La verdad es que desde hace varios años a Juan
Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Juan Carlos I de España,
no le quedaba otra alternativa que
la salida por la puerta chiquita de la
abdicación vergonzante. Demasiado bien le había ido a ese invento
caprichoso del franquismo más rancio y requeté para burlarse del republicanismo
y por carambola de los monárquicos tradicionalistas representados por el legítimo
aspirante de la corona española Don Juan de Borbón y Batenberg, padre del
postizo Juan Carlos I e hijo legítimo de Alfonso XIII último Rey de España.
Al finalizar en 1939
ese trágico baño de sangre que fue la Guerra Civil española, por desgracia para
la humanidad, queda Franco detentando un poder absolutamente dictatorial que ejerció
hasta su muerte en noviembre de 1975. A pesar de sus tendencias abiertamente monárquicas
y de haber aglutinado a su favor a todos los españoles de esta tendencia,
Franco no restituyo al legítimo monarca Alfonso XIII que había sido removido en
1931 cuando la convulsionada España opto por un régimen republicano
estableciendo la llamada Segunda República (1931 a 1939).(...)
Ya durante la Guerra
Civil Franco había bloqueado todo intento
de Alfonso XIII y su legítimo heredero Don Juan de participar en la rebelión
franquista. Hábilmente Franco los mantuvo bien alejados de la contienda no para
evitar algún daño físico si no para impedirles que tomaran alguna importancia política.
Luego del triunfo del bando franquista (1939) hubo un silencio total sobre el
asunto de la legitimidad del Jefe de Estado. De nada valieron las cartas y entrevistas entre Alfonso XIII
y don Juan de Borbón con Franco o con sus áulicos más notables. Si pero no, parecía
ser la respuesta del franquismo a los deseos de los monárquicos. En 1941 murió
Alfonso XIII y queda Don Juan como heredero absoluto de los derechos reales
españoles y ya totalmente convencido de que Franco no iba a respetar sus
derechos. Durante varios años Don Juan desarrollo una campaña en contra de la
ilegitimidad del gobierno dictatorial de Franco. Escribió y publicó varios
trabajos defendiendo con mucha enjundia sus derechos y condenando la
ilegitimidad del régimen franquista. Quizás el más importante de estos
documentos es el “Manifiesto a los Españoles” de 1945 donde el pretendiente se
abre de capa contra la dictadura imperante planteando sus innovadoras ideas sobre
un posible proceso de restauración monárquica. Franco vino a soltar prenda
sobre sus ideas sobre el Estado español en 1947 cuando dicta la “Ley de Sucesión
en la Jefatura de Estado” implicando en primer lugar que su mandato es
vitalicio y que España es a partir de allí un Reino y que el será el que escoja
y designe el sucesor a su leal saber tal como lo dice la mencionada ley en sus artículos
iniciales:- (Artículo 1)
España se constituía en Reino: "España, como unidad política, es un
Estado católico, social y representativo que, de acuerdo con su tradición,
se declara constituido en Reino"
- (Artículo 2) La
Jefatura del Estado correspondía al «Caudillo de España y de la
Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco
Franco Bahamonde»
- (Artículo 6) En
cualquier momento el Jefe del Estado (Franco) podía proponer a las Cortes
la persona que debía ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey o
de Regente
Más claro no canta un gallo. Un año más tarde el pretendiente al trono
español entiende que ya es imposible su regreso al trono y en 1948 en una ya célebre
entrevista con Franco se acuerda que sea su hijo mayor (el futuro Rey de copas)
el posible sucesor del Dictador siempre y cuando que este sea formado y educado
estrictamente en el ideal franquista. Y es así como nuestro personaje, nacido
en Roma en 1938 y que nunca había pisado suelo español, pasa a ser el hijo
putativo de Franco y el niño preferido de la inmamable Doña Carmen Polo de
Franco. El jovenzuelo fue tan dedicado en su nuevo cometido que pelea con el
padre y se convierte en un furibundo y descarado seguidor del franquismo. Es de
novela ver el juramento del joven Juan Carlos en 1969 cuando en una bufa sesión
de las ilegitimas Cortes de la época, Franco lo nombra su sucesor confiriéndole el título, a
todas luces chimbo e inexistente en toda la historia heráldica española, de Príncipe
de España . Allí el joven adulante jura cumplir hasta la muerte los idearios
del franquismo y a seguirlos al pie de la letra. Desde ese momento Juan Carlos
no es más que uno de los tantos personajes anodinos, secundarios y adulantes en
el séquito del Caudillo y fuera de la canallesca diatriba con Don Juan su
padre, supongo que para hacer olvidar su juramento de no ser Rey hasta la
muerte del heredero legitimo del
trono, la vida de Juan Carlos era la de un modesto cortesano del franquismo que
tuvo que sablear en 1962 a sus pares reales para pagar la fiesta y ceremonia de
su matrimonio con la anodina y poco agraciada princesa Sofía de Grecia. Y así
siguió hasta que a partir de 1974 la salud del ya provecto dictador comienza a
flaquear y a verse a Juan Carlos como el sucesor de Franco. De inmediato las
“cúpulas podridas” del franquismo jugaron “cuadro cerrao” con Juan Carlos a
quien de paso se le olvida el juramento hecho unos años atrás. Entre julio de
1974 y Noviembre de 1975 cuando se produce la muerte de Franco, la corte
franquista tuvo todo el tiempo del mundo para preparar esa bribonería que luego
se llamó “ la transición”. Se mandó al carajo la República y a la legitima monarquía,
se oficializó el “Reino” creado por Franco en 1947 y se puso a Juan Carlos a la
cabeza de dicho esperpento. Y es así como a los 2 días de muerto el Caudillo
las bufas e ilegítimas Cortes de la época lo proclaman como Juan Carlos I Rey de España no sin antes haber jurado su lealtad absoluta
a los principios del Movimiento Nacional franquista. No obstante hay que
reconocerle a Juan Carlos I que a pesar de su origen ilegítimo y su asfixiante
amor por el Caudillo ya como Rey enrumbó el país hacia esa forma de gobierno
que actualmente hay en España, que “ no es buena ni mala sino todo lo
contrario” pero por lo menos no es una dictadura a lo franquista aunque prácticamente
los franquistas todavía gobiernan y mucho. Lo demás es historia reciente. Juan
Carlos I desde esos momentos gloriosos de la transición que fueron su zenit
político comenzó una segura y lenta deriva hacia la cabronería más abyecta con
el sistema político, el disfrute a
lo grande de la buena vida pagada por los demás y a la acumulación de una
riqueza enorme que nunca ha sido explicada. Hace poco el New York Times
calificó esa fortuna de “obscena y opaca” para un Rey con ingresos fijos. Fuera
de los ladridos de perrito lulú de la Casa Real y de la Cancillería, nada fue
aclarado y los casi $2000 millones en que se estima la fortuna personal del Rey
bonchón siguen allí sin explicar su origen. Los últimos 5 años han sido
demoledores para la imagen cuidadosamente armada por los medios españoles de
ser un Rey modélico. La hipocresía lo mató. Era demasiado evidente su
intervención en muchos negociados donde percibía notables comisiones, sus
bestialidades de cazador de osos cautivos y de elefantes indefensos eran
incompatibles con su imagen de protector del ambiente y de la vida salvaje. Su
protección a los yernos malandros, las queridas pagadas por el erario, su fama
de gozón y buena copa aunados a su mala salud y a la pavorosa crisis política y
económica de España hacían inviable y muy chocante su permanencia como Rey de España. El 2 de junio de
2014 el Rey de copas abdica a favor de su hijo Felipe de Borbón y Grecia que seguramente será otro Rey bueno para nada.
Por cierto, como será de obscuro el legado de Juan Carlos I que en este momento en España hay un
verdadero revuelo entre esa panda de cretinos del PP y del PSOE tratando de
“blindar” al ex Rey aún más de lo
que la cabrona constitución española actual lo hace llevando dicho blindaje a
cualquier cosa que haga el ex Rey LUEGO de su abdicación y cese de funciones
reales. En otras palabras, quien
osare decir o reclamar un hecho doloso, que tiene por montones, de este monarca
sui generis corre el riesgo de llevarse muchos anos de chirona.