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23 septiembre, 2013

EXCLUSIVO PARA ETP...


EL PLAN MARSHAMAL

Abg. Juan Arturo Hernández Breznik


 


Después de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos resolvieron poner en ejecución un plan de ayuda para la reconstrucción de Europa. Este plan se denominó plan Marshall. Como fondos para dicho plan se destinaron unos 11.000 millones de dólares en dinero y unos 5.000 millones más en equipos, en total unos 16.000 millones de dólares. Este plan benefició a 214 millones de personas en 21 países, reconstruyendo ciudades, industrias, vías de comunicación, etc; sentó las bases para la rehabilitación económica de estos países, entre los cuales Alemania (la gran vencida) es hoy en día una de las principales potencias económicas del mundo.
En Venezuela, durante la revolución bolivariana, se han dilapidado en los últimos 15 años más de un billón (un millón de millones) de dólares, el equivalente a más de 50 veces lo invertido en el plan Marshall.
La diferencia ha sido que en este Plan MarshaMAL revolucionario el dinero que pertenece a casi 30 millones de venezolanos se ha despilfarrado en campañas electorales, marchas y contramarchas hasta para celebrarle el cumpleaños a Fidel Castro; el financiamiento del PSUV; viajes de grandes comitivas del gobierno que le cuestan al Estado cuantiosas sumas de dinero; eventos internacionales donde Venezuela pone los reales para que otros países hagan buenos negocios; todo esto en una lucha anti imperialista muy particular, porque por ejemplo, Rafael Isea (PSUV) después de saquear al estado Aragua se fue a esconder en Washington para hacer, según sus propias palabras, una pausa revolucionaria, continuar sus estudios y dedicarle tiempo a su familia, me imagino que todo eso lo hará con los 3.000 dólares de su cupo CADIVI.(...)

La inversión social se ha hecho en programas sin ningún tipo de sustentabilidad en el mediano y largo plazo (recuerdan la ruta de la empanada, los gallineros verticales o los cultivos organopónicos); una corrupción descarada, escandalosa e impúdica; obras públicas que se presupuestan hasta seis veces y no se concluyen, por ejemplo, a la autopista que une a San Felipe con Morón, desde 1999 cuando terminó el gobierno del Dr. Caldera le faltan 10 kilómetros aproximadamente para ser concluida, si la revolución le hubiese hecho un kilometro por año ya estuviera lista, sin embargo no lo han hecho, y tuvieron la desfachatez de cambiarle el nombre “Cimarrón Andresote”, y adjudicársela como una obra “revolucionaria”. El caso de la plataforma gasífera Aban Pearl que se hundió en el estado Sucre, días después de haber sido inaugurada, y anunciada como “motivo de orgullo de la ingeniería nacional, y de la empresa PDVSA”; las miles de toneladas de alimentos que se han podrido en los puertos por culpa de la burocracia creada por ellos mismos.
A cambio nos han dejado un país improductivo; con una deuda pública (interna y externa) incalculable; las mismas desigualdades sociales; un sistema de salud por el suelo, los CDI y los módulos de Barrio Adentro (banderas del gobierno) dos de cada tres están cerrados, en el Hospital Central de Valencia han tenido que hospitalizar pacientes en hamacas colgadas en lo que fueron sus jardines; una inseguridad y violencia que nos azotan, y que demuestran el fracaso del sistema educativo revolucionario, ya que el 80% de las personas que delinquen tienen una edad inferior a los 25 años, es decir tenían menos de 10 años cuando comenzó la revolución, y fueron “educados” por este sistema; servicios públicos de muy mala calidad; una escasez y un desabastecimiento de tal magnitud, que féminas revolucionarias en el estado Trujillo comenzaron a dictar talleres sobre la elaboración de toallas sanitarias caseras y reusables, con lo que tratan de empujar a la mujer venezolana, reconocida en el mundo entero por su belleza, hacia una sociedad decimonónica. Y cuando se le pregunta a la gente del gobierno sobre estos aspectos, su respuesta es: “pero ahora somos independientes, y tenemos patria”.