En las páginas 354, 355 y 356 de la obra
La casa de los espíritus,
la autora, la chilena Isabel Allende describe lo que sucedió en 1972-73
en el Chile de Allende. Cualquier parecido con nuestra realidad no es
pura coincidencia... Da escalofríos!!!
"...El pueblo se
encontró por primera vez se encontró con suficiente dinero para cubrir
su necesidades básicas y comprar algunas cosas que siempre deseó, pero
no podía hacerlo porque los almacenes estaban vacíos. Había comenzado el
desabastecimiento, que llego a ser una pesadilla colectiva. Las mujeres
se levantaban al amanecer para pararse en las interminables colas donde
podían adquirir un escuálido pollo, media docena de pañales o papel
higiénico. El betún para lustrar zapatos, las agujas y el café pasaron a
ser artículos de lujo que se regalaban envueltos en papel de fantasía
para los cumpleaños. Se produjo la angustia de la escasez, el país
estaba sacudido por aleada de rumores que alertaban sobre los productos
que iban a faltar y la gente compraba los que hubiera, sin medida, para
prevenir el futuro. Se paraban en las colas si saber lo que se estaba
vendiendo, sólo para no dejar pasar la oportunidad de comprar algo,
aunque no lo necesitaban. (...)
Surgieron profesionales de las colas,
que por una suma razonable guardaban el puesto a otro, los vendedores
de golosinas que aprovechaban el tumulto para colocar sus chucherías y
los que alquilaban mantas para las largas colas nocturnas. Se desató el
mercado negro. La policía trató de impedirlo, pero era como una peste
que se metía por todas partes y por mucho que revisaran los carros y
detuvieran a los que portaban bultos sospechosos no lo podían evitar.
Hasta los niños traficaban en los patios de las escuelas. En la premura
por acaparar productos se producían confusiones y los que nunca habían
fumado terminaban pagando cualquier precio por una cajetilla de
cigarros, y los que no tenían niños se peleaban por un tarro de
alimentos para lactantes. Desaparecieron los repuestos de las cocinas,
de las maquinas industriales, de los vehículos. Racionaron la gasolina y
las filas de automóviles podían durar dos días y una noche, bloqueando
la ciudad como una gigantesca boa inmóvil tostándose al sol..."