OPINIÓN
Por Luís Fuenmayor Toro
Los
derechos son progresivos. Este enunciado lo hemos leído y oído muchas veces de
varias fuentes, aunque casi siempre de funcionarios gubernamentales, de algunos
de sus articulistas e, incluso, en sentencias del Tribunal Supremo de Justicia.
Hemos visto como partidarios de este desastre, que encima llaman revolución, se
llenan la boca, generalmente charlatana, diciendo que “en Venezuela los
derechos son progresivos”, afirmando casi que esa condición la creó el faro que
iluminaba el destino de la humanidad y que de aquí se extendió al resto del
mundo. Al bocearlo sacan el pecho con pretensiones intimidatorias aunque otros,
no necesariamente poco numerosos, lo hacen con el orgullo ingenuo del
ignorante.
Pero
esa progresividad, que supuestamente impulsa el gobierno, no le impidió al
señor Cabello imponerle a la Asamblea Nacional, que solicitara del CNE un
pronunciamiento sobre la necesidad o no de elegir el Parlatino por votación
directa y secreta, de manera de producir una decisión contraria siguiendo
instrucciones del alto Gobierno. La progresividad de los derechos tampoco fue
óbice para que la mayoría oficialista del CNE sumisamente aprobara la exigencia
de Cabello, con una nota cantinflera en la que dicen que acatarán la decisión (¿?)
de la Asamblea, la cual realmente no se pronunció, sin importarles violar la
Constitución, el articulado de sus leyes electorales (LOPE y LOPRE), ni la
dignidad institucional del Consejo, como uno de los poderes republicanos
actuales, ni de sus directivos como expresiones personales del mismo.
No
voy a profundizar sobre la importancia del Parlatino, haya sido tomada o no en
cuenta por el gobierno o por la MUD, ni tampoco sobre el conocimiento que la
gente tenga de sus funciones. En un mundo muy interdependiente, con países muy
poderosos y con pretensiones de dominación, en momentos donde nuestra región
latinoamericana ha impulsado y dado paso a organizaciones y alianzas regionales
novedosas, de las que UNASUR, la CELAC y el ALBA son sus expresiones orgánicas,
parecería importante contar con la existencia de un órgano legislativo, que se ocupe
de los inmensos problemas que conlleva la unidad y más adelante integración de
nuestras naciones, así como de la elaboración de los soportes legales de los planes
de desarrollo regionales.
Los
derechos son progresivos porque aumentan en número, en complejidad y se suman a
derechos preexistentes no reduciéndose jamás. Si los venezolanos vienen votando
para elegir los diputados del Parlatino desde hace 16 años y lo han hecho en
varias ocasiones, tienen ese derecho y el mismo no puede ser eliminado por
nadie. Si en las próximas elecciones, quienes han votado por el Parlatino no
pueden hacerlo, significa que han sido despojados de ese derecho, se lo han
arrebatado, así digan las necedades que digan para excusarse.