Por Emma Lazcano, directora de la organización boliviana
CENDA*
La chacra, la parcela, es el espacio donde las familias
campesinas andinas recrean sus saberes ancestrales y reproducen sus propios
modos de vida en torno a la tierra, las semillas y el agua, transitando
por un ciclo agrícola al compás de los ritmos y señales de la naturaleza. A
dichas familias, conocer estos ritmos y señales les resulta ineludible,
para saber en qué momentos y cómo vienen las lluvias, por tanto, cuánto y dónde
sembrar. En qué suelo depositar cuál semilla; desde dónde otra variedad.
Trazando qué tipos de surcos y en qué direcciones.
Estos conocimientos son complejos, especializados y prácticos,
donde la exploración de lo nuevo está siempre presente, sobre la base de la
experiencia previa, de modo que no están cosificados sino vivos. Los mismos son
transmitidos a los niños y niñas en medio del proceso de socialización y
aprendizaje suscitado en la chacra.(...)
En este tipo de poblaciones campesinas andinas, donde el
trabajo asalariado es nulo, o casi nulo, la familia es la célula social
primordial pero también la unidad productiva básica. Y es en su práctica diaria, al
calor suyo, de sus cuidados y su red de colaboración ampliada, donde todos y
cada uno de los niños se convertirán en expertos agricultores, con pertenencia
e historia colectiva; detentando habilidades simulares, al mismo tiempo, destrezas
diferentes y complementarias, según se trate de hombres o mujeres.
La crisis ecológica de carácter global, que enfrentamos, está
generando la búsqueda de alternativas al actual modelo de vida dominante,
basado en el desenfrenado consumo de energía fósil, finita, insostenible y
altamente contaminante. Es aquí donde aparece la necesidad de reivindicar y
revalorizar esas otras formas de vida, como las campesinas andinas. Pues
sus estrategias productivas están probando ser eficientes sistemas agroecológicos
para enfrentar aquella crisis ecológica, cuya base se soporta en los
conocimientos ancestrales hechas prácticas y exploración cotidianas.
El proyecto “SABERES ANCESTRALES QUECHUA: Fortalecimiento de
las prácticas y saberes locales para enfrentar el riesgo climático y
alimentario en comunidades campesinas andinas del Municipio de Vacas,
Cochabamba, Bolivia”, ha optado por este camino, arrancando en septiembre
de 2012 con el impulso de CENDA (Centro de Comunicación y Desarrollo Andino) y GLOBAL
HUMANITARIA BOLIVIA.
Sus
protagonistas son los niños y niñas en edad escolar, junto a sus padres y
madres aglutinados en su organización máxima, la Central Campesina de
Chiwalaki; base social del Municipio de Vacas. Entre ellos las expectativas
con el proyecto son grandes; por tanto, también, el desafío de impulsar
verdaderos procesos hacia logros concretos, especialmente respecto a las
estrategias propias de regeneración agroecológica de la semillas nativas, que
en los últimos años, las familias campesinas andinas han ido olvidado.