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07 agosto, 2015

Dirigir a la manera del líder perfecto: Jesucristo



Opinión
Por Juan Eliécer Ramírez
elieceramirez@gmail.com
Existe una enorme diferencia entre los peores líderes de Venezuela y del mundo y el único líder perfecto que ha existido sobre la tierra, el Salvador del mundo.
Aquellos líderes que a lo largo de la historia han tenido el impacto más nefasto en la humanidad, lo hicieron precisamente porque carecían por completo de las cualidades exhibidas por el hombre de Galilea.

Mientras Jesús fue abnegado, ellos fueron egoístas y mentirosos; a Jesús le preocupaba la libertad del pueblo oprimido, a ellos el dominio injusto y el control absoluto;  Jesús estaba interesado en prestar servicio sin discriminar a nadie, ellos en obtener estatus social y lucro económico; Jesús se preocupaba por atender las necesidades de los demás, especialmente de los más pobres y desvalidos, ellos se ocuparon sólo de sus propios  deseos e intereses particulares; Jesús se interesaba en el perfeccionamiento de sus discípulos, ellos procuraron manipular a los seres humanos; mientras que Jesús estaba lleno de compasión equilibrada con justicia, ellos estaban llenos de severidad e injusticia.
Para tener éxito como líderes y relanzarnos como sociedad, debemos seguir su ejemplo perfecto.
Las siguientes ideas nos ayudarán a ser más semejantes a Él en el ejercicio de nuestro liderazgo, en cualquier aspecto de la vida, social, político, económico, cultural, etc.
Los líderes a la manera de Cristo, no buscan la gloria personal, sino que sirven con la única mira en la gloria de Dios y sin fanatismo.
Los líderes a la manera de Cristo no confían en el brazo de la carne, sino que dependen absolutamente de Dios, a quien consultan mediante la oración frecuente para recibir inspiración y revelación personal.
Los líderes a la manera de Cristo no buscan cargos para resolver su situación personal, sino oportunidades para servir a sus semejantes y representarlos dignamente y sin ostentación.
Los líderes a la manera de Dios ayudan, enseñan y alientan a sus seguidores sin esperar nada a cambio. Dan su vida si es necesario por la felicidad del pueblo.
Los líderes a la manera de Cristo permiten que sus seguidores se desarrollen, sin ponerles zancadillas para que se caigan. No le temen ni al relevo generacional ni a la alternabilidad como principio democrático.
Los líderes a la manera de Cristo son un ejemplo en la manera de vestir, hablar y actuar; siempre con modestia y respeto por todos sus seguidores. Nunca se alteran ante la crítica de cualquier signo, tanto de sus copartidarios, así como de sus adversarios, a quienes jamás ven como enemigos.
La presente generación tiene la gran oportunidad de construir su propio destino bajo la conducción de líderes que se atrevan a seguir los pasos y el ejemplo del líder perfecto.