Pablo Jofré
A los
Saharauis se les ha robado su territorio y su desarrollo como nación. El año
1991 no se firmó un alto al fuego, sino que un simple armisticio en el que los
saharauis asumían el proceso de paz siempre y cuando la monarquía marroquí
respetara la decisión del referéndum que debía implementar la ONU. Los
saharauis han cumplido, Marruecos y la ONU ¡NO!
Cuando aún no se apagan los ecos de la agresión israelí al pueblo
palestino, en la Franja de Gaza. Cuando aún se cuentan los muertos de la
enésima campaña militar del gobierno israelí, que pretende exterminar a la
población palestina, se viene a la memoria la lucha de otro pueblo, tan
valeroso como el Gazetí.
Me refiero al pueblo saharaui, que al igual que el Palestino sufre hace
4 décadas una criminal ocupación que ha cercenado su vida como sociedad,
cortando sus sueños en dos, condenado a una parte de la población a vivir bajo
la dominación de la monarquía marroquí, y la otra parte a sobrevivir en
condiciones extremas en el desierto del Sáhara bajo el amparo de las Naciones
Unidas, la ayuda internacional y la solidaridad del gobierno argelino.(...)
El pueblo Saharaui es un pueblo que sufre la ocupación, represión y
agresión constante por parte de una potencia invasora, que usurpa el territorio
que legítimamente le pertenece al pueblo saharaui y lo mantiene cercado por un
muro, tan vergonzoso como el Israelí. El denominado “Muro de la vergüenza”
Marroquí se extiende a lo largo de 2.700 kilómetros de alambradas, campos
minados y fortificaciones, erigido con tecnología de punta y con la asesoría de
técnicos y militares israelitas. Un muro que llena de vergüenza no sólo a
Marruecos, sino a todas aquellas potencias que avalan este lento morir de un
pueblo valeroso.
En la región de Tindouf a 1500 kilómetros al sur de Argel, capital de la
República Árabe de Argelia, en lo que se conoce como la Hamada, en el tórrido
desierto del Sáhara con un terreno pedregoso, árido, duro en una de las zonas
más inhóspitas del mundo, con temperaturas que alcanzan los 50 grados en
veranos y donde la vida animal y vegetal brilla por su escasa presencia,
subsisten en condiciones de extrema dureza, aproximadamente 200 mil refugiados
saharauis. Familias que durante 40 años han resistido el transtierro, el exilio
forzado, tras la ocupación de Marruecos de su patria: el Sáhara Occidental.
En una serie de campamentos que reciben el nombre de sus provincias
ocupadas: Djala, Aussert, Smara, El Aaiun, y su capital administrativa Rabouni,
la organización del gobierno saharaui y la vocación pacífica, laboriosa y
esperanzadora de su pueblo destaca por la disciplina, el vigor y el orgullo de
ser Saharaui. La sensación y luego la certeza que se tiene al visitar estos
territorio, es que tenemos una deuda con esos hombres y mujeres, que se palpa
en cada Wilaya, en cada Dahira, en cada Jaima donde miles de seres humanos
sueñan con recuperar lo que les ha sido arrebatado a sangre y fuego.
Las potencias y su inmoralidad
A los Saharauis se les ha robado su territorio y su desarrollo como
nación, ya sea por las armas de la Monarquía marroquí cuya figura, Mohamed VI
ha incrementado los afanes expansionistas y violadores de los derechos humanos
de su padre el fallecido ex Rey Hassan II hasta alcanzar niveles de crímenes de
lesa humanidad. Como también por el abandono, el engaño y la traición de los
gobiernos españoles, ya sea aquellos presididos por el Partido Popular o el
Partido Obrero Socialista Español, que tras la muerte del fallecido Dictador
Francisco Franco incumplieron sus promesas y el papel al cual estaban obligados
a cumplir: ser garantes del proceso de independencia de su antigua colonia
africana.
Únase a ello la función de Francia, como potencia influyente en materia
de mantener el status quo de la zona del Magreb y el apoyo incondicional que
Paris mantiene por la Monarquía Absoluta Alauita que bajo el amparo y la
protección francesa, esquilma y roba las riquezas minerales y pesqueras de la
República Árabe Saharaui Democrática en los territorios ocupados. Territorio
sujeto a una férrea ocupación militar con enormes similitudes a la implementada
por Israel con los territorios ocupados palestinos y que sin embargo, gracias a
la política de sometimiento, de ocultamiento que Marruecos, España, Francia y
sus aliados occidentales han practicado por 40 años e suna historia d einfamia
más ignorada peor no por ello menos sangrienta.
Una de esas similitudes y amplificada a niveles dramáticos, para la vida
de miles de Saharauis que viven en sus territorios ocupados, es la construcción
del denominado “Muro de la vergüenza” que se extiende a lo largo de la
república Saharaui, desde el límite con Marruecos hasta la frontera con
Mauritania. 2.700 kilómetros de muro, con una altura de 3 metros dotado de
alambradas, campos minados, fortificaciones militares, 120 mil miembros del
ejército marroquí, armamento y tecnología de origen israelí y estadounidense,
que divide a los legítimos dueños de esas tierras de sus hermanos que habitan
los territorios liberados y los campamentos en Tindouf.
En la actualidad, los campamentos de refugiados saharauis en territorio
argelino, atraviesan un momento de especial complejidad. Primero, por el
impacto de la crisis económica en Europa que redujo drásticamente los niveles
de apoyo material de cooperantes y el envío de ayuda solidaria con los
refugiado, por parte de las comunidades autónomas españolas, como también de
cooperantes y entidades italianas y otros países que al amparo de sus
ciudadanos tratan de paliar el daño ocasionado por sus gobiernos. La población
de las Wilayas en Tindouf viven momentos difíciles en materia de alimentación,
salud, medio ambiente y agua: todo ello bajo el marco de un proceso político de
autodeterminación que no avanza, cuya solución no se ve cercana y que genera
tensiones lógicas en una comunidad con una paciencia que se vislumbra esté
pronto a acabar.
Adicionalmente hay que considerar el hecho, que el proceso iniciado por
las Naciones Unidas a partir del año 1991 cuando cesan las hostilidades armadas
entre Marruecos y el Frente POLISARIO no desemboca en ninguna situación
política favorable a las pretensiones saharauis, por lo que se están creando
las bases para una salida explosiva gatillada por la enorme frustración entre
el pueblo saharaui junto a la “pérdida de credibilidad” del organismo
internacional. Este estancamiento conlleva un peligro de radicalización de todo
el proceso de autodeterminación pues, al no encontrar una solución política
basada en un referéndum libre, justo y transparente los saharauis tras el muro
y sus hermanos de los territorios liberados comenzarán, con toda justeza a
pensar que la vía de las armas es la llave frente a un régimen opresivo,
dictatorial y que no da señales de avanzar hacia el reconocimiento en plenitud
de los derechos del pueblo saharaui.
Tal peligro ya se vislumbra en las Wilayas, en los corrillos de
conversaciones de una juventud que día a día ve con desesperanza que sus
anhelos no se concretan. El hecho que el pueblo saharaui concrete el derecho a
la libre determinación es también la constatación de eliminar un foco de
tensión importante en el norte africano, donde se han vivido procesos de
revueltas sociales, derrocamiento de gobiernos corruptos e intervenciones
militares que han construido estados fallidos en lugar de consolidar estados
democráticos.
La atmósfera que se vive en las Wilayas de los campamentos de refugiados
de Tindouf, así como aquello que se vive en los territorios ocupados, es una
atmósfera cargada de frustración frente al estancamiento del proceso de
autodeterminación ¿cuánto más puede esperar un pueblo por su libertad? ¿Cuánto
más puede vivir una sociedad en la hamada seca y sin posibilidades de
desarrollo? ¿Cuánto más se puede vivir de la caridad internacional? Ya los
jóvenes, las mujeres y los hombres saharauis han dado su opinión con toda
firmeza a sus dirigentes: si en abril del año 2015 no hay referéndum el pueblo
saharaui, se plantea seriamente poner fin al armisticio firmado el año 1991.
Esto, porque la lucha pacífica tiene condiciones y no es eterna y una de
esas condiciones es aplicar el instrumento prometido, que concrete los pasos
necesarios para celebrar un referéndum. Si esto no es así la frustración irá en
aumento, sobre todo cuando se ve que organizaciones como la ONU, a través de la
MINURSO sigue sin hacer nada, convertida en una Misión estéril.
El problema es que cuanta más gente se frustre, más puede radicalizarse
la lucha por la libertad. AsÍ visualizado, el Sáhara Occidental puede
transformarse, nuevamente, en un campo de lucha, en un escenario internacional
nuevo, distinto al siglo XX pero igualmente sangriento y peligroso para el
precario equilibrio de toda la zona del Magreb, ya bastante desestabilizado
tras los sucesos en Libia y Egipto. En este escenario la juventud saharaui
comienza a exigir a las autoridades de su pueblo más acción, menos aceptación
de una realidad que se prolonga por cuatro décadas y entrar en una dinámica que
les permita concretar sus anhelos. La petición es clara: o se consigue ya el
referéndum o habrá que vestir uniforme y lanzarse al asalto del muro de la
vergüenza que corta los sueños de alcanzar las costas atlánticas, de recorrer
nuevamente sus ciudades y pueblos.
Una de las dificultades de las autoridades del Frente Polisario es que
esa exigencia está muy lejos de concretarse sólo por la voluntad del mundo
político saharaui y sólo pueden ofrecer más energía pero no una resolución
definitiva. Esto, porque la solución final, depende del apoyo de la ONU y de
los esfuerzos políticos de países como Argelia, España y Francia. Si la ONU
asume de una vez por todas que es incapaz de concretar el postergado referéndum
el Polisario y el pueblo saharaui tendrá que plantearse entonces de nuevo el
camino de la lucha armada. Recordemos que el año 1991 no se firmó un alto al
fuego, sino que un simple armisticio en el que los saharauis asumían el proceso
de paz siempre y cuando la monarquía marroquí respetara la decisión del
referéndum que debía implementar la ONU. Los saharauis han cumplido, Marruecos
y la ONU ¡NO!
Es en este contexto, donde en el tercer lustro del siglo XXI España debe
jugar un papel determinante desde el Gobierno central, se lo debe al pueblo
Saharaui, se lo debe a su escasa conciencia y para eso se precisa mucha presión
desde la periferia como suelen sostener los dirigentes saharauis, es decir,
desde las Comunidades Autónomas españolas y su sociedad que es de donde
proviene el apoyo y cooperación. Es desde allí donde hay que empujar esa
solidaridad destacable en apoyo material, profesional, solidaridad y moral, de
tal forma de exigir a los dirigentes políticos españoles que su mirada debe
estar puesta en territorio saharaui y no en Rabat, debe estar puesto en los
seres humanos y no en los caladeros o depósitos de fosfatos.
Madrid debe ser parte de la solución y no del problema como lo ha sido
desde el año 1975, cuando abandonaron a su suerte a cientos de miles de seres
humanos amparados en un acuerdo traicionero y miope. España debe tomar la
iniciativa y ocupar su puesto en la Unión Europea para ayudar a conseguir que
se den los pasos necesarios que permitan realizar el referéndum, tal como lo
hizo Portugal con relación con Timor Oriental hace algunos años, tras la
ocupación vivida por este país por parte de tropas indonesias. No actuar es
seguir avalando el deterioro del respeto a los derechos humanos de la población
saharaui en los territorios ocupados.
Violaciones a los derechos del pueblo saharaui, que permanecen impunes
tanto porque Marruecos no se da por aludido frente a las acusaciones de
organismos de defensa de los derechos humanos, como también porque países como
España, Francia o Estados Unidos no interpelan, no presionan o no ejercen
sanciones a un país violador de los derechos humanos, como sí suelen hacerlo
con otros con los cuales incluso llegan a concretar invasiones, ocupación y
transformación política de esos países.
En buena medida, fue en el marco de la lucha del pueblo saharaui donde
comenzó en noviembre del 2010, la denominada “primavera árabe” cuando las
manifestaciones populares se iniciaron o las promovieron en otros países de la
región. En un gran campamento de carpas, Gdeim Izik, en las afueras de El
Aaiún, miles de saharauis que demandaban la libertad e independencia, incluidos
mujeres, ancianos y niños, fueron salvajemente atacados por militares y fuerzas
de la seguridad marroquí, que prendió fuego al campamento, con un saldo
desconocido hasta el momento de muertos, heridos y desaparecidos.
En el campamento de Gdeim Izik, 20 mil saharauis plantaron su Jaimas
para exigir su derecho a la independencia a inicios del año 2010. Allí los
sueños de miles de saharauis fueron despedazados por la cruel represión de las
fuerzas policiales y militares marroquíes, que desmantelaron el campamento,
detuvieron a centenares de personas, torturaron y enjuiciaron a una veintena de
ellas a vista y paciencia de los países europeos, de Estados Unidos, de
Francia, de España y su vergüenza eterna y de organismos como la MINURSO, que
nada hicieron para detener la orgia de sangre marroquí.
Sin embargo, unos meses después, estos países no dudaron en apoyar el
derrocamiento de los gobiernos de los gobiernos de Túnez, Libia, Egipto –
gobiernos que esas mismas potencias apuntalaron durante décadas con armas,
corrupción, política de ojos vendados frente a las violaciones de los derechos
humanos y que frente a la codicia sempiterna, decidieron cambiar de mano la
conducción del país. Países que hoy viven situaciones críticas, algunos de
ellos, como Libia, en franca entrada a la consideración de Estado fallido luego
de ser uno de los países africanos con mejores indicadores de desarrollo
humano. Mismo proceso de destrucción y caos que han querido implementar con
Siria bajo el gobierno de Bashir al Assad.
El pensador estadounidense Noam Chomsky, el día 20 de octubre del año
2012 y mientras participaba en la Primera Conferencia Internacional de Idioma
Inglés, Literatura y Humanidades de la Universidad Islámica de Gaza, llamó la
atención sobre los sangrientos sucesos conocidos para desmantelar el campamento
Gdeim Izik en El Aaiun Sahara Occidental ocupado por Marruecos. Frente a esos
hechos, Chomsky hizo hincapié en que la primera chispa de lo que se conoce como
primavera árabe comenzó a partir de allí. “La primavera árabe comenzó, por
primera vez en noviembre de 2010 en el Sáhara Occidental, cuando la población
se levantó en Gdeim Izik en las cercanías de El Aaiun”. Chomsky realizó una
comparación entre la situación en el Sáhara Occidental y la situación en
Palestina, para llegar a la conclusión de que quien apoya la continuación de la
situación en el Sahara es el apoyo de Francia a Marruecos, y que apoya la
continuación de la situación en Palestina es el apoyo de Estados Unidos a
Israel.
Si bien organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch se
han interesado en el tema, ese interés es insuficiente para una monarquía como
la Marroquí, que ha hecho del genocidio del pueblo saharaui su forma de hacer
política. Esto requiere, por tanto, que la comunidad internacional, y sobre
todo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tome la iniciativa de
ampliar el mandato de la Minurso para que pueda ejercer un control y un
monitoreo de la situación de los derechos humanos. Decisión básica, que ha sido
parte de otras misiones de la ONU en otros países y que sin embargo en el
Sáhara no se aplica, principalmente porque han sido boicoteadas por España y
Francia.
España: Ciega, sorda. Muda e indigna
En el caso de España, la posición de este país, independientemente de
quién gobierne o no, hablo del PP y el PSOE, es de una postura ambigua. A veces
reiteran el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui pero luego
venden armas a Marruecos. No se puede hacer una cosa y la otra sin que ello
implique una contradicción vital, ambigua y hasta vergonzosa donde de
exactamente lo mismo quién sea el que tenga el Gobierno pues suele someterse a
las presiones y el lobby de la monarquía Marroquí. Sumemos a ello el
oportunismo de socialistas y populares. Cuando el uno o el otro están en la
oposición y defienden los objetivos nuestros objetivos, sólo lo hacen como propaganda
electoral.
España ha dado pasos muy nefastos, como ha sido, por ejemplo, negarse a
introducir un párrafo en el mandato de la Misión Internacional Naciones Unidas
Referéndum Sáhara Occidental (MINURSO) que permitiese recoger la supervisión
por parte de la ONU de las violaciones de los derechos humanos que se producen
cotidianamente en los territorios ocupados del Sáhara occidental y que han sido
recogidos en videos y denuncias públicas, pero que no suelen tener el efecto
deseado gracias al silencio de los medios de comunicación occidentales que
suelen someterse a los boletines oficiales de Rabat.
A esta necesidad que la MINURSO se preocupara – como en otros países
donde actúan las misiones humanitarias de la ONU – de la defensa y protección
de los derechos humanos de la población saharaui en Djala, El Aaiun, Smara, se
opusieron tanto el gobierno español como el francés. Ahora, que la Monarquía
española parece vivir una crisis de carácter terminal – con la abdicación de
Juan Carlos I en favor de su hijo Felipe de Borbón, que asumió bajo el nombre
de Felipe VI – su primera visita en el mes de julio del 2014 como monarca fue
precisamente a recibir los parabienes de la monarquía Marroquí, develando con
ello la estrecha relación entre las casas reales y el desprecio por los
derechos de la población saharaui. Y, como no, lo primero que acordaron ambos
monarcas fue ratificar la continuación del robo a las riquezas naturales
saharauis al ratificar el acuerdo de pesca con la unión Europea que permitirá a
la flota de la UE, principalmente españoles, faenar en los ricos caladeros de
la costa saharaui, ocupada por marruecos.
Pueden más los intereses mezquinos y sin vergüenza de estas potencias
que el respeto a los derechos de un pueblo sometido a la barbarie y al saqueo
permanente de sus riquezas. Felipe VI no es distinto a su padre en materia de
someterse a los reclamos marroquíes, de desdeñar conscientemente sus
compromisos y sobre todo no honrar la deuda que tiene con el pueblo saharaui.
La Monarquía española ha jugado un papel nefasto y preponderante en mantener
los lazos con Marruecos, manteniendo aquel paternalismo que acusan los
dirigentes saharauis, heredado de Hassan II y con ese peso inmoral, que lo
acompañará siempre al dejar el futuro del Sahara en manos de Marruecos y
Mauritania.
A todos los niveles, consagrado y esgrimido hasta el cansancio, como un
derecho inalienable de los pueblos: La Autodeterminación, en el caso del Sahara
Occidental, hace patente aquel cuento infantil de Pedrito y el Lobo, en el
sentido que han sido muchos los años de espera para el pueblo Saharaui, con
respecto a un proceso de referéndum, auspiciado por la ONU a través de la
denominada Misión de las Naciones Unidas para Referéndum en el Sáhara
Occidental (MINURSO) entelequia burocrática, inoperante y que ha jugado un rol
lamentable para las aspiraciones del pueblo Saharaui.
Cada cierto tiempo se anuncia que el referéndum viene, que la MINURSO
ejercerá su papel, que Marruecos se someterá, para luego hundirse todo
nuevamente en el marasmo del olvido, la desidia, la burocracia indolente, la
apatía de las potencias que podrán influir positivamente en el sueño de una
patria para los Saharauis. En la pasividad de los organismos internacionales,
en la negligencia de los políticos de España y Francia, principalmente.
El pueblo saharaui, con su respeto a las leyes internacionales y ante su
vocación de sociedad pacífica no ha recibido más que bofetadas, aplazamiento
tras aplazamiento a su anhelo de autodeterminación, para un territorio y una
población que no descansa en su combate por lograr su definitiva y completa
independencia. La lucha pacífica del pueblo saharaui no es eterna, tiene sus
condiciones y su paciencia y tiene como eje conductor, como norte de sus
acciones el lograr su vuelta a la patria. Si la ONU, si los países como
Marruecos, España y Francia, principalmente, no dan los pasos necesarios y de
exigencia política y moral, para que se pueda celebrar el postergado
referéndum, el Frente Polisario se planteará seriamente si se continúa con un
proceso de paz, que sólo los ha mantenido cautivo en la Hamada del Sáhara.
Toda la paciencia
tiene su límite
En las conversaciones que este cronista llevó a cabo en los campamentos
de Tindouf, en mayo del año 2014, con jóvenes, adultos y viejos, hombres y
mujeres, civiles y militares se mencionó, cada vez más como una realidad que la
paciencia está llegando a su término, de la necesidad de movilizarse
militarmente, como sinónimo de dignidad y del único concepto que los marroquíes
pueden entender. Cansados de tanta postergación, de engaños a los que ha sido
sometido por España, Marruecos y organizaciones como la ONU, las autoridades
saharauis se han planteado el mes de abril del 2015 como una fecha límite. Y se
habla de esa fecha pues la propia ONU la ha definido como límite para
reorientar su política en el conflicto, hasta ahora un ejemplo de inoperancia y
de descrédito como nunca antes una misión de este organismo internacional.
Esta decisión del organismo multilateral permite augurar un cambio en la
manera que hasta ahora se ha conducido el trabajo de la MINURSO, sobre todo
porque tanto la ONU, los países que la y en especial su consejo de seguridad
tiene los medios para imponer el cumplimiento del respeto a los derechos
humanos y de las numerosas resoluciones que se han emitido en torno a llevar a
cabo el referéndum que permita al pueblo saharaui aspirara su definitiva
autodeterminación. Esto significaría, según las autoridades saharauis
contactadas por este cronista en su viaje al Sáhara, que si la ONU obliga a
Marruecos a respetar los derechos humanos de la población saharaui, en los
territorios ocupados, tal hecho supone un giro radical en la forma que la
MINURSO se ha planteado su papel y quitarle una base de poder a la monarquía
Marroquí.
Si Marruecos continúa su ocupación en el Sáhara es gracias a la
represión que ejerce sobre la población, con una política de Estado que tiene
el terror como arma principal de lucha contra los afanes independentista de la
población saharaui al interior del Muro de la Vergüenza.
Por ello, cada vez que una autoridad de la ONU u otras opiniones
relevantes afirman que la MINURSO debe garantizar el cumplimiento de los
derechos humanos, Marruecos amenaza con romper con la ONU en una política de
chantaje, que a todas luces es inaceptable pero que en el caso de Marruecos se
le deja hacer y deshacer bajo el prisma político e ideológico de la defensa de
los intereses de occidente en el Magreb.
Las autoridades saharauis han señalado, unánimemente, que la ONU puede y
debe, en esta nueva orientación que pretende abordar, imponer sanciones
económicas. Pasar del artículo seis al siete de la Carta de las Naciones Unidas
que implicaría el uso de la fuerza e imponer así a las autoridades de Rabat el
respeto a los derechos humanos de la población saharaui Hay muchas fórmulas y
si no se aplican al mes de abril del año 2015 se visualiza que el Frente
Polisario pondrá en acción su maquinaria bélica: en compás de espera, aceitada
por su experiencia de combate entre los años 1975 y 1991, con el ímpetu de una
población que no desea y no puede esperar más. Aupado ello, en el marco de los
conflictos internos que enfrenta Marruecos, que no podrá resistir una rebelión
social en el seno de su sociedad.
Lo único más certero en esta intríngulis en que se debate el Sáhara, es
que la situación no puede continuar en el estado actual. La ONU es consciente
de eso, como también del hecho que la población saharaui, en especial los más
jóvenes – esa tercera generación que conoce de su patria sólo gracias al relato
de sus padres – exige medidas más radicales. Abdelkader Taleb Omar, Primer
Ministro de la República Árabe Saharaui Democrática ha sostenido en todos los
tonos y los foros internacionales, que La ONU es consciente del peligro que se
proyecta sobre esa zona del África el no solucionar de una vez el tema de la
autodeterminación del pueblo saharaui.
El enviado personal del Secretario General de la ONU se reunió durante
el mes de febrero del año 2014 con los jóvenes saharauis de los campamentos de
refugiados y también es consciente que se incuba en el seno de la sociedad
saharaui un polvorín a punto de incendiar en llamas todo el Sáhara Occidental e
influir en esta llamarada al resto de los países del Magreb. La ONU comprende,
que si no hace nada como institución internacional y sobre todos sus misiones
como es el caso de la MINURSO, está provocando la radicalización de la
juventud.
El Polisario también es conocedor de ello y hace los esfuerzos
necesarios, para tratar de calmar las aguas de una efervescencia que se
visualiza, que se siente, que está en el aire, en la arena de la hamada, que
recorre con su viento las Wilayas de Tindouf y choca contra el muro que
atraviesa ignominiosamente el territorio que legítimamente le pertenece al
pueblo saharaui. Las autoridades saharauis sostienen, que si la ONU o Marruecos
espera que con el tiempo los saharauis van a desistir o van a aceptar la
propuesta marroquí se equivocan. Los saharauis tomarán medidas más radicales
pero nunca desistirán.
En este panorama de desolación, abandono y represión del pueblo saharaui
se ha utilizado no sólo el nombre de la paz regional, el derecho de
autodeterminación de las naciones, los derechos humanos u otros conceptos
vacíos cuando se trata de cumplir resoluciones de la Organización de Naciones
Unidas (ONU) respecto al territorio saharaui, sino también ha sido una burla
constante frente a la determinación de fechas para referéndum, establecimiento
de condiciones de gobernabilidad, retiro de fuerzas ocupantes o la decisión de
avanzar en torno a la definitiva independencia de la RASD ocupado y sometido a
la presencia de Fuerzas militares y civiles.
La dignidad tiene razones que los inmorales desconocen. Parafraseando a
Blaise Pascal es posible dar cuenta que el recordar (de este recordis latino,
de “volver a pasar por el corazón”) la lucha del pueblo saharaui permite
entender que la dignidad de los hombres y mujeres de esta parte del mundo, los
eleva a la categoría más alta del ser humano, aquella que habla de una sociedad
digna, valiente, clara en sus objetivos , paciente, astuta, valerosa,
entusiasta y que a pesar de décadas de despojo, abandono y represión, no
flaquea en sus anhelo de una patria que vaya desde Saguia El Hamra hasta el Río
de Oro. Desde la Hamada Argelina hasta la costa atlántica. Y eso los indignos,
los viles, los injusto y vergonzosos, los que lucran con los derecho de los
pueblos, los que envilecen la condición humana, lo desconocen y no lo
entenderán jamás.