Por Bridget Kendall Corresponsal
Asuntos Diplomáticos BBC
Al comenzar la crisis de
Malvinas /Falklands en 1982, varios de los principales dirigentes británicos se
mostraron inicialmente escépticos sobre la conveniencia de ir a la guerra por
el archipiélago, revelaron documentos recién publicados del archivo personal de
la exprimera ministra Margaret Thatcher.

Los documentos fueron publicados por
el Churchill College de la universidad de Cambridge. Ahí muestran por primera
vez cuán profundamente dividido estaba el partido sobre las Malvinas/Falklands.
Un parlamentario conservador ha sido
citado diciendo que estaban "cometiendo un gran error que va a hacer que
Suez se vea como algo de sentido común", refiriéndose a la fracasada
intervención militar británica en el canal de Suez en 1956.
Otro parlamentario sugería dejar que
Argentina se quedara con las Malvinas/Falklands con el menor alboroto posible.
Otros informes expresaban su
esperanza de que "nadie piense que vamos a luchar contra los argentinos.
Debemos volar algunos barcos, pero más nada".
El archivo es la colección personal
de lo que Thatcher pensaba que valía la pena conservar e incluye artefactos,
así como documentos y papeles.
Entre otras nuevas revelaciones sobre
la crisis de las Malvinas/Falklands están las notas escritas a mano de Thatcher
(incluidos numerosos tachones) (...)
de su histórico discurso ante la Cámara de los Comunes, el 3 de abril de 1982, donde tuvo que explicar a los parlamentarios cómo se permitió que sucediera la invasión.
de su histórico discurso ante la Cámara de los Comunes, el 3 de abril de 1982, donde tuvo que explicar a los parlamentarios cómo se permitió que sucediera la invasión.
Bajo fuego
También hay una copia del diario
británico Daily Mail, que data de poco después de que estallara la crisis, con
un titular preguntándose si "ella tenía el estómago para eso".
Especulando sobre por qué podría
haber conservado ese periódico en particular, Cecil Parkinson (que fue miembro
de su gabinete de guerra) le dijo a la BBC que estaba seguro de que ella
siempre fue consciente de que estaba siendo puesta a prueba.
Como la primera mujer en ocupar el
cargo de primera ministra del Reino Unido, dijo Parkinson, ella sabría que la
gente estaba observando cómo asumía el reto de llevar al país a la guerra.
Otros documentos personales
publicados este viernes ofrecen interesantes datos nuevos sobre su estado de
ánimo en ese momento.
Las notas sobre la vida en el número
10 (el lugar donde viven los primeros ministros británicos) mostraron que gran
parte de su día -y noches- estuvo dedicada a la guerra. Una entrada en el
diario de uno de sus asesores más cercanos, Alan Walters, reveló que ella se
despertaba a las 3:30 am, al parecer esperando los informes del frente de
guerra.
En una copia de una nota de
agradecimiento que Thatcher envió a uno de sus votantes a finales de abril
confiesa: "Me fui sabiendo que teníamos un día tenso por delante. La
llamada de teléfono durante el desayuno informó que la pista de aterrizaje de
Puerto Stanley había sido bombardeada con éxito por los aviones Vulcans.
Durante la última semana ha habido una actividad y tensión que nunca pensé
vivir ".
Pero Thatcher termina la carta con su
fortaleza típica y agrega: "Esto ha ocurrido a lo largo de la historia y
nos toca a nosotros hacer nuestra contribución a la historia bajo la ley".
Sufrimiento en privado
Entre los documentos está un borrador
de la carta que Thatcher pensaba enviar al presidente de EE.UU. Ronald Reagan.
A medida que la lucha por recuperar
las islas se hizo más cruenta, comenzaron a llegar sombríos informes de barcos
que eran atacados y las inevitables bajas. El archivo incluye las notas
manuscritas de los funcionarios gubernamentales que le pasaban con malas
noticias.
Al parecer, algunas veces Thatcher no
pudo controlar su sufrimiento. Su exayudante Thomas Harvey recuerda que rompió
en llanto detrás del escenario de un evento en su distrto electoral al recibir
la noticia de que el buque británico Sheffield había sido hundido con un misil
Exocet. Le tomó 40 minutos calmarse.
"Ella había recibido la noticia
justo antes de llegar o cuando llegó," dijo a la BBC.
"Estaba profundamente triste por
haber enviado a soldados británicos a su muerte y lloraba en silencio. Entonces
alguien entró a la habitación y dijo: 'Tenemos que salir'.
"Cuando volvió a la plataforma
había recobrado la compostura, ella era la primera ministra y tenía un país que
dirigir".
La dama de hierro
Pero también hay mucho de la famosa
determinación férrea de Thatcher que queda reflejada en los documentos. Un
borrador de una carta al entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan,
muestra el enfoque implacable con el que solía rechazar los intentos de Estados
Unidos de llegar a un acuerdo de paz.
El manuscrito inicial revela un rechazo a acceder e incluso una
pizca de indignación: "A lo largo de mi administración he tratado de
permanecer leal a Estados Unidos como nuestro gran aliado", escribió.
"En su mensaje dice que sus sugerencias son fieles a los
principios básicos que debemos proteger. Me gustaría que fuera así, pero por
desgracia no lo es".
Ese borrador nunca se envió. Sus
ministros le convencieron de bajar el tono. Los pasajes estridentes fueron
reemplazados con un lenguaje más diplomático.
Pero el hecho de que Thatcher la
conservara, y garabateara "la carta a Reagan que nunca se envió" en
la versión escrita a máquina de su primer borrador, sugiere que sentía que
reflejaba la fuerza verdadera de sus sentimientos sobre el conflicto.