Gumersindo Lafuente
Periodista y maestro en
la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano
Son en algunos casos enemigos que
anidan en nosotros mismos, que tienen que ver con nuestros prejuicios. En otros
surgen como reacción defensiva a algo que consideramos una agresión exterior.
En realidad da igual la causa, lo importante es que los efectos son demoledores
para el resultado de nuestro trabajo y el futuro del periodismo. Por eso
identificarlos y adoptar soluciones es tan importante. Ahí van, según mi
criterio, los cinco enemigos fundamentales del periodismo hoy, les invito a que
corrijan o añadan. El debate es suyo.(...)
1.- La negación de la
realidad.
Sorprende que haya en los medios mucha gente que prefiere refugiarse en la
nostalgia del pasado y se resiste a reconocer que las reglas de hoy y de mañana
ya no podrán ser las mismas que les sirvieron ayer. Es un poco patético ver cómo algunos
esperan que amaine la tormenta y regrese la publicidad, que cambie el ciclo
económico y se recuperen las ventas, que pase aquí lo que está ocurriendo en
China o la India o Brasil. Negar la realidad es el pasaporte más eficiente a la
ruina y la desaparición.
2.- La histeria
informativa. O perder el norte, la personalidad, la esencia de un medio, por ganar
la batalla del tráfico fácil con el evidente riesgo de cometer tremendos
errores y perder para siempre lo más valioso, la credibilidad. Si algo tienen los
medios tradicionales para poder sobrevivir en el futuro es su marca y los
atributos que la rodean, ese imaginario que le conecta con una comunidad de
lectores. Si destruimos las esencias de nuestro producto periodístico, aquello
que vertebraba esa comunidad, estaremos matando nuestro futuro. Y todo por unos
miles de pinchazos de muy bajo valor periodístico y comercial.
3.- El miedo. La paralización, la
indecisión, pensar que no hay otra alternativa que rebajar costes, creer que es
mejor una larga
agonía
atada al pasado que arriesgar y experimentar pensando en el futuro. Una obra
periodística es una ilusión colectiva, si pierde esa característica no tiene sentido. Y
es muy difícil crear productos con alma desde el pesimismo, el terror, la falta
de coraje para tomar decisiones.
4.- La arrogancia. Ha sido un mal clásico
del periodismo y de los periodistas, acostumbrados a hablar a los lectores
desde una tribuna. Y hoy se ha
convertido en el peor enemigo, en el muro que impide ver a los responsables
(tanto económicos como periodísticos) de los medios que sus empresas tienen los
cimientos de barro. Por eso añadirle más pisos al edifico sólo acelera su
caída. Hay que construir de nuevo la estructura industrial del
periodismo, casi desde cero, y sólo en algunos casos con la ventaja de la marca
y el talento que aún conserven las redacciones.
5.-
La falta de criterio. El rigor, el enfoque, la valoración, la
contextualización, el relato, el filtrado, todos los atributos del periodismo
clásico son hoy válidos. Es más, algunos se han convertido en un bien tan
escaso que marcan la diferencia. Pero hay otros criterios que ahora son
igualmente imprescindibles y que tienen que ver con las posibilidades que la
tecnología nos brinda. Carecer de los conocimientos suficientes para aprovechar
esas nuevas oportunidades hará más pobre el resultado de nuestro trabajo y nos
pondrá en desventaja con la competencia. Esta es, sobre todo, una
responsabilidad de los que en una redacción están más cerca de las decisiones
editoriales. Los jefes de redacción hoy deben saber aprovechar las
oportunidades del ecosistema digital. Para la precisión informativa. El periodismo de
datos.
La utilización de nuevos lenguajes. La presencia en las redes sociales. La distribución de la
información en nuevos dispositivos. Los que no tengan criterio en
estos ámbitos es muy difícil que puedan hacer bien su trabajo.