Dice la leyenda que todo empezó en Irlanda. Hace muchos
años, tantos que ni sabemos cuantos, un irlandes llamado Jack se encontró con
el demonio en una taberna. Jack era muy malo, malísimo, y era capaz de
engañar al mismísimo demonio.
La noche en la que Jack se encontró con el demonio era la noche de
Brujas o Noche de Halloween. Jack le dijo
al demonio que le vendía su alma a cambio de una bebida. El diablo aceptó el
trato y se convirtió en una moneda. Jack entonces lo cogió, lo metió en su
monedero y en el monedero tenía un crucifijo. El diablo no podía salir porque
con la cruz perdía sus poderes y no podía dejar de ser una moneda. Jack tenía
secuestrado y engañado al mismísimo demonio.
Jack le dijo al
demonio que no lo dejaría salir hasta que le prometiera que no le iba a pedir
el alma que le había comprado en 10 años. En 10 años volvieron a verse. Jack
volvió a engañarlo.