ABC /
Ludmila Vinogradoff
El líder de la
oposición venezolana está convencido de que Maduro no terminará su mandato,
pero su único reto ahora es evitar que la crisis hunda a Venezuela
El excandidato
presidencial y gobernador del estado de Miranda,Henrique Capriles, rompe su
silencio después de las municipales del 8 de diciembre —que
demostraron que Venezuela sigue dividida— y recibe a ABC en su
despacho de Bello Monte, en Caracas. Después de su sonada ausencia en la reunión
que el presidente Nicolás Maduro convocó esta semana en el Palacio de
Miraflores, Capriles reta a un «cara a cara» al sucesor de Hugo Chávez.
Pero le advierte de que «si voy a Miraflores, es para plantear a fondo los
problemas y buscar una solución a la crisis». Frente a una economía dependiente
de las importaciones que «va por un barranco», el líder de la oposición
emprende ahora la lucha política desde una perspectiva social.(...)
—¿Con la inminente devaluación de la moneda y la subida del precio
de la gasolina, la crisis económica está acorralando a los venezolanos?
—La fiebre del
país está subiendo a 40 grados centígrados. Hay dos opciones: o el Gobierno
aplica la medicina que no está aplicando o el paciente irá a cuidados
intensivos. Lo digo como venezolano, no como líder de la alternativa democrática:
estoy sumamente preocupado por lo que se vislumbra para el próximo año. No soy
economista, pero no tengo que serlo para darme cuenta. El país va por un
barranco.
—¿Cómo de crítica
es la situación?
—Nuestra
economía prácticamente depende de la importación, entre el 70, el 80 y casi el
100% en algunos sectores. Las reservas internacionales y la capacidad
financiera están en su más bajo nivel. Los chinos ya no siguen prestando dinero
como antes. El costo de la financiación es sumamente alto. El Gobierno no da
ninguna señal de confianza para que vengan los inversores. Cambian el tipo
cambiario. El país se ha convertido en un mercado negro para todas las
transacciones.
—¿Qué medidas
toma el Gobierno para hacer frente a la crisis?
—Imprimir
dinero inorgánico.
—¿Hay riesgo
de que caiga el presidente Nicolás Maduro?
—No quiero una
salida que sea por un golpe. Y lo repito siempre porque sería más desastroso
para el país. Ojalá que el Gobierno, con su intención de «vamos a dialogar»,
entienda que con ese modelo nos está conduciendo a los cuidados intensivos. No
hay manera de sostener una economía como lo plantea el Gobierno, con mayores
controles y restricciones, como lanzar operativos para el pollo, papel higiénico…
La población termina acostumbrándose a hacer cola para comprar de todo.
—¿Es viable el
Plan de Patria socialista, el programa de gobierno que Maduro trata de imponer
sin tener mayoría?
—Pienso que
no. Llegará un momento en que reviente ese modelo. No quiero que ese reventón
tenga por respuesta un golpe militar. Eso es lo peor que puede pasar.
—¿Y el diálogo?
—Maduro quiere
dialogar para que lo reconozcan como presidente. El diálogo no es para eso. Es
obvio que ellos tienen una parte del país y nosotros otra.
—¿Por qué no
fue a la reunión que convocó Maduro esta semana en el Palacio de Miraflores?
—La reunión
era para los alcaldes y si yo voy, deja de ser una reunión de alcaldes. Si voy
a Miraflores es para plantear a fondo los problemas y buscar solución a la
crisis.
—Se dice que,
al ausentarse, perdió la oportunidad de enfrentarse a Maduro.
—Esa fue una
reunión para alcaldes. Yo no quería el protagonismo. Pero si el presidente
quiere, podemos hacer una reunión cara a cara.
—¿Nicolás
Maduro busca legitimarse dialogando con la oposición?
—El problema
de su legitimidad está a nivel internacional. Pero él está ejerciendo la
presidencia y mientras lo esté haciendo, tiene que responder al país. Si el
problema es el reconocimiento y él lo busca condicionando el diálogo, eso está
muy mal. Ahora el país está en crisis y si el diálogo es para buscar soluciones
entre todos, entonces es distinto.
—¿Teme que
empeore la crisis?
—Yo no quiero
que el país se hunda, ese no es mi juego, ese es su juego. Lo veo en el
sabotaje que hace el chavismo en el estado de Miranda con su apuesta para que
me hunda. Mi juego es que el país salga de la crisis.
—¿Qué le
parece que el presidente cree entes paralelos y despoje de competencias a los
alcaldes opositores?
—Es una
bofetada a los ciudadanos, a la voluntad popular, a la Constitución. Es
inaceptable.
—¿No es
contradictorio que mientras Cuba impulsa una apertura económica, Maduro la
cierra y restringe.
—Absolutamente.
Ningún país en el mundo como Venezuela está aplicando un modelo que ha
fracasado en otras partes.
—¿Cuáles son
sus previsiones sobre la inflación este año?
—El Banco
Central no ha querido publicar el índice de noviembre. Pero tengo la cifra. En
noviembre ha subido un 4,8%. Están maquillando la inflación para que no
aparezca tan brutal.
—¿Las medidas
que adoptó Nicolás Maduro para rebajar los precios no fueron efectivas?
—La inflación
no se baja por decreto. Tendremos el 57% de inflación anualizada hasta
noviembre y al cierre de diciembre sería del 60%.
—¿Van a subir
la gasolina?
—Parece que sí.
Es obvio que la gasolina está regalada.
—Si en
Venezuela suben la gasolina un 2.900%, ¿el Ejecutivo debería suspender el
subsidio petrolero a Cuba y Petrocaribe?
—El Gobierno
venezolano le está regalando a Cuba 4.000 millones de dólares anuales, y es
mentira que sea para pagar a los médicos cubanos. Son 100.000 barriles diarios
los que le enviamos, de los cuales Cuba no consume ni la mitad. ¿Qué hace con
el otro 50%? Lo revende. ¿Y quién se queda con ese dinero? El Gobierno cubano.
—¿Hay que
suspender el subsidio a los países caribeños?
—Hay que
revisar caso por caso. Se puede subsidiar pero no regalar. Lo que hay que hacer
es dejar de regalar nuestro petróleo. Y este Gobierno tiene una caja negra en
las cuentas pendientes de cobro.
—¿Si Rusia al
final condonó la deuda de 35.000 millones de dólares a Cuba, haría lo mismo si
fuera presidente de Venezuela?
—Siempre he
dicho que las facturas hay que cobrarlas. No estamos para financiar regímenes
de otros países. El día en que Venezuela deje de regalar petróleo a Cuba, ese día
los cubanos cambiarán.
—¿Mantiene la
tesis de que Maduro no llegará a concluir su mandato en 2019?
—La mantengo.
Si este Gobierno va como va, a mí me cuesta pensar que no se tenga que buscar
una salida constitucional. Hay varias opciones, pero primero tenemos que
concentrarnos en resolver la crisis y acompañar a nuestro pueblo.
—¿Qué le pasó
después de las municipales del 8 de diciembre? ¿Su silencio y aislamiento son
los signos de una derrota?
—No di una
rueda de prensa porque no hay medios de comunicación. Yo quería que el 8 de
diciembre se diera una participación contundente como la que se dio en las
presidenciales del 14 de abril. No se logró.
—¿Fue inútil
el esfuerzo que dedicó a la campaña?
—No, no fue inútil
porque subimos a 77 las alcaldías de la oposición, casi duplicamos el número,
pero esperaba un sentimiento de cambio que no se manifestó en la votación. Fue
un resultado agridulce. El Gobierno no ganó y tampoco la oposición. El 8 de
diciembre dejó al país igual de dividido.
—¿Fue un error
plantear la elección como un plebiscito?
—Al principio
de la campaña dije que era un plebiscito, pero después no utilicé más esa
palabra.
—¿Considera al
líder opositor Leopoldo López como un rival porque aspira a ser presidente?
—Los deseos no
empreñan. En Venezuela la lista de los que desean ser presidente es muy larga.
Ese cargo siempre ha tenido muchos aspirantes. Mi obsesión no es ser presidente
de la República. Lo mío es que el país cambie.