Entre los estrafalarios logros del Socialismo del
siglo XXI en materia de movilidad se contaban, por ejemplo, que ir desde
Caracas hasta el aeropuerto de Maiquetía tomara más tiempo que ir desde este al
aeropuerto El Dorado de Bogotá, o que un viaje en carro hasta la cercana
Valencia tomara el mismo tiempo que un vuelo a Nueva York.
AUTOR:
Marco
Negrón
No se hable ya de traslados más largos en el
territorio nacional: por tierra, dado el estado de las carreteras, es imposible
calcular el tiempo y hay que evitar que la noche nos sorprenda en el camino
porque entonces el viaje podría ser hacia la eternidad. Pero tampoco la vía aérea
era garantía de algo mejor: la obsolescencia de nuestro parque aéreo y la
dificultad de repararlo por falta de repuestos, todo consecuencia del genial
invento del control de cambio, hacía que muchas veces esa alternativa terminara
haciéndonos perder más tiempo que la terrestre.(...)
Sin embargo, hoy esa enojosa situación se ha
revertido de manera radical, no porque los desplazamientos dentro del
territorio nacional se hayan facilitado o sean ahora más rápidos sino por los
efectos de la reducción o suspensión de vuelos desde y hacia nuestro país como
consecuencia de la gigantesca deuda de más de 4.000 millones de dólares
acumulada con las aerolíneas internacionales por CADIVI. Esto ha elevado el
precio de los pasajes, cuando se consiguen, a niveles incompatibles con los
ingresos del venezolano común, obligando además a conexiones inverosímiles para
alcanzar destinos a los que antes se llegaba directamente. El resultado: ya los
venezolanos no podremos seguir quejándonos de que nos cuesta más tiempo llegar
a Cumaná que a Madrid. Las aguas han vuelto a su cauce, sólo que con una
metodología semejante a la usada para reducir las desigualdades en el ingreso
de los venezolanos, es decir, no elevando el de los más pobres sino aplastando
el de los estratos medios. No el de los altos, por supuesto, que es secreto
porque ahí está la nomenklatura. Al margen: El miércoles pasado, sin
sonrojarse, el vicepresidente para el área económica declaraba que no era
verdad que las aerolíneas estuvieran abandonando Venezuela: simplemente estarían
desviando aviones para cubrir la demanda del mundial de fútbol de Brasil; el
jueves el mismísimo Presidente replicaba la sandez. Lo que sorprende no es la
mentira descarada, una práctica que ejercitan desde hace por lo menos 14 años y
en la que sentó cátedra el Líder Supremo. Lo que realmente sorprende es que no
se avergüencen de la creciente estupidez de las excusas que esgrimen para
ocultar el fracaso del "modelo": ¿se les habrá ocurrido preguntarse
por qué sólo Venezuela es víctima de tan maligna práctica? Señales inocultables
de la decadencia.