparon sólo de sus
propios deseos e intereses
particulares; Jesús se interesaba en el perfeccionamiento de sus discípulos,
ellos procuraron manipular a los seres humanos; mientras que Jesús estaba lleno
de compasión equilibrada con justicia, ellos estaban llenos de severidad e
injusticia.
Para tener éxito como líderes y
relanzarnos como sociedad, debemos seguir su ejemplo perfecto.
Las siguientes ideas nos ayudarán a ser
más semejantes a Él en el ejercicio de nuestro liderazgo, en cualquier aspecto
de la vida, social, político, económico, cultural, etc.
Los líderes a la manera de Cristo, no
buscan la gloria personal, sino que sirven con la única mira en la gloria de
Dios y sin fanatismo.
Los líderes a la manera de Cristo no
confían en el brazo de la carne, sino que dependen absolutamente de Dios, a
quien consultan mediante la oración frecuente para recibir inspiración y
revelación personal.
Los líderes a la manera de Cristo no
buscan cargos para resolver su situación personal, sino oportunidades para
servir a sus semejantes y representarlos dignamente y sin ostentación.
Los líderes a la manera de Dios ayudan,
enseñan y alientan a sus seguidores sin esperar nada a cambio. Dan su vida si
es necesario por la felicidad del pueblo.
Los líderes a la manera de Cristo
permiten que sus seguidores se desarrollen, sin ponerles zancadillas para que
se caigan. No le temen ni al relevo generacional ni a la alternabilidad como
principio democrático.
Los líderes a la manera de Cristo son
un ejemplo en la manera de vestir, hablar y actuar; siempre con modestia y respeto
por todos sus seguidores. Nunca se alteran ante la crítica de cualquier signo,
tanto de sus copartidarios, así como de sus adversarios, a quienes jamás ven como
enemigos.
La presente generación tiene la gran
oportunidad de construir su propio destino bajo la conducción de líderes que se
atrevan a seguir los pasos y el ejemplo del líder perfecto.
