Luis Fuenmayor Toro
No se entiende con
facilidad como la gente más crítica y enfrentada con las acciones de una cúpula
partidista autoritaria y vertical, sea capaz de tener claras las
responsabilidades de la dirección en los hechos antidemocráticos y las
imposiciones que se producen, pero se ciegue y no sea capaz de percibir, que
la responsabilidad llega hasta el líder máximo que controló totalmente la
estructura partidaria durante años y que se comportaba exactamente de la misma
manera, hoy fácilmente criticada a sus seguidores. Con inaudita frecuencia
leemos artículos de militantes o simpatizantes del PSUV o del gobierno, en los
que se quejan amargamente de la expulsión o marginamiento de militantes y
dirigentes simplemente por expresar sus opiniones o por permitir que expresen
su opinión compañeros de ruta sancionados o satanizados con anterioridad, pero
luego se preguntan: "¿Dónde está Chávez”?, como si éste nunca hubiera
actuado en esa forma y no fuera el principal responsable de las conductas que
hoy asume la dirección partidista.(...)
A Chávez nunca le
gustó que las bases partidistas decidieran las candidaturas a ninguna elección,
por lo que siempre decidió él todo lo concerniente a este tema en las distintas
elecciones realizadas. Fue Chávez quien obligó a Samán a no postularse como
candidato a la Asamblea Nacional en las elecciones de 2010, y lo hizo porque
prefería al candidato que luego ganó en el circuito respectivo. Decenas de
veces satanizó en forma pública a quienes osaban contradecir la línea
gubernamental y pesuvista; los calificó de traidores al proceso y por lo tanto
a la patria, de desleales, de vendidos al imperialismo y de dejarse llevar por
ambiciones personales en lugar de aceptar el colectivismo socialista. Fue Chávez
quien dijo que pulverizaría a los partidos que no se disolvieran y se incorporaran
al PSUV, quien hablo de hacer polvo cósmico a los disidentes de sus decisiones,
quien sacó a Walter Martínez de VTV, quien expulsó militantes del PSUV aún
antes de haberse constituido como partido. Ése es parte del famoso legado de Chávez
del que tanto se habla.
Nicmer Evans,
Vladimir Acosta, Alberto Nolia, Toby Valderrama, entre otros, han perdido sus
espacios de opinión, al considerar el gobierno y la dirección partidista actual
que sus opiniones eran contraproducentes al interés gubernamental. Hicieron con
ellos lo mismo que hicieron con una serie de programas de Globovisión que
fueron clausurados, algunos muy buenos como el Radar de los barrios. Es lo
mismo que Aporrea ha hecho con mis artículos, los cuales no publica desde hace
meses sin explicación ninguna. Al final parece que las críticas son porque la
capacidad de censurar está en manos de otros.