Todo
comienza –según las autoridades-, en el terminal de pasajeros de La Concordia,
en San Cristóbal, y en las afueras de éste. Allí, tanto en las unidades
autobuseras oficiales, como los conocidos “piratas”, desde las cuatro de la mañana
se observa una gran cantidad de personas portando bolsas negras,
con mercados específicos. Abordan esas unidades y toman rumbo a territorio
colombiano, donde se afirma que por cada inversión de mil 500 bolívares,
reciben por el “paquete” entregado en Cúcuta o La Parada, entre cuatro y cinco
mil bolívares.(...)
La operación
comercial es en el acto: entregas, revisan y recibes tu pago. Inmediatamente,
toman el retorno con destino a San Cristóbal, para volver a hacer la misma
operación, pues en los supermercados de la ciudad hay personas haciendo
cola, para montar la bolsa negra con algunas solicitudes de los receptores,
para que cuando llegue al terminal de La Concordia, el viajero se regrese
una vez más, de allí que se habla de cuatro a cinco idas y vueltas diaria; es
decir, que se habla de 20 a 30 mil bolívares que hacen todos los días por
persona, por lo que al mes -según explicaron- “me estoy metiendo más de 60
palos mensuales, porque ahí se sacan los costos de pago en cada a alcabala que
por persona es de 50 bolívares, la comida y otras necesidades, además de los
ayudantes”, según cuenta Adolfo, quien antes se desempeñaba como
trabajador de una conocida tipografía en San Cristóbal y ahora se ocupa en el
mencionado “bachaqueo”, donde –afirma- le va cinco veces mejor que estar
cumpliendo horario.
Como el caso
de Adolfo se encuentra muchos otros, inclusive profesionales que están
desempleados y se han dedicado al “bachaqueo”, los cuales en los últimos diez días,
han tenido retrasos y pérdidas, pues la operación “Centinela” tiene el control
total en la frontera, para evitar o por lo menos disminuir este “desaguadero”
de productos y combustibles, que se incrementa cada vez más debido al alto
diferencial cambiario entre el bolívar y el peso colombiano, pues extrañamente
en Cúcuta el pasado 15 de mayo estaban pagando 0,27 céntimos de pesos
colombianos para la compra y 0,28 para la venta.
La razón
-según algunos economistas- está precisamente allí, con esa diferencia tan
marcada de una moneda en relación a la otra. “Mientras eso se mantenga, nunca
se acabara el contrabando, así coloquen cinco operación Centinelas en la
frontera”, destacó un profesional de la economía. (AM)