G.
González Blanco ggonzalezblanco@yahoo.com
Hace
un buen medio siglo que escuché por primera vez el sonoro venezolanismo que es
la palabra “balurdo” para significar principalmente todo lo relacionado con el
carácter ordinario, grosero, zafio y vulgar de algunas personas, cosas o
situaciones. Para variar, el término nunca ha sido aceptado en el diccionario
de la RAE, casi seguro que por la tradicional flojera de nuestros criollos
académicos de la lengua, pero no por falta de fuerza expresiva y descriptiva.
Al contrario, si es aceptado el adjetivo palurdo derivado del francés balourd,
con un significado mas o menos parecido pero sin la carga expresiva del balurdo
criollo. Balurdismo sería entonces la tendencia o proclividad a ser o
comportarse como un balurdo.
A
pesar de que el término prácticamente no se usa, en estos meses de comienzo de
año ha sido inevitable traerlo de vuelta porque definitivamente no pude
encontrar otra palabra mas acertada para describir las barbaridades que vi y
leí, y que aun veo y leo, en los medios de comunicación en lo referido a la
actuación de los personeros del oficialismo. ¿De qué otra manera se podría
calificar por ejemplo las vulgares e infelices actuaciones de Diosdado y de
Maduro cuando aparecen vomitando improperios sin ton ni son en su empeño de ser
mas chavistas que Chávez?.. No hay duda, este es un gobierno balurdo en todas
sus manifestaciones.
En
varios de mis artículos pasados he mencionado que los personajes que forman el
aparataje del Estado, sin distinción de géneros y casi sin excepción, son gente
de (...)
presencia perdularia, ignorantes, aparatosamente vestidos, y de mediocre
discurrir. Sin embargo, con la ausencia física ya definitiva del caudillo
parece que entre ellos se ha desatado una nueva epidemia que los hace comportar
como afectados por una variante criolla del síndrome de Tourette que ha barrido
los vestigios de mediana educación que algunos gobierneros tenían. Sin
excepción, la actuación de todos los personajes de este guiñol que nos ha
legado la locura mesiánica de Chávez, ha sido vergonzosa y por que no, balurda
en grado sumo.
Es
a Diosdado Cabello a quien, como buen Prán del PSUV, debemos la pauta a seguir
si queremos que el país navegue el nuevo y glorioso Balurdismo del siglo XXI. Y
mire que el pequeño energúmeno lo ha logrado. No solo en el abyecto
comportamiento personal que tiene en sus intervenciones en la Asamblea. La
ridícula y cursi aparición del Pran disfrazado de militar profiriendo torpezas
aparentemente revolucionarias es todo un monumento al más depurado balurdismo.
Los
adulantes adláteres del partido no tardaron en seguir el ejemplo del jefecito.
El bateador designado que es Nicolás Maduro para no ser menos, no hay
oportunidad pública en que el segundón no cumpla con la cuota de patanería y
estulticia propia de los balurdos poderosos. Blanca Eckout, Aristóbulo y Earle
Herrera son avanzados practicantes del balurdismo extremo que en la Asamblea
comparten el terreno con una cuerdita de diputados soeces y ordinarios que no
escatiman insultos y poses rufianescas para lograr la atención del pran
Diosdado.
Y
si vamos al propio Gobierno, las dudas que pudiera haber sobre el carácter
epidémico del balurdismo, se borran cuando vemos a la Fosforito en acción.
Diosdado debería tener cuidado con Iris Varela. Esa señora nació balurda. Ella
no tiene que ensayar nada. Lo que haga es balurdismo puro y duro. Todo le sale
natural, sin esfuerzos notorios, al contrario de Earle Herrera y los Robertos
que tienen que hacer muchos esfuerzos para que su anterior condición de
intelectuales no los traicione y el Pran los purgue del PSUV.
Sin
Embargo, no solo los consagrados hacen gala de sus dotes balurdescas. Hay un
novato en estas lides que anda regando improperios y dislates con mucha fruición:
el Neoministro Reverol. Que revelación tan arrecha la de este novato del año de
la vulgaridad. Lo tiene todo para ser la revelación balurda del año en curso.
Su respuesta a las boberías de Capriles debieran ser parte del epítome del
balurdismo del siglo XXI que Diosdado le encargó a Cilia, Luisa, María del mar
y la otra Luisa para imprimir y distribuir millones de copias para que no quede
nadie a salvo del balurdismo. La nueva consigna, una vez desaparecido Chávez
sería: “Sin balurdismo Nada, con Balurdismo Todo”.