Luis
Fuenmayor Toro
Los
médicos se encargan primordialmente del diagnóstico, tratamiento y seguimiento
de los enfermos, actuando en forma ambulatoria u hospitalaria, pero también
tienen como función alertar a la sociedad sobre la existencia de peligros en el
campo preciso de su profesión. Esta labor no es exclusiva de los galenos pues
ingenieros, biólogos, químicos, economistas, farmacéuticos y muchos otros
profesionales, están obligados en sus campos respectivos a proceder de la misma
forma. No puede un ingeniero conocer el inminente desplome de un puente o de
una edificación y permanecer callado, a pesar que a los gobernantes de turno,
sobre todo si son como los que actualmente sufrimos, no les agrade la denuncia,
piensen paranoicamente que los están atacando e incluso los lleguen a perseguir
como delincuentes.(...)
El
colega Ángel Sarmiento, Presidente del Colegio Médico de Aragua, es sorprendido
y emite un alerta ante la ocurrencia de ocho muertes, cuatro adultos y cuatro
niños, en un período de 15 días víctimas de una enfermedad febril no
diagnosticada, es decir desconocida, hecho ocurrido en el Hospital de Maracay.
Como si hubieran sido aguijoneados por una avispa, el gobierno nacional y el
regional saltan inmediatamente sobre Sarmiento para negar la veracidad de su
mensaje, descalificar completamente la denuncia, acusarlo ante el Ministerio Público
de practicar el “terrorismo sicológico” y solicitar se le abriera una
investigación penal al respecto.
El
comportamiento gubernamental no puede sino ser calificado de absurdo. Es una
actitud que revela una “sensibilidad” exacerbada, patológica, ante una denuncia
en el campo de la salud, que simplemente tenía que ser atendida por los
organismos gubernamentales, hasta dilucidar de qué se trataba. La respuesta del
alto gobierno lleva a pensar que los funcionarios responsables se encuentran a
la defensiva, ante el conocimiento que tienen del inmenso número de fallas y
limitaciones existentes en el sector salud. Es como las personas que tienen la
conciencia sucia ante una situación particular y saltan a defenderse cuando ésta
se les menciona.
El
Gobierno posiblemente temía que la noticia de la enfermedad mortal desconocida
lo afectara electoralmente, lo cual, en definitiva, parece ser lo único que le
preocupa. Se sintió agredido sin haberlo sido y reaccionó intempestivamente.
Sarmiento aparentemente se fue del país ante las amenazas presidenciales,
aunque tenía total razón en dar el alerta y no se trataba de ningún terrorismo
sicológico. El Instituto Nacional de Higiene confirmó que seis de los ocho
fallecidos denunciados por Sarmiento dieron positivos al virus de la
Chikungunya, mientras uno de los otros dos era un niño con un cuadro hemorrágico
y se cree que se trata de dengue.
Aunque
el ministerio de salud lo esconda, estamos en presencia de una epidemia de
Chikungunya y de dengue y no tenemos los analgésicos antipiréticos necesarios
para enfrentarla. Esto debería ser lo preocupante.