Arq. Marco Negrón
Tecleo estas líneas al amanecer del
lunes, después de conocer los resultados de estas atípicas elecciones y oír la
desafortunada intervención de Maduro.
Como ya ha señalado más de uno, la
Venezuela que hoy amanece es otra, en primer lugar porque las políticas de
estos 14 años, además de haber levantado las bases del poder sobre la exclusión
y la intolerancia, han llevado la economía del país a un estado de precariedad
sin precedentes; como además el destino sacó del juego a Chávez, el demiurgo
que mantenía la adhesión de las masas con la promesa de una evanescente
felicidad futura, lograr la gobernabilidad requerida pasa hoy, necesariamente,
por un pacto de tolerancia e inclusión que deje de lado el odio y el sectarismo
característicos del chavismo. Particularmente en ese sentido el discurso de
Maduro fue lamentable, a años luz de lo que podría esperarse de un gobernante
al que no sólo le tocará lidiar con una situación tan difícil sino que además
tiene enfrente, compacta y en crecimiento, a la mitad de la nación mientras su
opción tiende a desmoronarse: logró dibujar la imagen del hombre menos adecuado
para el momento, pero tampoco se atisba una alternativa en el oficialismo.(...)
Es difícil predecir cómo terminará la impugnación planteada por
la MUD, pero en este país, en el cual dos tercios de la población vive en áreas
metropolitanas mayores de 100 mil habitantes, el panorama de las ciudades
plantea urgencias inaplazables. El momento parecía el adecuado para una
revisión a fondo, por ejemplo, de la llamada Gran Misión Vivienda, que arrastra
graves errores que incluso ponen en riesgo los bienes y las vidas de los
adjudicatarios, pero también para emprender un ambicioso programa de
urbanización e integración al resto de la ciudad de los barrios informales, que
congregan el 60% de la población urbana en un medio físico que no cumple con
requerimientos elementales de la vida moderna; también parecía el momento
indicado para abordar a fondo programas de fortalecimiento y modernización del
transporte público urbano que rescaten a las ciudades del colapso. Pero el
discurso de Maduro promete todo lo contrario, por lo que resulta urgente que
también en esta materia la revitalizada oposición asuma la denuncia del caos
creciente de nuestras ciudades, proponga soluciones y encabece las luchas
sociales para su implantación.