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01 junio, 2013

Produce cáncer la sacarina?


Midietacojea.com
Con “Edulcorante” entendemos al grupo de aditivos utilizados para dar sabor dulce a los productos alimenticios, y/o que se usan como edulcorante de mesa. Entre los más conocidos encontramos: Sorbitol, Manitol, Xilitol, Acesulfamo-K, Aspartamo, Ciclamatos, Sacarina… Productos que desde hace años forman parte de nuestra alimentación.
En España, tenemos una lista de edulcorantes autorizados para alimentación y sus condiciones de uso, todo ello en el Real Decreto 2002/1995, de 7 de Diciembre de 1995, y sus modificaciones. Además, la EFSA (European Food Safety Authority) en Europa, y la FDA (Food and Drug Administration) en Estados Unidos evalúa de manera continua la seguridad de los edulcorantes alimentarios y marca sus condiciones de uso.(...)

Al contrario de lo que se cree, su uso no es libre, los edulcorantes se pueden usar en determinados productos ajustándose siempre a las concentraciones y el modo de uso establecido. Además, para que un producto alimentario pueda ser comercializado en España, deberá cumplir con lo establecido con nuesro ya citado Real Decreto, que además, recoge que los edulcorantes se utilizarán con arreglo a la práctica de fabricación correcta, a un nivel que no sea superior al necesario para conseguir el objetivo pretendido y a condición de que no confunda al consumidor.
¿Ha sido siempre así? ¿Qué sucedía en las anteriores décadas?
La sombra sobre los edulcorantes lleva décadas provocando inseguridad y alarma entre la población, es muy común escuchar en la calle que la sacarina es cancerígena, o que los edulcorantes matan, y que además son “artificiales”.
Tomando perspectiva histórica, hay que señalar que los ciclamatos fueron prohibidos para su uso como aditivos alimentarios en los EE.UU y otras partes del mundo en la década de los 70 debido a los temores de carcinogenicidad. Este temor fue debido a que se demostró que la sacarina causa cáncer de vejiga en los ratones, y se emitió la alerta de que el mismo podría ocurrir en seres humanos. (Más adelante volveremos a este tema).
Posteriormente, y tras la suma de evidencia científica que demostraba su seguridad, los países fueron levantando las restricciones, como Australia en noviembre de 1974. Concretamente en EEUU tardaron 24 años en levantar las restricciones de advertencias en el etiquetado sobre la sacarina.
Finalmente, la FDA dejó de categorizar a la sacarina como carcinógena. Sin embargo, sus detractores basándose sobre todo en argumentaciones quimifóbicas siguen diciendo que los edulcorantes siguen planteando riesgos para la salud y deberían ser introducidos en las listas de aditivos prohibidos.
Pero… ¿Es segura la cantidad máxima que recoge la legislación?
Concretamente en Europa, en el proceso de aprobación de un edulcorante, la EFSA determina una IDA (Ingesta Diaria Admisible) para cada edulcorante. Esta IDA constituye la cantidad que puede consumirse diariamente con seguridad a lo largo de la vida de una persona sin ocasionar problemas de salud, y se basa en una cantidad experimental conocida como NOAEL (nivel sin efectos adversos observados).
Las IDA se expresan en mg edulcorante/kg de peso corporal y se calcula como la ingesta segura dividida entre 100, para tener un margen de error bastante holgado. Es decir, se coge la cantidad sin efectos adversos observados más alta (que ya de por sí es inocua experimentalmente) y se autoriza una cantidad 100 veces menor.
 ¿Y si abusásemos de los edulcorantes, nos podría pasar algo?

Los adultos que consumen habitualmente productos con edulcorantes apenas ingieren un máximo del 25% de la IDA de productos como ciclamato, acesulfamo-K, sacarina o aspartamo.
Para que nos hagamos una idea de la seguridad de los niveles de consumo, la media de ingesta está 400 veces por debajo del NOAEL, un nivel que no mostró problemas de salud.
Un ejemplo gráfico para el aspartamo: cuya IDA es (40mg/kg peso corporal). Una persona de 80kg de peso tendría que consumir diariamente casi 400 sobres de edulcorante, o unas 26 latas de refresco “light”. Y aún así, recuerdo que estaría con una ingesta 100 veces inferior a la mayor que TODAVÍA o causa problemas.
¿Hay evidencia o no de cáncer?:
La sacarina ha sido uno de los aditivos alimentarios más estudiados de la historia, su uso ha sido aprobado por la Organización Mundial de la Salud y más de 100 países. Su relación con el cáncer se ha investigado profundamente, demostrando que NO HAY RELACIÓN ENTRE LA SACARINA Y EL CÁNCER EN HUMANOS.
Desde hace ya tiempo, antiguos estudios como este, con una gran muestra de diabéticos británicos concluyó que incluso los niveles altos de sacarina no incrementan el riesgo de cáncer. Es más, la etiología del cáncer de vejiga en animales que aparece anteriormente en esta entrada, y sobre la que se fundamenta todo el temor hacia los edulcorantes se debe a los cálculos renales que produce una muy alta cantidad ingerida en ratones por esos ensayos, de la misma manera que un abuso de sal o azúcar los podría provocar (Hopkins 1977). En este sentido a día de hoy se siguen encontrando los mismos resultados en estudios actuales.
El NCI (NAtional Cancer Institute) recoge aspectos específicos para cada uno de los edulcorantes y su relación con el cáncer, de esta manera encontramos que:
Sacarina: A raíz de los estudios en ratones se etiquetó durante muchos años como peligrosa para la salud, bajo el aviso “Este producto contiene sacarina”. Ese mecanismo no era relevante en humanos y no se ha encontrado evidencia de que produzca cáncer en humanos. En el año 2000 fue eliminada como cancerígena por el National Toxicology Program.
Aspartamo: Aprobado desde 1981, se temió que pudiera producir cáncer cerebral en los 80, estudios de la FDA no muestran relación con el riesgo de cáncer.
Acelsulfamo-K: Aprobado desde 1988, ninguna evidencia de que provoque cáncer.
Ciclamatos: La FDA prohibió su uso en 1969 por estudios en ratas, se revisó su efecto en posteriores estudios y se determinó que no es carcinogénico.
La reducción de peso y los edulcorantes:
Durante mucho tiempo se ha pensado que los edulcorantes bajos en calorías podían estimular el apetito y aumentar, por tanto, la ingesta de alimentos y facilitar el aumento de peso. Sin embargo, no hay evidencia que apoye esa línea, de hecho los datos parecen mostrar todo lo contrario, asociando la sustitución de bebidas azucaradas por edulcoradas con una reducción en la ingesta de alimentos. (De La Hunty 2006). Otros estudios han examinado los efectos sobre el hambre al sustituir el azúcar por edulcorantes, y no se ha encontrado un aumento de la ingesta de alimentos ni la sensación de hambre (Anderson; Birch 1989).
Aún así, es importante transmitir que los edulcorantes no adelgazan por sí mismos ni tampoco permiten comer más cantidad de calorías, pero sí que pueden ser útiles a la hora de sustituir a alimentos azucarados convencionales.