por Mari Montes
Las estadísticas y
los cronistas confirman que Luis “Mono” Zuloaga fue un zurdo estelar, de los
mejores de nuestro beisbol, incluso antes de que existiera la LVBP. Brilló
en las Series Mundiales Amateur de 1944 y 1945, y más tarde con el Cevecería
Caracas que después fue Leones.

También se
recordará que estuviste en Puerto Rico y formas parte de los inmortales de
nuestro Salón de la Fama del Beisbol Venezolano…
Pero lo mas bonito
que hay que decir de tu magnífica historia “Mono”, lo que de todo te
hizo inmortal hace mucho tiempo, fue tu idea de crear la Corporación
“Criollitos de Venezuela”, porque nuestros niños y nuestros muchachos, van a
jugar beisbol hasta la eternidad y en cada juego tu estarás presente, como
estás, como has estado, porque fue un invento tuyo.
Se te ocurrió,
como solías contarme, que los niños y los muchachos tenían que alejarse de los
vicios haciendo deporte, jugando beisbol, para que aprendieran el juego y sus
enseñanzas: jugar en equipo, la solidaridad, el compromiso, la disciplina, la
entrega, el respeto por el otro y el cómo ganar y cómo perder.
Además tenían que
ser buenos estudiantes, porque si no iban a la banca… “El que no quiera
estudiar se sienta”, decías hace unos años, preocupado porque eso se ha
perdido, aunque está en los estatutos…
De inmediato la
idea prendió en el doctor José Del Vecchio, en Herman “Chiquitín”
Ettedgui, en “Carrasquelito”, en Pompeyo Davalillo y en Miguel Sanabria;
del sueño de hacer mejores ciudadanos, pasaron a concretar una de las
iniciativas de las sociedad civil mas sólidas y plausibles de nuestra historia.
Te preocupaba
mucho saber de entrenadores de Criollitos mas pendientes de ganar ellos,
discriminando muchachos, que de enseñarles principios y dejarlos que
se divirtieran. Te preocupaban tantas cosas…
Te fuiste con tu
sueño de hacer el polideportivo de “Club de Campo” en los Altos Mirandinos,
querías hacer 16 estadios para beisbol menor, fútbol, baloncesto y voleibol.
“Esos campos –
decías – son una cárcel menos”.
Espero que hayas
dejado la maqueta que hiciste con tu ilusión de esa muchachera haciendo deporte,
porque hay que insistir en ponerle tu nombre: “Complejo deportivo Luis ‘Mono’
Zuloaga”. Sé que eso no te importa, pero lo mereces. ¡Te mereces todos los
homenajes!
En estos días, en
los que “héroes” llevan uniforme y fusiles, hay que recordarte como uno de
uniforme de beisbol, de guante y bate. Darle valor a lo que significa tu
legado, porque cada vez que un ompayita grita “¡play ball!” y los muchachos
comienzan a divertirse, a competir, a querer ganar… ahí estas tú, como un sueño
cumplido. Estás y estarás…
Y todos los tuyos
te recordaremos siempre, tu esposa que se contagió de tu fortaleza, tus hijos,
los nietos, los bisnietos, los amigos de siempre y sus hijos, como yo, que
tuvimos la suerte de tenerte cerca.
Ya “Chiquitín”
Ettedgui no te extrañará en las canchas de golf del cielo, pautarán una partida
e irán echando cuentos. Otros días tendrán sus caimaneras con Miguel Sanabria,
“Chico”, Pompeyo, Héctor Benítez “Redondo”, mi papá… Si es por amigos no
te cantan forfeit, “Mono”.
Sé que te fuiste
preocupado por el país. Por la inseguridad, por tanto muchacho perdido que
podría estar haciendo deporte… Amabas este país, ahí está tu herencia.
Y aunque tienes
una estatuilla en el Salón de la Fama del Beisbol y una placa en el Salón de la
Fama de Deporte, sé que lo que mas te hace feliz es saber que los niños están
jugando pelota, que los muchachos se han hecho hombres de bien, como era tu
idea cuando diseñaste Criollitos. Muchos son ingenieros, abogados, técnicos,
médicos, pilotos, periodistas, escritores… Otros llegaron o están por llegar a
las Grandes Ligas, y aunque no lo sepan conscientemente, te deben todo lo que
aprendieron entre un pitcheo y otro.
Te vas tranquilo
“Mono” aquí no dejaste ninguna deuda, aquí lo que dejaste fue una herencia
inagotable de civilidad y ciudadanía. Hiciste de nuestra Venezuela un mejor
país y estarás para siempre en los diamantes, en cada niño, en cada muchacho
que sea feliz jugando pelota. Gracias "Mono"!
¡Gracias “Mono”!