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03 julio, 2015

La Receta: 2 Papas



Opinión
Por Pedro Pablo Fernández
@PedroPabloFR


El papel de Juan Pablo II en el colapso del comunismo fue fundamental. Le tocó sufrirlo durante más de tres décadas en su Polonia natal y desde el primer día lo combatió con una inteligencia propia de quien dirige una institución que tiene 2 mil años de historia y además cuenta con la “ayudaíta” del Espíritu Santo.

Al mismo tiempo que trabajaba por superar ese régimen negador de la dignidad del ser humano, denunciaba las desviaciones del capitalismo agresivo, consumista y hedonista.
(...)


La elección de Juan Pablo II fue recibida con preocupación por el bloque soviético, que inmediatamente comprendió la amenaza. El régimen comunista de Polonia trató de combatirlo pero terminó cediendo. El 13 de junio de 1987 Wojciech Jaruzelski, responsable de cientos de muertes y de más de 10 mil presos políticos, fue recibido por el Papa en el Vaticano. Ese mismo año Juan Pablo II regresó a su país y más de 700 mil personas le aclamaron. Comenzó el efecto dominó en el que fueron cayendo todos: Polonia, Hungría, Alemania Oriental, Bulgaria, Checoslovaquia y Rumania.

Como el condenado a muerte que camina resignado hacia al patíbulo, el 1º de diciembre de 1989 Mijaíl Gorbachov, jefe del Partido Comunista Soviético, apareció en la Plaza de San Pedro del Vaticano para el encuentro histórico con el Papa. En agosto de 1991 la Urss dejó de existir.

Todos los regímenes comunistas cayeron sin necesidad de un tiro.

El Papa polaco le dedicó mucha atención a la lucha contra el comunismo en Europa. Hoy, Francisco, heredero de San Pedro, por ser argentino (algún defecto tenía que tener) está prestándole atención a América Latina.

El resultado final de su encuentro con Raúl Castro es predecible. Él está haciendo más por los cubanos que los 50 años de bloqueo absurdo que llevaron a atornillar a ese régimen.

Todo esto traerá consecuencias en Venezuela.

La Iglesia, en su inmensa sabiduría, comprende que no es a través de la violencia ni la imposición, sino mediante el uso de la inteligencia y el ejercicio de la racionalidad, propios de los seres humanos, como se resuelven los conflictos que se presentan en las sociedades.

El papa Francisco recientemente nos dirigió un mensaje a los venezolanos:

“No hay que tener miedo a la paz. La convivencia, el diálogo, la reconciliación y la unión no son una derrota o una pérdida sino una victoria, porque quien gana es el ser humano creado por Dios para vivir en concordia y armonía”.