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14 junio, 2014

EL REY DE COPAS


                                     
G. González Blanco 

La verdad  es que desde hace varios años a Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Juan Carlos I de España, no le quedaba otra alternativa  que la salida por la puerta chiquita de la  abdicación vergonzante. Demasiado bien le había ido a ese invento caprichoso del franquismo más rancio y requeté para burlarse del republicanismo y por carambola de los monárquicos tradicionalistas representados por el legítimo aspirante de la corona española Don Juan de Borbón y Batenberg, padre del postizo Juan Carlos I e hijo legítimo de Alfonso XIII último Rey de España.

Al finalizar en 1939 ese trágico baño de sangre que fue la Guerra Civil española, por desgracia para la humanidad, queda Franco detentando un poder absolutamente dictatorial que ejerció hasta su muerte en noviembre de 1975. A pesar de sus tendencias abiertamente monárquicas y de haber aglutinado a su favor a todos los españoles de esta tendencia, Franco no restituyo al legítimo monarca Alfonso XIII que había sido removido en 1931 cuando la convulsionada España opto por un régimen republicano estableciendo la llamada Segunda República (1931 a 1939).(...)
 Ya durante la Guerra Civil Franco había bloqueado todo intento  de Alfonso XIII y su legítimo heredero Don Juan de participar en la rebelión franquista. Hábilmente Franco los mantuvo bien alejados de la contienda no para evitar algún daño físico si no para impedirles que tomaran alguna importancia política. Luego del triunfo del bando franquista (1939) hubo un silencio total sobre el asunto de la legitimidad del Jefe de Estado.  De nada valieron las cartas y entrevistas entre Alfonso XIII y don Juan de Borbón con Franco o con sus áulicos más notables. Si pero no, parecía ser la respuesta del franquismo a los deseos de los monárquicos. En 1941 murió Alfonso XIII y queda Don Juan como heredero absoluto de los derechos reales españoles y ya totalmente convencido de que Franco no iba a respetar sus derechos. Durante varios años Don Juan desarrollo una campaña en contra de la ilegitimidad del gobierno dictatorial de Franco. Escribió y publicó varios trabajos defendiendo con mucha enjundia sus derechos y condenando la ilegitimidad del régimen franquista. Quizás el más importante de estos documentos es el “Manifiesto a los Españoles” de 1945 donde el pretendiente se abre de capa contra la dictadura imperante planteando sus innovadoras ideas sobre un posible proceso de restauración monárquica. Franco vino a soltar prenda sobre sus ideas sobre el Estado español en 1947 cuando dicta la “Ley de Sucesión en la Jefatura de Estado” implicando en primer lugar que su mandato es vitalicio y que España es a partir de allí un Reino y que el será el que escoja y designe el sucesor a su leal saber tal como lo dice la mencionada ley en sus artículos iniciales:
  • (Artículo 1) España se constituía en Reino: "España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino"
  • (Artículo 2) La Jefatura del Estado correspondía al «Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde»
  • (Artículo 6) En cualquier momento el Jefe del Estado (Franco) podía proponer a las Cortes la persona que debía ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey o de Regente
Más claro no canta un gallo. Un año más tarde el pretendiente al trono español entiende que ya es imposible su regreso al trono y en 1948 en una ya célebre entrevista con Franco se acuerda que sea su hijo mayor (el futuro Rey de copas) el posible sucesor del Dictador siempre y cuando que este sea formado y educado estrictamente en el ideal franquista. Y es así como nuestro personaje, nacido en Roma en 1938 y que nunca había pisado suelo español, pasa a ser el hijo putativo de Franco y el niño preferido de la inmamable Doña Carmen Polo de Franco. El jovenzuelo fue tan dedicado en su nuevo cometido que pelea con el padre y se convierte en un furibundo y descarado seguidor del franquismo. Es de novela ver el juramento del joven Juan Carlos en 1969 cuando en una bufa sesión de las ilegitimas Cortes de la época, Franco lo nombra su  sucesor confiriéndole el título, a todas luces chimbo e inexistente en toda la historia heráldica española, de Príncipe de España . Allí el joven adulante jura cumplir hasta la muerte los idearios del franquismo y a seguirlos al pie de la letra. Desde ese momento Juan Carlos no es más que uno de los tantos personajes anodinos, secundarios y adulantes en el séquito del Caudillo y fuera de la canallesca diatriba con Don Juan su padre, supongo que para hacer olvidar su juramento de no ser Rey hasta la muerte del  heredero legitimo del trono, la vida de Juan Carlos era la de un modesto cortesano del franquismo que tuvo que sablear en 1962 a sus pares reales para pagar la fiesta y ceremonia de su matrimonio con la anodina y poco agraciada princesa Sofía de Grecia. Y así siguió hasta que a partir de 1974 la salud del ya provecto dictador comienza a flaquear y a verse a Juan Carlos como el sucesor de Franco. De inmediato las “cúpulas podridas” del franquismo jugaron “cuadro cerrao” con Juan Carlos a quien de paso se le olvida el juramento hecho unos años atrás. Entre julio de 1974 y Noviembre de 1975 cuando se produce la muerte de Franco, la corte franquista tuvo todo el tiempo del mundo para preparar esa bribonería que luego se llamó “ la transición”. Se mandó al carajo la República y a la legitima monarquía, se oficializó el “Reino” creado por Franco en 1947 y se puso a Juan Carlos a la cabeza de dicho esperpento. Y es así como a los 2 días de muerto el Caudillo las bufas e ilegítimas Cortes de la época lo proclaman como Juan Carlos I Rey  de España no sin antes haber jurado su lealtad absoluta a los principios del Movimiento Nacional franquista. No obstante hay que reconocerle a Juan Carlos I que a pesar de su origen ilegítimo y su asfixiante amor por el Caudillo ya como Rey enrumbó el país hacia esa forma de gobierno que actualmente hay en España, que “ no es buena ni mala sino todo lo contrario” pero por lo menos no es una dictadura a lo franquista aunque prácticamente los franquistas todavía gobiernan y mucho. Lo demás es historia reciente. Juan Carlos I desde esos momentos gloriosos de la transición que fueron su zenit político comenzó una segura y lenta deriva hacia la cabronería más abyecta con el sistema político, el disfrute  a lo grande de la buena vida pagada por los demás y a la acumulación de una riqueza enorme que nunca ha sido explicada. Hace poco el New York Times calificó esa fortuna de “obscena y opaca” para un Rey con ingresos fijos. Fuera de los ladridos de perrito lulú de la Casa Real y de la Cancillería, nada fue aclarado y los casi $2000 millones en que se estima la fortuna personal del Rey bonchón siguen allí sin explicar su origen. Los últimos 5 años han sido demoledores para la imagen cuidadosamente armada por los medios españoles de ser un Rey modélico. La hipocresía lo mató. Era demasiado evidente su intervención en muchos negociados donde percibía notables comisiones, sus bestialidades de cazador de osos cautivos y de elefantes indefensos eran incompatibles con su imagen de protector del ambiente y de la vida salvaje. Su protección a los yernos malandros, las queridas pagadas por el erario, su fama de gozón y buena copa aunados a su mala salud y a la pavorosa crisis política y económica de España hacían inviable y muy chocante su permanencia  como Rey de España. El 2 de junio de 2014 el Rey de copas abdica a favor de su hijo Felipe de Borbón y Grecia  que seguramente será  otro Rey bueno para nada.
Por cierto, como será de obscuro el legado  de Juan Carlos I que en este momento en España hay un verdadero revuelo entre esa panda de cretinos del PP y del PSOE tratando de “blindar” al ex Rey  aún más de lo que la cabrona constitución española actual lo hace llevando dicho blindaje a cualquier cosa que haga el ex Rey LUEGO de su abdicación y cese de funciones reales.  En otras palabras, quien osare decir o reclamar un hecho doloso, que tiene por montones, de este monarca sui generis corre el riesgo de llevarse muchos anos de chirona.